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El Real Club Mediterráneo se ha quedado sin servicio de restauración. El restaurante gestionado por la empresa Haffmarein ha cerrado sus puertas tras 20 años de actividad por problemas económicos y tras solicitar concurso voluntario de acreedores. Ubicado en el paseo de la Farola, el responsable del negocio ha decidido cesar la actividad a consecuencia de la grave crisis que atraviesa desde que comenzó el Covid.
El restaurante abrió por última vez el pasado lunes día 28 de febrero y el cierre se ha producido después de que el propio empresario haya solicitado entrar en concurso de acreedores de forma voluntaria. Al parecer, el negocio no era sostenible económicamente y ha tenido que tomar esta drástica «y dolorosa» decisión. El club permanecerá sin dicho servicio hasta que encuentre un nuevo empresario que se haga cargo de su gestión.
Cuestionado por este periódico, el empresario y chef Gonzalo Martínez lamenta haber tenido que cerrar las puertas del establecimiento, pero reconoce que era inviable mantenerlo abierto porque «perdía dinero todos los meses». Empresario hostelero con gran experiencia en el sector, asegura que esto ha supuesto un punto y final, ya que a su edad no cree que vuelva a abrir ningún negocio de restauración. «Me voy dolido, porque una situación así no le gusta a nadie; pero al menos no le debo un solo euro a la plantilla y el club también va a cobrar todo lo que se le debe», adelanta.
El restaurante del club abrió sus puertas el 15 de enero de 2002, por lo que el cierre se produce apenas unas semanas después de cumplir dos décadas. Anteriormente, Gonzalo Martínez dirigía el restaurante Commendatore, en la avenida de Pries (entre 1986 y 2002).
Gonzalo explica que él lleva 56 años como socio del club y que el cambio lo realizó por la insistencia de la junta directiva. Cuando ha efectuado el cierre aún le quedaban siete años de concesión. Y aunque no quiere hablar mal del club, no esconde que le hubiera gustado recibir más apoyo por parte de los actuales responsables, ya que entiende que la prioridad del club debería ser prestar un servicio de restauración y no solo mirar la parte económica.
Aunque inicialmente le redujeron el canon para poder sobrevivir a la pandemia, expone que desde el pasado 1 de enero debía hacer frente a la cuota completa, algo que considera inviable para el negocio que tiene el restaurante, ya que sólo funciona bien los fines de semana. Eso, unido a una plantilla de más de 20 personas, han provocado que «el cierre fuera la única solución».
En referencia al cierre, desde el club aseguran estar trabajando para resolver el asunto de la mejor manera posible y a la espera de lo que les indique en cada momento el administrador concursal. Una vez resueltos los flecos legales, se abrirá el proceso para encontrar un nuevo suministrador de servicios.
Con anterioridad al cierre, la junta directiva del club informó a los socios de que el abastecedor del servicio de restauración había sido declarado en concurso de acreedores por solicitud propia ante el Juzgado de lo Mercantil, por lo que se le habían suspendido sus facultades de administración y gestión.
En una nota informativa interna aseguraban estar a la espera de recibir la notificación legal por parte del administrador concursal «para poder trabajar y resolver en la mejor forma y a la mayor brevedad que las circunstancias legales posibiliten, el restablecimiento del servicio». «Lamentamos las molestias e inconvenientes que esta situación sobrevenida pueda causarnos a todos», añaden.
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