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«No vamos a huir, no somos cobardes y saldremos a la calle a defendernos. Ucrania está ahora más unida que nunca». Oksana lleva unos días incapaz de conciliar el sueño entre la «rabia» de ver cómo su país es bombardeado por las tropas rusas, la «impotencia» de saber que sus padres y tíos se tienen que proteger en el sótano y la «indignación» de que la comunidad internacional no sea capaz de frenar a Vladimir Putin. «No más sanciones, necesitamos acciones», exclama Roman, su marido y padre de sus dos pequeños, que alzan una bandera de Ucrania para mostrar su repulsa por la invasión. Como esta familia que echó raíces en Málaga hace casi 13 años, medio millar de personas se han concentrado este domingo en la plaza de la Marina para gritar un rotundo 'No a la guerra'.
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«Tenemos la esperanza de que la Unión Europea y Estados Unidos puedan parar a este loco, porque si sigue su ataque a Ucrania luego querrá más. Putin no tiene fronteras», advierte Vasily, que lleva una década en la Costa del Sol y define al presidente ruso como «el terrorista número 1». Para Natalia es un «asesino» sólo comparable a Hitler. «Está atacando las guarderías y los hospitales para intentar acabar con nuestra nación», se lamenta esta mujer que salió de Kiev hace 20 años para ganarse la vida en Málaga, donde residen unos 11.500 ucranianos, y que ahora sufre «con mucho dolor y miedo» como su pueblo trata de resistirse a la invasión rusa. Un conflicto que, según asegura, veía venir desde hace tiempo.
Quien confiaba en que esta situación no llegara a producirse era Oksana, que lleva 18 años en la provincia. «Nuestra familia está cerca de la frontera con Rumanía y, de momento, están bien, pero no sabemos hasta cuándo», relata. Una incertidumbre que la va carcomiendo a medida que se prolonga la agresión a su país. «Estamos continuamente llamando a nuestros padres y hermanos para comprobar si están bien. En cuanto falla la conexión nos tememos lo peor, pero a veces es simplemente porque están escondidos en el sótano», comenta esperanzada «en que todo esto acabe pronto, aunque no sé cómo porque Putin es un enfermo y no le van a parar las sanciones», destaca Oksana haciendo referencia al bloqueo económico con el que la UE y EEUU pretenden frenar a Rusia.
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Aunque la mayoría de los asistentes a la concentración son ucranianos, también ha querido mostrar su apoyo Olga, que es rusa. «Los rusos no queremos la guerra, estamos con el pueblo de Ucrania y deseamos que todo esto acabe ya», comenta esta joven que reside en la capital desde hace cinco años. También han acudido numerosos malagueños, como Ana María Muñoz, para quien «no tiene sentido que en pleno siglo XXI ocurra esto en Europa; no se puede tolerar que un país invada a otro».
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La protesta ha transcurrido sin incidencias. Reinaba el silencio, que sólo se rompía para lanzar proclamas contra la invasión rusa y para exigir a Putin que abandone Ucrania. Y también para pedir a la comunidad internacional que sea más contundente para poner fin a esta agresión. «Están haciendo política con nuestro país cuando lo que necesitamos es que nos ayuden», se lamenta Lilia.
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