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El triunfador, a hombros, mientras unas muletas le rinden homenaje.
El último rabo concedido en La Malagueta

El último rabo concedido en La Malagueta

Historias de La Malagueta (XI) ·

Espartaco obtuvo el trofeo en su encerrona benéfica del 27 de junio de 1986

Sábado, 23 de junio 2018

Hasta la fecha de hoy, el último rabo concedido en la plaza de toros de Málaga lo cortó Juan Antonio Ruiz 'Espartaco' hace 32 años. Fue la tarde del viernes 27 de junio de 1986, en un festejo a beneficio de la Cruz Roja y donde el diestro sevillano se encerró con seis reses de la ganadería de Jandilla a los que cortó siete orejas y un rabo. La Malagueta se llenó y España fue testigo de aquella gesta ya que la corrida fue retransmitida por TVE.

Espartaco logró los máximos trofeos, dos orejas y un rabo, en el último de la tarde, al que cuajó una gran faena de principio a fin. Así lo recogió la crónica de Pacurrón en las páginas de SUR: «Espartaco lo recibió con dos largas afaroladas y luego inició la faena, también de hinojos, con una tanda de derechazos impecables. Se lio materialmente el toro a la cintura en pases circulares en los que el toro iba y venía dócilmente obedeciendo los toques del torero, que se emborrachó de toro en una faena larga, variada, emotiva y completa, entre los gritos de un público enfervorizado y entregado totalmente a los alardes del torero. Mató en la suerte de recibir y dejó una gran estocada. Y por petición unánime le fueron concedidas las dos orejas y el rabo». Tras lograr este triunfo, el diestro sevillano fue cogido a hombros y sacado por la puerta grande entre vítores de '¡torero, torero!'.

Fue el colofón a una memorable tarde de toros, a la que contribuyó el buen juego de las reses del ganadero Fernando Domecq, que aunque con poca fuerza sacaron bravura, según las crónicas. El propietario de Jandilla fue invitado por Espartaco a compartir con él la apoteosis final del festejo. Una corrida en la que actuó como sobresaliente el matador malagueño Manolo Ternero, que hizo dos quites muy aplaudidos, y donde sobresalieron en banderillas El Ecijano, Rafael Sobrino y el malagueño Manolo Ortiz, que tuvo que saludar montera en mano tras poner dos soberbios pares.

El primero de la encerrona fue un toro al que Espartaco toreó bien con el capote, pero fue un animal que se distrajo, salió suelto de los engaños y dobló las manos varias veces debido a su falta de fuerzas. «Espartaco acertó a dejarle la muleta en la cara, con lo que consiguió centrar al toro y hacerle olvidar su defecto. Una excelente faena, con pases muy despaciosos, que se quedó sin trofeos porque para matar necesitó de un pinchazo, una estocada algo baja y dos descabellos», recogió la crónica de este periódico. Saludó desde el tercio.

Dos orejas cortó en el segundo de la tarde. Un toro con el que Espartaco se volvió a lucir con el capote y al que instrumentó una faena muy ligada con un sentido exacto de la colocación y de las distancias. El tercero fue un burel que tardeó en el capote y fue mirón. «Fue una faena meritoria en la que el torero tuvo que aguantar los parones del toro, en un alarde de serenidad y buen oficio. Mató de una estocada y se le premió con una oreja», relató Pacurrón.

«El único toro que planteó algunos problemas fue el cuarto y no porque tuviera malas intenciones, sino porque era corto de cuello y humillaba poco. Espartaco no podía bajarle las manos y lo toreó con la muleta a media altura. Logró muletazos estimables, pero por la construcción del toro le faltó profundidad a la faena. Lo mató de una estocada y hubo petición de oreja y vuelta al ruedo», según la crónica de SUR.

A la tarde no le faltó de nada y en el quinto se tiró como espontáneo al ruedo el matador de toros granadino El Berenjeno. «Fue un espectáculo lamentable, y más aún al interpretarlo un profesional. El espontáneo sembró el desconcierto en el ruedo, con los banderilleros persiguiéndolo, hasta que fue arrollado. El toro, al pisarlo, le causó un golpe en la clavicula. Cuando se normalizó la situación, Espartaco cuajó una faena vibrante, porque el toro, con mucho brío, transmitía. El torero toreó de rodilla y alcanzó los mejores momentos con la mano izquierda, con la que prodigó los naturales largos y templados, rematados formidablemente con los pases de pecho. Mató de una estocada y le otorgaron dos orejas», contó Pacurrón en SUR.

Fue una tarde que entró en la historia de La Malagueta y que marcó un hito que aún hoy no se ha superado, ya que desde entonces, y a pesar de que ha habido dos indultos en el ruedo malagueño, ningún torero ha vuelto a pasear un rabo por el albero del coso del Paseo de Reding. Cabe añadir que en feria, el último rabo lo cortó un año antes, el 10 de agosto de 1985, Paco Ojeda en un mano a mano con Curro Romero ante toros de Jandilla.

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