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Juan José llama al 092. Tras varios tonos, responde un operador de la sala de la Policía Local de Málaga:
–«Dígame».
–«Ha entrado una serpiente en mi casa. ¿Puede enviar a alguien?».
Unos minutos después, una patrulla se presentó en su domicilio, situado en la calle Federico Fellini, en Parque Clavero. Juan José los recibió en la puerta.
–«Buenas tardes. Pasen».
–«Usted primero», respondió educadamente el agente.
–«No no, al contrario, están en su casa», insistió él, con una pizca de sorna y otro tanto de precaución. La «bicha», como la llaman en casa, aún andaba suelta.
Todo ocurrió una tarde, hace unos días, cuando volvía de un duro día de trabajo al frente de la empresa Jubeal. Al abrir la puerta de su vivienda, Juan José Ruiz escuchó en la jardinera de la entrada un ruido y percibió algo de movimiento entre las plantas. Aprovechó que justo al lado había una manguera y la utilizó para inspeccionar los arbustos: «No vi nada, se movía muy rápido, y no me enteré de lo que era hasta que se deslizó hasta el suelo y se coló en el interior de la casa».
Casi con la misma velocidad con la que reptaba el animal, Juan José lo persiguió hasta que lo vio refugiarse en el interior del carrito de bebé que siempre está aparcado en la entrada de la casa. Y la sillita es bien grande, ya que es de dos plazas para los mellizos que hace 15 meses llegaron a la vida de esta familia.
Dentro de la vivienda estaba la madre de este vecino, con los dos pequeños y el mayor de los hermanos, que tiene cinco años. «Le dije que cerrara la puerta del salón y yo hice lo mismo con la de la cocina», explica Juan José. Sin embargo, cuando los policías locales llegaron, no la encontraron en el carrito, por lo que subieron a la primera planta para tratar de dar con ella.
Fue el empresario el que volvió a dar la voz de alarma al ver la cola de culebra asomando otra vez en la sillita de los mellizos. Entonces sacaron el carrito fuera de la vivienda y comenzó la maniobra para capturar al animal, que se había escondido bajo la almohadilla del asiento del carrito y estaba enroscada y fuertemente agarrada a las cinchas de sujeción.
La agresividad de la culebra, de raza bastarda y de más de un metro de longitud, llamó la atención de los agentes del Gruprona de la Policía Local. De hecho, les atacó en diversas ocasiones mientras la capturaban. «Impresionaba mucho por los ruidos que hacía y los movimientos. Nos dijeron que era una cría. ¡Menos mal!», exclama Juan José.
Este vecino de Parque Clavero recuerda con una sonrisa una situación que ha acabado en anécdota, pero que supuso un buen susto para la familia. Las cosas han cambiado en casa: «Ahora mi mujer y mi madre revisan a diario el carrito cada vez que lo van a coger».
De hecho, la inspección en la casa se hizo a fondo. El carrito de los pequeños se desmontó entero y se limpió, mientras que la madre de Juan José revisó los cajones de los armarios y las cómodas: «Dicen que las 'bichas' buscan el calor e imagina que hubiera subido otra y se hubiera refugiado entre la ropa».
Después darle vueltas a la cabeza, Juan José y su familia creen haber encontrado una explicación a lo ocurrido. Unos días antes de que la culebra se colara en su casa, «desbrozaron la zona de monte que hay justo destrás de la vivienda». «Seguramente salió de ahí y acabó dándonos un buen susto», concluye.
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