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Son apenas tres kilómetros, pero darían para amueblar varias casas de una tacada. Hay frigoríficos, puertas, colchones, mesas, sillas, sofás, vajillas, pintura y hasta un catálogo de Ikea por si faltara algún detalle. La única pega es que el material no está precisamente en ... buen estado. Esta especie de 'outlet' se encuentra en la carretera entre Soliva y Campanillas, una travesía en la que están proliferando los vertidos ilegales de restos de obra, muebles y demás enseres por parte de aquellos que prefieren tirar los escombros en cualquier arcén en lugar de contratar una cuba o llevarlos a Los Ruíces. O, en el caso de los enseres, dejarlos junto al contenedor del barrio para que se los lleve el servicio de recogida de Limasa. Una práctica que ha ido a más en la zona desde que el incivismo está más controlado en los polígonos y en otros puntos de Campanillas como la Fresneda.
Si a esta realidad se une el acopio de chatarra en ambos núcleos de Los Asperones (el que la mayoría de malagueños reconoce como tal y otro más pequeño cerca de Campanillas) debido a que buena parte de las familias de esta barriada logran subsistir gracias a este negocio, el resultado del recorrido por la A-7076 es un paisaje jalonado por hasta siete puntos de acumulación de residuos.
El primero se encuentra justo en el desvío de la A-7076 hacia el Camino Medioambiental, que curiosamente es el vial que conduce a Limasa y al vertedero. Pero en vez de llegar hasta el punto donde los negocios (pagando una tasa de entre 11 y 23 euros por tonelada) y los ciudadanos de forma gratuita pueden llevar los restos de obra y muebles (también disponen del punto limpio habilitado en el polígono Guadalhorce), en los últimos años se ha 'institucionalizado' como vertedero ilegal una explanada al comienzo del vial.
En una versión adaptada del 'si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él', Limasa instaló varias cubas de grandes dimensiones y, más recientemente, ha vallado el acceso de forma que esté cerrado por la noche para evitar que los rebuscadores lo dejen todo esparcido. Aún así, en la visita realizada por este periódico queda claro no sólo que no funciona, sino que además la basura se está extendiendo al otro lado de la calzada.
Tras dejar atrás la explanada de Los Asperones donde resaltan varios electrodomésticos y demás chatarra que recogen en esta barriada para depurarla (quema en cubas) y venderla, la siguiente escombrera se encuentra justo debajo de la hiperronda, donde se amontonan sacos repletos de restos de obra, además de sofás, colchones y basura de todo tipo.
De ahí, el recorrido continúa en dirección a Campanillas, donde después de la rotonda del cementerio aflora otra escombrera a la derecha bloqueando el acceso a lo que queda de unas antiguas naves industriales. Y pocos metros más adelante, otro a la izquierda hasta llegar al tramo comprendido entre la segunda fase de Los Asperones y Famadesa. Un sofá a modo de marquesina en la parada del 25 de la EMT da buena muestra de la cantidad de residuos esparcidos a lo largo de unos cien metros de arcén que tiene como epicentro un llano presidido por una cuba utilizada habitualmente para la quema de plásticos que dejen a la luz los hierros, cables y demás residuos metálicos que se venden al peso como chatarra.
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