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En octubre Rebeca Grynspan pondrá fin a siete años en España como Secretaria General Iberoamericana y artífice de las últimas cumbres celebradas. El paréntesis como veterana en la cúpula de la ONU se cierra con su elección el pasado día 11 -el nombramiento coincidió con ... su visita a Málaga- al frente de la UNCTAD (Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo). La economista costarricense, partidaria desde primera hora de la liberación de las patentes de las vacuas, critica la indefinición de los países ricos sobre su reparto a los más pobres.
-¿Qué destacaría de los acuerdos del reciente G7?
-Dos elementos muy importantes. El primero es que se comprometen a enviar mil millones de vacunas al resto. El reparto ha sido muy desigual porque los países desarrollados han tenido acceso a una cantidad mucho mayor. Otra cosa es estar satisfechos con los tiempos de entrega. Los plazos no están especificados y pudiera ocurrir que se reciban vacunas a finales o durante 2022 y eso es alargar el sufrimiento de muchos miles de millones de personas. También saludamos que el G7 no cierre la vía de financiamiento del programa Covax, que tiene una brecha de 50.000 millones, pero es un buen comienzo.
-Ha sido una valedora desde el principio de la liberación de patentes, pero es solo una parte de lo necesario. ¿Se podrá avanzar también en los retos industriales y logísticos para las vacunas?
-En la Organización Mundial del Comercio se está discutiendo este tema. Debería haber una liberación de las patentes durante la pandemia porque, además, dos terceras partes de los recursos que han usado las farmacéuticas son públicos o de la filantropía. Hay una base para pedirlo y también un apoyo a las capacidades para producción en varios países. Estamos ante un éxito rotundo de la ciencia, con el hallazgo de diez vacunas en tiempo récord. El mundo tiene capacidades extraordinarias, pero en la gobernanza de la pandemia no estamos a la altura.
-El mundo rico, con capacidad incluso para 'trivacunar' a su población, no parece estar por una solidaridad egoísta, digamos, ante la Covid. ¿Falta liderazgo moral sobre la vacunación universal más allá de Biden?
-Hay algo de cierto. Europa ha sido más solidaria en el Covax y en la exportación, más que EE UU, cuyo presidente Biden se ha comprometido también. Como le digo, lo que para mí falta en la declaración del G7 es un compromiso de tiempos. Tengo que felicitar al Gobierno español porque se comprometió a enviar al programa su excedente cuando tenga el 50 por ciento de su población vacunada, algo que va a ocurrir en julio, y enviará el excedente a los países latinoamericanos. Si los demás del G7 hicieran lo mismo, estaríamos ante un mejor panorama general.
-El mundo rico afronta su reconstrucción con fondos especiales, endeudamientos formidables como el de EE UU. ¿Cómo financiar la reconstrucción de las economías en desarrollo con unas exigencias, ambientales por ejemplo, que no son las del pasado?
-Ahí tengo una gran preocupación. Recuerdo que en los 80, la crisis me cogió en el Ministerio de Hacienda de Costa Rica. Imagínese. Fue la llamada década perdida de América Latina. Postergó la recuperación y alargó el sufrimiento de nuestros países. Los países en desarrollo requieren de instrumentos nuevos de financiación de los organismos internacionales, porque sino no podremos hacer lo que hay que hacer. No solo es comprar vacunas, sino inversiones en transición ecológica, para cambiar nuestra matriz productiva, para digitalización, para salud, en educación... Fíjese que en América Latina millones de niños han estado durante casi un año fuera de las escuelas y sin acceso a Internet.
-¿La vivencia de la pandemia es excesivamente eurocéntrica?
-Parte del eurocentrismo es pensar que todos los problemas están en un lado y las soluciones en otro. Tenemos problemas comunes y necesitamos acciones comunes. Tengo que decir que España y Portugal, tan europeos y a la vez tan iberoamericanos, nos han ayudado mucho en ese diálogo político de alto nivel para decirle a Europa desde Iberoamérica que somos la región natural de relación con ella, por cultura, valores, compromiso multilateral... Se ha avanzado en cooperación en un espacio distinto con un diálogo más horizontal. Las cumbres iberoamericanas han sido un espacio para otra forma de interrelación.
-En un mundo multipolar, ¿qué políticas son posibles que impliquen también a Rusia y China, que están en otra senda distinta a la del G7, en derechos humanos...?
