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Fabian Scheider ha cambiado el frío de Zúrich por el clima soleado de Málaga. En vez de trabajar a 15 grados entre cuatro paredes en ... la ciudad suiza, este ingeniero informático lo hace en una terraza de La Malagueta mientras toma el sol de octubre. Lo hace gracias al teletrabajo que ha instaurado su empresa, pero también al auge de los centros de trabajo compartido o 'coworking' que han proliferado a raíz de la pandemia.
Desde que finalizó el estado de alarma, en mayo del año pasado, la demanda de este tipo de centros se ha disparado en Málaga. Solo en la provincia se contabilizan 59 negocios especializados, y en todos ellos la petición de plazas ha aumentado por encima del 40%. En Innovation Campus, el centro en el que trabaja Fabian, han pasado de uno a cuatro oficinas en apenas un año y han multiplicado por diez la cantidad de metros cuadrados disponibles, lo que da buena muestra del crecimiento que está experimentando el sector.
Fabian tiene 31 años y trabaja para la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, una universidad pública pionera en investigaciones que le permite teletrabajar desde casi cualquier rincón del mundo. «Mi jefe me ha dicho que aproveche y que vuelva cuando llegue el mal tiempo», bromea. Su caso es similar al de numerosos ciudadanos europeos que se han trasladado a la ciudad para disfrutar de las bondades del clima sin tener que renunciar a su actual puesto de trabajo.
59negocios especializados en trabajo compartido hay en la provincia, según los datos que maneja la plataforma Coworking Spain. La demanda ha aumentado un 40 por ciento, según las estimaciones realizadas por algunas empresas del sector.
El fundador del centro, el italiano Emanuele Sisti, reconoce que la pandemia ha provocado un cambio de mentalidad tanto en los empresarios como en los trabajadores, que ahora no quieren atarse a una oficina al uso. Antes de que el Covid irrumpiera en el mundo, las oficinas especializadas en trabajo compartido eran casi testimoniales y se dedicaban a atender a nómadas digitales, fundamentalmente del norte de Europa, y a pequeñas startups que estaban empezando. Ahora, por contra, estos negocios se han llenado de autónomos, personas que no quieren teletrabajar en casa e incluso de grandes empresas que no quieren volver a atarse a una oficina tradicional. También ha variado el porcentaje de usuarios internacionales, que se ha igualado con los nacionales.
La transformación, en realidad, había comenzado hace unos tres años, pero la pandemia ha acelerado este cambio de mentalidad, que responde a una forma de actuar más europea. «Todavía hay empresas con una forma de pensar más antigua que quieren tener a todos los trabajadores entre cuatro paredes, pero cada vez son menos», resume.
Sobre las ventajas de este tipo de iniciativas, los profesionales que gestionan los centros destacan la posibilidad de compartir mesa con alguien afín con quien poder establecer sinergias y realizar trabajos colaborativos, aunque también la posibilidad de contar con servicios como salas de reuniones, domicilio fiscal o cocina. Sobre la gestión en equipo, algunos centros incluso cuentan con aplicaciones móviles en donde informan de las personas que están en los centros en cada momento.
La directora de comunicación de la plataforma Coworking Spain, Laura Martín, explica que los tradicionales centros de negocios y los novedosos coworking se están fusionando en un espacio común, y que junto a una mesa de trabajadores autónomos puede instalarse una oficina completa. De hecho, la gran ventaja de estos espacios es que lo mismo se puede contratar un despacho estable que una mesa por horas. En referencia a los precios, oscilan entre los 15 euros de un día suelto hasta los 200 ó 300 que cuesta una mensualidad completa.
Laura Martín, que controla los datos de toda España, detalla que Málaga se ha colocado a la cabeza de las ciudades con más potencial, junto a Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia. De hecho, la gran competencia entre las diferentes empresas y ciudades está animando a ofrecer servicios novedosos como gimnasios o guarderías. «Los centros tienden a ofrecer algo más que una mesa y unas pocas sillas», reconoce.
También trabaja en este mundo el empresario Ricardo Campos. En su caso gestiona Coworking Be creative!, en la calle Victoria, y también cree que detrás de este auge se esconde el cansancio del teletrabajo en casa. «Tras unos meses trabajando en casa, todo el mundo se ha dado cuenta de que necesita cambiar de ambiente, socializar y trabajar en compañía».
Ricardo está convencido de que el cambio de mentalidad que se ha producido en las empresas se debe a la revolución tecnológica a la que ha obligado la pandemia para seguir trabajando. «Era algo que todos tenían entre los deberes pendientes, pero no ha sido una prioridad hasta que llegó el Covid». Y por eso ahora, cuando ya se ha puesto en marcha este cambio tecnológico, las empresas han descubierto las ventajas del trabajo flexible. «Se ha roto la barrera».
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