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El comienzo de las obras de la marina para megayates proyectada en el Puerto de Málaga está pendiente de una lapa. La sociedad concesionaria de esta infraestructura tendrá que certificar la ausencia de ejemplares de Patella ferruginea en las escolleras del interior de la ... dársena del Marqués de Guadiaro, en los muelles uno y dos, al tratarse de una especie en peligro de extinción.
Para ello, se va a contratar a un equipo de buzos que realizará un informe que constate que, como sostiene la Autoridad Portuaria, no hay presencia de esta especie en las aguas interiores. Esta condición, junto a otras de carácter menor, consta en el informe de la Demarcación de Costas que ha sido favorable al proyecto. Ello obligará a retrasar algunos días el comienzo de los trabajos sobre el terreno, que estaba previsto para la próxima semana.
El presidente de esta institución, Carlos Rubio, resta importancia a esta exigencia y recuerda que el informe del organismo responsable del litoral es favorable. «Antes de empezar la obra hay que hacer un estudio complementario, que en su mayor parte ya está hecho, para comprobar que no hay lapas, pero es una cuestión que en cualquier autorización de Costas siempre se pide y sólo hay que informar». Rubio se mostró convencido de que este animal no habita dentro del recinto portuario, por lo que ello no planteará problemas ni demoras de importancia para el proyecto. Además, recordó que este punto no condiciona la autorización, que ya es efectiva. También se ha pedido información sobre el dragado necesario para construir los diques.
La concesionaria de este nuevo servicio es la unión de empresas formada por Cabo Marina y Puerto Picasso Málaga, o lo que es igual: la multinacional estadounidense IGY Marinas, junto a Ocean Capital Partners y el empresario malagueño Domingo de Torres. La empresa ha contratado a Ferrovial para la ejecución de los trabajos, con una inversión prevista de más de diez millones de euros, y que ya están listos para comenzar.
La dársena para grandes embarcaciones de recreo prevista en el muelle 1 y la mitad del 2 supondrá la creación de 31 puntos de atraque para embarcaciones de entre 30 y 100 metros de eslora, y se explotará durante un plazo de 20 años. El ámbito espacial de la concesión cuenta con una lámina de agua de 41.484 metros cuadrados, con la correspondiente superficie de tierra (4.830), y una longitud de muelle de 770 metros.
La parte más llamativa de los trabajos de adecuación de la dársena del Marqués de Guadiaro consiste en la construcción de dos pequeños espigones, ambos necesarios para evitar la agitación de las aguas, que suponen una incomodidad para los pasajeros y las tripulaciones. Una irá en el extremo del muelle uno, a la altura de la Farola, de 30 metros de longitud, en perpendicular, y consistirá en una barrera transversal a base de tablestacas y pilotes (un tipo de pantalla o estructura de contención flexible, formada por piezas prefabricadas), de dos metros de ancho.
El segundo estará hacia la mediación del muelle 2 (el del Palmeral), y será un muro de bloques de hormigón, también en perpendicular, con 50 metros de largo y un ancho de cinco metros. De esta forma, los estudios prevén que será posible contener el movimiento de las aguas interiores. Estas estructuras respetan el círculo de maniobras de los ferrys de Melilla (el conocido popularmente como el Melillero) que seguirá amarrando en el cercano muelle 3.
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