-Un libro aparecido hace unos meses hablaba del multilateralismo competitivo, y el propio secretario general Guterres advirtió del peligro de dos sistemas multilaterales distintos. Sería muy malo para todos. Algunos hablan de la vuelta a una especie de nueva guerra fría. No estoy de acuerdo. Creo que el multilateralismo tiene capacidades para mantener a todo el mundo dentro. Hay que reconocer las fuerzas centrípetas en la geopolítica mundial, pero Europa tiene que jugar un papel importante porque si no se quedará fuera. Prefiero un triángulo que una línea con dos poderes en los extremos. Necesitamos el oxígeno que Europa puede aportar en ese enfrentamiento de EE UU y China. Hemos aprendido de la historia que para reformar una arquitectura internacional necesitamos un espacio de cooperación y diálogo como Naciones Unidas.
-El día que vio por fin a Joe Biden jurar el cargo, imagino que respiraría profundamente...
-El mundo necesita a unos EE UU involucrados en un multilateralismo efectivo.
-A diferencia de otros periodos, no hay líderes mundiales ante retos como el cambio climático, los Objetivos de Desarrollo Sostenible tan debilitados por la pandemia...
-Sí los hay, pero distintos, sobre todo entre los jóvenes. Estamos acostumbrados a buscarlos solo en el sistema político, pero en las redes sociales han surgido liderazgos jóvenes que nos exigen dejarles un planeta mejor. Es algo que me llena de ilusión. Son liderazgos grupales, cooperativos. En América Latina, el 71% de los jóvenes está dispuesto a sacrificarse para los objetivos contra el cambio climático. Más conciencia ambiental, y esos jóvenes esperan su momento.
-Los cambios con violencia -Chile, Colombia...-, ¿tienen que ver también con esos liderazgos?
-Me preocupa la alta polarización, países con sociedades muy divididas. Ha habido un retroceso. La pandemia ha agravado la insatisfacción, y los procesos electorales contribuyen aún más.
-EE UU vuelve a la ONU tras los sonados portazos de Trump. ¿Qué espera del nuevo ciclo?
-Es muy buena noticia esa vuelta a la OMS o a la financiación de las organizaciones de NU, pero también es necesario remozar la arquitectura internacional tras la II Guerra Mundial. Este mundo es multipolar y los poderes emergentes han de reflejarse. Son procesos lentos. También ocurre con el FMI, el Banco Mundial... les ha sido difícil asimilar esos cambios. Hay un proceso que lidera Guterres en el que veremos más coordinación. El sistema de NU es muy complejo. Confieso que a mí me costó entenderlo (ríe). Lo que ahora trata el secretario general es lograr más eficacia sobre el terreno.
-En la UNCTAD lo tiene bastante difícil. Una mayoría de países pobres que piden más recursos al resto para salir adelante...
-Tiene razón. Asumiré mis funciones en la conferencia en septiembre. Son 195 miembros, los mismos que la Asamblea General, pero dirigido a los problemas del desarrollo. Nuestra misión es que la economía funcione también en esos países, no solo en los desarrollados. De la hiperglobalización a la interdependencia, que lo que le pasa a uno afecta al resto.
-El club Bilderberg, Davos... ¿son los sucedáneos de ese futurible gobierno mundial?
-El único ente legitimado para ejercer como especie de gobierno mundial es Naciones Unidas. El G7 o el G20 son importantes como espacios de diálogo entre los más poderosos.
-La amenaza del cambio climático que parece relegada por la pandemia, ¿ puede acelerarlo todo como gran revulsivo?
-Que EE UU haya vuelto al Acuerdo de París refleja uno de los compromisos mayores de los que tengo recuerdo. Hay una oportunidad de elevar el nivel de ambición, de acelerar los objetivos. Aquellos acuerdos no evitarán que la temperatura global suba dos grados.
-Al menos se ha acabado con eso que sostienen los negacionistas de que el cambio climático es un cuento chino. Además, China se ha sumado a los objetivos de reducir emisiones...
-Cada vez hay menos negacionistas. Esa batalla se ha ganado. Hay intereses y sectores que van a perder y tenemos también que tener instrumentos para afrontar esa realidad.
Grynspan no conocía Málaga y se lleva una impresión «inmejorable» de la ciudad, que va a ocupar parte de su agenda última en la Secretaria General Iberoamericana. El objetivo a corto plazo es el convenio para crear una red de tecnópolis latinoamericanas con Málaga TechPark (antes PTA) –le «entusiasma» su evolución– a la cabeza. Grynspan está considerada como una de las cien mujeres más poderosas de Centroamérica, según 'Forbes', una posición que empezó a forjarse hace dos décadas como alta funcionaria de la ONU. La cooperación para el desarrollo marca su trayectoria, y como administradora de los programas de desarrollo (PNUD) gestionó planes anuales de hasta 5.000 millones de dólares. En otoño comenzará a dirigir la UNCTAD. Será la primera mujer en ocupar un cargo que se suma al de secretaria general adjunta que ejerció desde 2010 hasta su etapa al frente de la Secretaria General Iberoamericana.
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