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Llega octubre y las farmacias aún no disponen de vacuna para la gripe. Es una situación insólita. Ni siquiera la modificación de la composición, cambiada cada año en función de la mutación del virus, había provocado que el desabastecimiento planease sobre el sector, que ... negocia con los laboratorios a marchas forzadas para recibir lotes de dosis en las próximas semanas. «A estas alturas», explica un farmacéutico de Málaga que prefiere mantener el anonimato, «todos los años tenemos las dosis necesarias».
Antes de que se colapsara la atención primaria, las administraciones aumentaron sus pedidos para centralizar el reparto de la vacuna. El Ministerio de Sanidad compró en mayo 4,7 millones de dosis, casi un siete por ciento más que el año pasado, y en julio anunció una partida extraordinaria de 5,2 millones de unidades. La Junta de Andalucía también incrementó su presupuesto destinado a la vacuna antigripal, que este año asciende a casi diez millones de euros. Aunque en el contrato no consta el número de dosis, un cálculo en base al precio máximo por unidad revela que la Administración andaluza ha comprado más de dos millones de vacunas, cerca de un 40 por ciento más que en campañas anteriores. Esta cifra no ha sido confirmada por el Gobierno autonómico, que remite a una comparecencia prevista la próxima semana por parte del consejero de Salud, Jesús Aguirre, para acceder «a todos los datos» de la campaña contra la gripe.
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Sobre el papel, la idea de que las administraciones públicas incrementaran el número de dosis adquiridas resultaba idónea para garantizar su distribución entre los grupos de riesgo y evitar que la segunda oleada del coronavirus coincidiera con los picos de gripe, algo que volvería a poner a prueba el sistema sanitario. Pero el estado actual de la atención primaria, con los centros de salud desbordados, ha volteado el riesgo. La compra masiva de la vacuna antigripal por parte del sistema público ha dejado desabastecidas a las farmacias precisamente cuando este sector podía actuar como dique para contener la congestión que sufre la atención primaria.
«Ahora todos los que necesiten vacunarse, que en su mayoría son personas mayores o con patologías previas, tendrán que acudir a centros de salud saturados donde hace tiempo que no dan abasto», ilustra un farmacéutico de Vélez-Málaga: «A un sistema colapsado le añaden cientos de miles de pacientes de riesgo esperando una vacuna, cuando muchos de ellos podrían permitirse comprarla en su farmacia». Para curarse en salud, Andalucía prevé instalar centros de vacunación fuera de los ambulatorios en las grandes ciudades para evitar agravar la situación de la atención primaria. «Hace falta que funcionen, porque nunca se han puesto en marcha, y que sea posible llamar por teléfono para pedir cita, que hasta ahora es imposible», reclaman desde el sector.
Las farmacias trabajan contra reloj para conseguir todos los lotes posibles. Los establecimientos consultados ya tienen listas de espera y reciben «entre diez y veinte» llamadas diarias solicitando dosis. Aunque el Colegio de Farmacéuticos de Málaga mantiene que «aún no se sabe» qué ocurrirá con la vacuna, distribuidores confirman que «la cosa está más difícil que otros años porque hay una desviación hacia lo público». El último número de dosis garantizadas, detalla un trabajador de una farmacia de Málaga capital, es de cuatro por negocio: «Nos parece ridículo».
El tiempo corre en contra de los efectos de la vacuna, cuya campaña oficial, más necesaria que nunca por el Covid-19, comenzará en Andalucía dentro de dos semanas. «Ya deberíamos llevar días vacunando contra la gripe porque cuando venga el frío será tarde. El organismo no desarrolla la capacidad de defensa que suministra la vacuna en unas horas. Alguien se vacuna y al día siguiente no está protegido; se necesitan veinte días como mínimo», alega un farmacéutico de Alhaurín de la Torre.
Antes de la pandemia, quienes necesitaban vacunarse podían acudir a su centro de salud o comprar una dosis en su farmacia, siempre bajo prescripción médica. «Es muy fácil de inyectar, aunque la mayoría recurre a practicantes o auxiliares», sostiene un farmacéutico de Torremolinos: «Lo normal, como ocurre en muchos países europeos, es que se permitiese la vacunación en las farmacias, de modo que el usuario se va con la dosis puesta». Este año, de momento, ni siquiera saben si tendrán unidades para vender.
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