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Desde hace más de un año, centenares de pinos mueren fulminados en unos pocos días. No es un asunto exclusivo de la ciudad. Ni siquiera de la provincia. Pero preocupa mucho al Ayuntamiento de Málaga, que se ha aliado con científicos de la Universidad de Córdoba en una lucha contrarreloj por dar con soluciones. Las causas se atribuyen a un complejo de factores interrelacionados, con la sequía y los insectos en el centro, pero no sólo.
Este mismo jueves, SUR comprobó cómo efectivos de la empresa Perica, adjudicataria del servicio de los parques periurbanos de Málaga, se afanaban en eliminar ejemplares muertos; en este caso, en el entorno de la carreterilla que comunica el Seminario con Conde Ureña. Eliminarlos es obligatorio por no aumentar la masa combustible, sanear el monte y además para evitar accidentes en lugares frecuentados por senderistas, familias y algunos coches de esta vía secundaria.
En este marco, el Área de Sostenibilidad recurrió hace unos meses vía convenio a la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y de Montes de Córdoba. Esta asistencia técnica se cerró en 12.000 euros.
Ángel Lora, profesor titular del departamento de Ingeniería Forestal atiende a este diario y explica que la semana pasada los científicos acabaron los muestreos. En algunos tocones se comprueban marcas de ellos. El trabajo de campo empezó antes del verano y continuó en las últimas semanas tras una pausa condicionada por el verano.
Lora se muestra cauto pero ofrece ya algunas claves a la espera de procesar los distintos tipos de muestreos. Una de las primeras causas se remonta a décadas atrás: repoblaciones con ejemplares muy pegados entre sí que llegan a dar cifras altísimas por ejemplo en El Morlaco, unos 10.000 pies por hectárea.
En este punto, la sugerencia es ir poco a poco tirando de selvicultura y hacer clareos, entresacas y otros procedimientos. Seleccionar individuos sería otra sugerencia apuntada.
Los lugares en los que se centran los trabajos, además de los citados Monte Victoria y Morlaco, son Gibralfaro y San Antón.
«Un segundo factor a punta a suelos raquíticos, malísimos, con pendientes... Son ya suelos difíciles de por sí, de modo que, si le añadimos competencia entre árboles...», abunda.
La sequía y las altas temperaturas se ceban con los pinos y los debilitan aún más. El suelo está muy seco y las raíces son poco profundas. «Los pinos están dotados mejor fisiológicamente a competir con frío», apunta.
«Las masas están debilitadas y ahí llegan los oportunistas», comenta. Son un grupo de escarabajos escolítidos. Hay que determinar cuáles, en concreto. Lo estamos procesando», explica. En lenguaje vulgar se conocen como barrenillos y son xilófagos, comen madera y degradan en tiempo récord el árbol. Sus copas ofrecen manchas marrones cada vez más grandes que contrastan entre el verde de la sanas.
De momento, parece descartado que estos insectos, de los que hay más de 6.000 especies por todo el mundo, sean vectores de algún nematodo o gusano, pero es algo en lo que habrá que profundizar.
Este experto advierte de la proliferación de estos bichos, que muchas veces se refugian en el interior de los tocones talados. Sería importante eliminarlos, pero no es una tarea fácil ni barata.
Otra idea que ofrece es algo en lo que el Ayuntamiento ya trabaja desde hace tiempo en su ambiciosa política de reforestaciones: tirar de algarrobos, cipreses, acebuches y otras especies mediterráneas.
En todo caso, advierte de que queda trabajo por delante y que de momento lo que hay es un marco general. Y especifica que cada una de las zonas tiene sus particularidades. En este sentido, por ejemplo, San Antón ofrece buenas posibilidades de bosque mediterráneo.
Mientras los perforadores oportunistas hacen estragos, los técnicos de Sostenibilidad Ambiental del Ayuntamiento trabajan sin descanso. Y se han acotado zonas para realizar riegos semanales y comprobar la evolución de los ejemplares.
Sostenibilidad mantiene último dato aportado hace ya algunos meses: mil ejemplares secos retirados. Pero esa cifra debe ser a la fuerza considerablemente superior. Son más de 4,5 millones de metros cuadrados de zonas forestales los registrados en la ciudad.
Sobre la citada prueba de regar una parcela de unos mil metros cuadrados en Gibralfaro una vez por semana, las citadas fuentes apuntan a que el resultado es que no se están secando, por lo que todo apunta a que la causa mayor es la falta de precipitaciones.
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