Spoksponha posa en la que ha sido su calle de todo la vida, la Avenida Doctor Marañón. Salvador Salas | Vídeo: Pedro. J. Quero

Spoksponha, rey de Martiricos

Con más 500 mil seguidores sumando Twitter, Instagram y Twitch, el malagueño Adrián Maldonado es ya uno de los creadores con más proyección en el panorama nacional. Dibuja en esta autobiografía un mapa sentimental del barrio en el que nació su personaje

Domingo, 9 de octubre 2022

Barrio de Martiricos, 10.30 de la mañana. Cumbre en la cafetería Aromas. Brainstorming, sombra doble, lluvia de likes y mollete mixto. Preside la reunión ... Adri, aquel niño del San José de la Montaña, que a sus treintaypocos se ha convertido en una de las figuras con más proyección en Internet de nuestro país. Enfrente, su abogado y amigo de toda la vida -tanto monta- Antonio Pachón. «Nos echamos un café y ordenamos las prioridades, él es también responsable de este éxito», dice Adrián Maldonado. Esas gafas y ese sombrero lo convierten en Spoksponha, como le conocen más de 120 mil seguidores en Twitter, casi 300 mil en Instagram y otros 110 mil en Twitch. Otro tanto en Tiktok. Adrián es un meme de Pingu que se hace viral una y otra vez en Twitter, el Doraemon «farzo» con acento malaguita que te enviaron por WhatsApp. El Aromas es uno de sus bares de toda la vida. «Podríamos haber empezado también en el ensueño», matiza. Después del obligado mollete mixto, Adrián va a dibujar un mapa sentimental del Martiricos que vio forjarse el personaje Spoksponha, acompañado de Antonio Pachón y Rafa las Heras, otro de sus amigos de toda la vida.

Publicidad

Sube caminando por la Avenida del Arroyo de los Ángeles como uno más. Él solo tiene más seguidores que vecinos Martiricos. Creador de contenido, y hasta eso se le queda pequeño. «Me considero artista», que no influencer. A la derecha de la avenida empieza su barrio. «Aquí descubrí las cosas buenas y las malas», señala. Ahí nació SpokSponha. «Soy de la calle. De Martiricos y de la Trinidad, de la Roca y de Miraflores». De esa calle salía Wanillo el Kokunero, el personaje con el que reventó 'Marbella Vice', el servidor de GTA que lo catapultó a la fama de la mano del fuengiroleño IlloJuan en Twitch hace apenas un año. «Yo, que venía de jugar con una GameBoy Color, y paso a rolear con 70.000 personas pendientes de la pantalla». Ahora, cada martes por la noche (y a veces también los jueves) emite en directo en su canal con más de 1.000 espectadores. «Me gustaría hacer mi propio 'late night', por qué no». A su modo, ya lo tiene: una legión de devotos de sus reacciones a la 'Isla de las Tentaciones' hasta las 2 de la mañana.

Antes de enfilar su avenida, la que lleva a su casa, la del Doctor Marañón, para en el semáforo que cruza al colegio San José de la Montaña. «donde comenzó todo». El de las clases de mates con Mp3 escondidos en los bolsillos. «Y las monjas me preguntaban, ¿pero esto qué es?». Los noventa pasaron en este patio entre chiquitazos y bollicaos bombón. Las once, hora del recreo. Esta mañana bulle también de actividad. Griterío de niños. «Mis colegas grafiteros salieron de San José de la Montaña, mis amigos productores también. Y estudió aquí Little Pepe». Otro referente del hiphop. A puertas del cole, mientras un profesor pasa por su lado -«ese no me dio clase, creo»- reconoce que Spoksponha también se forjó con la figura de Madre Petra y un Adri niño vestido de nazareno por Semana Santa y de pastorcillo en Navidad.

Salvador Salas

En un barrio huérfano de estrellas, posa como si fuera un músico conquistando Times Square, y señala a la cámara en mitad de la avenida del Doctor Marañón. La transformación de la zona parece una metáfora de la escalada en la vida de Adrián, el hijo de Mari Carmen y Jorge. «Vamos a prepararnos para un safari por el nuevo Martiricos, un viaje al pasado del barrio, pero con portales al futuro creados por el mismísimo Doctor Extraño». Este es el titular que le pone Spoksponha a este paseo por su memoria, pero también por su presente. Un camino que pasa por delante de la puerta del bullicioso Mercadona, que ha cambiado de ubicación acercándose cada vez más al portal de Adrián. No puede dejar de repetir que hace apenas cinco años salía de esa casa bien temprano para ir al PTA, a su trabajo en el almacén de una empresa farmacéutica. «A día de hoy tengo una excedencia en mi curro», nunca se sabe las vueltas que da la vida. Aunque su intención es «subir el nivel cada vez más».

