El restaurante El Torcal cierra tras 55 años asfixiado por el aumento de los gastos

José Miguel lleva años capeando como puede el temporal: la bajada de las ventas, el Covid, el aumento de los gastos, el encarecimiento de los suministros y ahora la guerra en Ucrania. La presión a la que lleva años sometido incluso le ha provocado un ictus, aunque eso sea ahora lo que menos le preocupa. A sus 56 años apunta que su familia es la que le ha dado el empujón que le faltaba. «Me llevaba tiempo presionando para que cerrara, pero yo quería mantener una pequeña esperanza».

La decisión final la tomó hace dos semanas y ya se la ha comunicado a sus principales amigos y clientes. «Me han dicho que les da mucha pena; y a mi también, aunque en el fondo será una liberación», desvela en el interior del enorme salón que antaño utilizaban para celebrar bodas. «Este puede ser otro problema. Puerto de la Torre ha pasado de moda y ya apenas se realizan celebraciones; todo suma un poco», añade.

Aunque se resiste a hablar de cierre definitivo, el pasado jueves fue a dar de baja el suministro eléctrico y su gestoría ya le está tramitando la baja en el IAE. Como el local es suyo, se plantea dividirlo y alquilarlo por partes o incluso dejar un pequeño restaurante que pueda gestionar un inquilino. «Mi aventura termina aquí», sentencia apenado. «Si el local no hubiera sido mío, habría cerrado hace siete u ocho años», añade.

El restaurante El Torcal abrió el 30 de noviembre de 1967, «día de San Andrés», en la calle Lope de Rueda. El establecimiento lo inauguró Andrés Aguilar, padre de José Miguel, y para su nombre eligió el lugar donde se había criado: El Torcal de Antequera. Aunque los inicios nunca son sencillos, por aquella época comenzaron a trabajar muy bien gracias a los clientes que se desplazaban desde la capital. Puerto de la Torre no es como ahora, sino una zona de campo repleta de casas desperdigadas.

José Manuel empezó a trabajar en el negocio familiar con apenas 14 años. Inicialmente echaba una mano los fines de semana, mientras terminaba sus estudios. Con 21, y tras cursar Diseño de Moda, se incorporó de forma definitiva al restaurante. Desde hace dos décadas, tras retirarse su padre, se encarga de dirigir el establecimiento en exclusiva.

Haciendo memoria, señala que los mejores años fueron finales de los 90, cuando acogían en su enorme salón varías bodas y comuniones cada fin de semana. Pero eso pasó y ahora los novios se han trasladado a hoteles y fincas privadas. «Puerto de la Torre se ha quedado antiguo y todos lo estamos pasando mal», insiste.

A nivel gastronómico comenzaron con lomo en manteca y pollo al ajillo, que era lo que se estilaba en la zona, pero poco a poco fueron incorporando nuevos platos típicos de los montes y de otras zonas de Málaga como el rabo de toro. Desde hace 20 años ofrecen menú del día y muchos desayunos a los vecinos y padres del colegio Europa, que tienen justo enfrente.

Aunque apenas se abre a mostrar sus emociones, José Miguel reconoce estar apenado. «¡Claro que estoy triste! En este negocio se han dejado la vida mi padre, mi madre y toda mi familia», resume. Es más, confiesa sentirse algo culpable por no haber sido capaz de sacarlo adelante. «Pero con las circunstancias actuales es imposible y muchos más negocios van a terminar cerrando en la zona», vaticina.

El propietario del restaurante cree que la situación económica va a seguir empeorando y por ello entiende que cerrar es la mejor decisión que se puede tomar en este momento. Con el cierre del local también se quedarán sin trabajo dos empleados que tiene fijos y seis que trabajaban los fines de semana como refuerzo. Sin duda, un punto y final demasiado amargo para José Manuel y para todo el barrio de Puerto de la Torre.