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«Son ratas que parecen leones». Así comenzaba su denuncia un hostelero de la zona en su conversación con este redactor, algo que apoyaba otro comerciante cuando, justo hablando de estos roedores, apareció una de ellas que no pudo ser fotografiada por la velocidad a la que iba. «Llevamos muchos años denunciando este tema, y lejos de arreglarse, se ha ido agravando con el tiempo. Cada día vemos más ratas, de mayor tamaño y lo peor es que parecen estar acostumbradas a pasar y tratar con personas, pues no se asustan y campan a sus anchas, sobre todo por la noche», comentaba este lector habitual de SUR con gran indignación.
Recordamos este tema, pues ya había sido denunciado el año pasado por Frank, un lector que caminaba por esta plaza camino al trabajo de manera diaria. «Hay ratas de dimensiones exageradas. Muchas de ellas, como ya se denunció en este periódico comparten platos de comida al mismo tiempo que comen los gatos cerca de la calle Carretería y otras corretean entre los bancos de la plaza Poeta Alfonso Canales, por la que paso muy a menudo».
Se esconden entre la maleza que hay a las espaldas de la Plaza de la Marina, y también trepan por algunos de sus árboles. Ahí, aprovechan para comer algunos desperdicios de comida de los alrededores. En definitiva, Parques y Jardines, para empezar, tiene trabajo que hacer en esta zona del corazón del centro histórico.
El entorno de la avenida Ortega y Gasset, de la que se ha hablado en varias ocasiones en este periódico, se encuentra, según los propios residentes de la zona, en situación de «decadencia». Así lo expresan algunos de ellos, que mandan fotos de calles colindantes a la avenida, como Doctor Gómez del Río o Sánchez Blanca: «Llevan descuidadas mucho tiempo, las aceras están erosionadas por el tiempo y tienen muchos adoquines rotos, así como los bordillos. Por otro lado, la calzada también cuenta con desniveles muy significativos», comentan algunos vecinos consultados en declaraciones a SUR.
Se repite un problema que lleva arrastrando la zona de Capuchinos mucho tiempo, de la que también es víctima el barrio colindante, El Ejido. Lo han explicado varios vecinos de la zona durante estos meses (ya casi años), que ven cómo paulatinamente una situación que era molesta se va convirtiendo en desagradable y difícil de atajar: «Es muy habitual ver colchones y muebles junto a los contenedores. La gente los deposita en los días que no corresponden una y otra vez, un problema de difícil solución, quizá con una campaña de concienciación o más vigilancia y multas. Además de todo, por supuesto, las pintadas», razonan.
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