Publicidad

Cruza la avenida y llega al parque con mayúsculas, ese pulmón verde levantado sobre los terrenos de Citesa. «Yo lo llamo el parque de los Telettubies, por estas colinas tan guapas». Adrián parece fascinado con este nuevo escenario que observa desde su misma casa. Una suerte de mapa del Risk, un 13 Rue del Percebe, pero en horizontal. «Desde arriba, desde mi ventana, también he puesto voces a los vecinos. Aquí, que hay perros para cuatro pelis de Pixar y ves a la gente con toallas como si fuera esto la Misericordia». Las nuevas torres ya no le hacen tanta ilusión, para empezar porque le han tapado las vistas desde su balcón. «Debajo de ellas hay mucha historia del barrio», sigue contando. El rastro de los cartuchos de la Nintendo falsos, los peces en bolsas y los pollos pintados de colores. «He vivido cosas preciosas de la mano de mis padres en este mercadillo». Los domingos competían los gritos del que vendía chumbos contra la voz de Dioni y Mariángeles, los Camela en los puestos de cassettes.

En la memoria sonora de Adrián se mezcla ese rumor de rastro con el eco de miles de garganta coreando un gol de la 'Doble D', Darío Silva y Dely Valdés. «Los domingos aparecía una energía nueva en el barrio», recuerda ante la majestuosa Rosaleda. Lo quiera o no, Martiricos es fútbol. «La afición del Málaga te llenaba 47 rastros». Turistas del deporte que cada fin de semana colmaban los bares: La Bodeguilla, el Estadio, el Natali. «La magia de los días de partido era especial, sin contar con que para encontrar un aparcamiento tenías que sacarte un grado medio». La casa de Adrián también era sucursal del fútbol: desde allí se escuchaban el himno, los goles y hasta el golpeo del balón. «He vivido momentos mágicos con Agostinho y De los Santos. Historia gloriosa del Málaga, siempre con mi padre, un paquete de Bocabits y una Fanta».

Publicidad

Adrián no ha salido futbolista. Prefiere otro balón. Lo bota sobre la acera con destreza. «Ahora vamos ahí, al Madison Square Garden del barrio», señala desde el otro lado del río. «Las canchitas -como él las llama-, el gimnasio del barrio«. Aquí rodó su último vídeo viral, «el de la basura». Pero ahora huele a croquetas y puchero. Es casi la hora de comer. Algún vecino se ha asomado desde las casas mata que rodean a estas pistas de Ciudad Jardín para ver a ese chaval que llaman Spoksponha entrar a canasta. «Nos creíamos Reggie Miller en Indiana, Garbajosa en Toronto». Se ha quitado hasta las gafas de sol para jugar un uno contra uno, para estar más cómodo, más libre y sentirse más Adri que Spok.

A.R.C.

La herida que separa Martiricos de Segalerva, «el río de los Bomberos», tiene hoy hasta patos. «Igual son los que salieron del rastro», ríe Adrián. Se ha desviado del paseo de Ciudad Jardín para bajar al camino de tierra que une en línea recta este punto con el Soho, en el que desemboca casi un kilómetro después. La conexión artística es indudable: el barrio de las artes nace aquí. «Veníamos las tardes, ya fueran de verano o invierno, a hacer nuestros primeros grafitis». Es el «Hall of Fame» del barrio. Aunque ya no quede firma alguna de Spoksponha en estas paredes, la parada era obligatoria. «Es mi antiguo testamento». Spoksponha también es ilustrador: diseña ropa, láminas… «También estoy preparando un libro», dispara de repente. Su cabeza es una metralleta creativa. Y en su paseo sí se quiere detener ante un grafiti que han pintado mano a mano los artistas Minos y Tenis. «Es un pitufo, un buen final después de haber comenzado la mañana con un mollete», apunta.

Publicidad

Última «pokeparada» en otro de los vecinos del barrio: Diario SUR. «He vivido de toda la vida aquí al lado y también he venido de visita con el cole, y ahora… ¡fíjate!». Habla el Adri que de pequeño quería ser dibujante de cómics y lo mismo «pintaba a Goku», que soñaba con publicar tiras como las de Idígoras, Pachi o Jim Davis (Gardfield). «Estar en este periódico es muy diferente a todo lo que puedas lograr en Twitch a Tiktok, es algo tangible, bonito y simbólico», cuenta al cierre de su tour por la nostalgia. Y ya hay hambre. Dan las dos en el reloj y Adri había prometido un adiós de traca: «Un campero como la rueda de un tractor y unas papas aliñás». Visita obligada al clásico asador Padilla. Twittero, instagramer, streamer, rapero, ilustrador… Spoksponha es muchas cosas pero, por encima de todo, sigue siendo Adri, el de Mari Carmen y Jorge. Adrián Maldonado no se piensa profeta en su barrio, no pretende ser un rey, mientras su legión de seguidores ya le ha coronado a golpe de 'like'.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad