Si tienes prisa por aparcar en el centro histórico y pretendes hacerlo en el parking de Plaza de la Marina, piénsatelo dos veces si vienes de la calle Córdoba, porque es muy probable que acabes atrapado en una trampa que lleva años encerrando a conductores que una vez están en ella, no pueden dar la vuelta. Justo al girar, los conductores entran directamente en la zona peatonal de la Alameda, y una vez que cualquier otro vehículo se pone detrás, cualquier maniobra para salir de esa zona es imposible.
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«Ayer estuvimos más de 30 minutos sin poder mover el coche. Si entras no puedes cambiar de opinión y son muchas las escenas de conductores bajados de los coches o de maniobras que pueden poner en peligro a los peatones que van caminando por la Alameda Principal», comenta M.C., lectora habitual de SUR, que envía fotografías de lo que se explica en estas líneas.
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La gran trampa no ha llegado aún –y llegará cuando el tráfico se intensifique dentro de un mes con las fiestas–. Cuando todos los coches que vienen de la zona oeste de la ciudad giran en la Alameda de Colón y utilizan el Soho y calle Córdoba a la Alameda, es entonces cuando se produce una situación en la que todos quedan atrapados, pues la única posibilidad que les queda al girar es entrar en el aparcamiento o permanecer parados. La alternativa está clara: habilitar un carril para que los coches puedan dar la vuelta de uno en uno o asumir que hay una trampa en la que no debes entrar con prisas.
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