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Se reunía con el alcalde de Málaga, Paco de la Torre, en su despacho. Él, que siempre ha sido un baluarte en el PSOE hasta ... cuando no tenido ningún cargo orgánico sobre el papel. Tenía un encuentro con el señor que lleva 25 años gobernando el Ayuntamiento de la ciudad, el jefe de equipo del gobierno popular, con el que ha tenido y tiene una excelente relación. Es cosa de esa política noble, que ahora no se estila, en la que los que eran de verdad de un lado, o de otro, siempre mantenían una franca cortesía institucional y les reconocían a los de enfrente su sitio. Eso que, por desgracia, ha acabado machacado en tiempos modernos con la polarización y con la gestión política a cara de perro.
Una de las últimas fotos de Rafael Centeno en el Ayuntamiento será siempre en la que sale sonriente con el 'jefe' municipal de un partido diferente al suyo, una cita en la que charlaron los dos animadamente. El que hasta hace poco fue jefe del servicio de Educación, un puesto al que accedió en la etapa de De la Torre precisamente, se jubila tras más de 30 años en la cosa municipal. «Del alcalde de Málaga sólo puedo decir tres cosas: la consideración que siempre me ha dispensado, que he tenido su respeto y su apoyo».
Cuando se evalúa desde fuera esta forma de trabajar sólo queda una máxima: ambos son dos demócratas de libro, que cada vez quedan menos, y entienden que cada uno es de 'su padre y de su madre' (es decir, del partido que sea) pero que en lo profesional son exquisitos y colaboran por el bien de la institución. «Nunca he tenido problemas con Paco (de la Torre), ni aún teniendo las discrepancias políticas que tenemos, que son muy conocidas (se ríe); muy al contrario».
Da cuenta de que el regidor tiene obsesión con la educación, algo que ya sabe el común de los mortales porque es el tema recurrente en sus intervenciones en charlas y conferencias: mejorar los estándares de educación, que posibilitan un acceso a mejores profesiones y salarios. Y aquí, precisamente, De la Torre y el que era profesor de la EGB, que en 1984 acabó opositando para el Ayuntamiento de Málaga, coinciden. «Yo quería haber sido abogado, pero mis padres no tenían posibles para mandarme a estudiar Derecho a Granada, así que tuve que conformarme con ser profesor», explica en el Archivo Municipal, la que ha sido su casa profesional durante muchos años. Tiene una memoria prodigiosa, anécdotas, conversaciones, encuentros, lugares, pero las fechas... «Uy, de eso no me acuerdo, luego lo miramos», que dice con un pequeño guión que se ha hecho previo al encuentro, como si fuese a dar una clase de una hora, que acaba en dos. Como los buenos maestros.
De verbo fácil, vehemencia, ironía andaluza y carácter, Centeno, que llegó de Genalguacil con su familia, ha tenido curiosamente una carrera paralela al alcalde. Ambos han sido jefe de servicio de sus áreas (De la Torre, ingeniero agrícola, lo fue de Agricultura y Pesca en la Delegación de la Junta en Málaga), y Centeno, en el Ayuntamiento. Los dos han tenido una carrera política, antes, después o entre medias. El regidor ya sabemos de qué, y Centeno fue parlamentario andaluz una década de su vida; dos años, director general de Turismo Andaluz, y dos años, delegado de Medio Ambiente de la Junta. «Para mí ser político nunca fue un modo de vida, yo siempre tenía dónde volver, y cuando ya no estaba a gusto eso es lo que hacía», que cuenta con ese desparpajo del que hace gala.
En 1981 empezó a trabajar para Pedro Aparicio con siete profesores más que presentaron un proyecto educativo para enseñarle la ciudad a los escolares. Entonces, el concejal de Educación era del PCE, Lorenzo Corona, recuerda. Después, el 90 aniversario de Jorge Guillén. Un homenaje en vida. Al año siguiente moría el poeta.
Más tarde, opositó, llegó a funcionario, jefe de negociado por aclamación de sus compañeros, de sección, y por último de servicio. Pero en 1986 fue nombrado director general de Cultura, Educación, Participación Ciudadana y Deportes. El mismo De la Torre le recordaba en su encuentro que llevaba casi todo, menos Personal, Hacienda y la Gerencia de Urbanismo. En los albores de la democracia.
En 1987 se tuvo que hacer cargo de una feria de Málaga caótica, en la que las casetas se enganchaban para tener luz al alumbrado del Ayuntamiento y había que poner orden. «Nos tuvieron que poner escoltas a Curro Flores (concejal de Cultura) y a mí», que cuenta riéndose. Recuerda cómo, tras las quejas de los vecinos de la Malagueta por el ruido a las dos de la mañana, tras las Malagueñas de Fiesta, tuvieron que bajar del escenario a Manolo Escobar. El cantante dio una contestación de película, que prefiere no reproducir. «Aparicio no era muy de malagueñas, a él le gustaban más los verdiales y la ópera», apunta.
Sufrió en el gabinete de crisis, en 1989, las graves inundaciones en Málaga, en la que se tiró días y días sin pegar ojo. Una época en la que el Ayuntamiento, explica, tuvo que construir una veintena de colegios e institutos en una Málaga, que estaba desarrollándose como ciudad moderna. «Es de lo que más satisfecho me he sentido en mi vida», dice en el día en el que recoge sus cosas. «De esto y de los programas educativos en los que los alumnos conocían la ciudad, visitaban tu diario SUR, el aeropuerto, traíamos niños de Campanillas que nunca habían visto el mar...», y añadía, orgulloso, que la Feria de Málaga, la Fundación Casa Natal Picasso y la inauguración del Archivo Municipal son tres hitos que se hicieron durante su etapa. Siente, eso sí, que como él es workaholic como el alcalde, que su familia haya sufrido tanto sus ausencias, «el coste personal». Su testigo se queda en el Ayuntamiento: su hijo Antonio Centeno Mata es un resolutivo funcionario que trabaja en el área de Protocolo. Él se jubila con 68 años, muy trabajado pero feliz. Sus compañeros le despiden entre abrazos. Le echarán de menos.
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