Allá por el 2015, cuando el anterior presidente de la Autoridad Portuaria, Paulino Plata, planteó por primera vez la posibilidad de que la dársena del Marqués de Guadiaro se convirtiera en un puerto deportivo para megayates, la propuesta sonó casi a ciencia ficción. Cinco años y muchos trámites después, el proyecto ha comenzado hoy a ser una realidad. Muy cerca de la Farola, el acto de la primera piedra (más bien, la colocación de una placa conmemorativa), contó con numerosos invitados del sector portuario y marítimo y con todo el boato de los tiempos anteriores al Covid. De este modo comenzaron unos trabajos que en ocho meses y medio permitirán convertir el muelle uno, la ochava (donde está el Pompidou) y parte del muelle 2 en una dársena donde amarrarán en invernada o en escalas de tránsito estival algunos de los yates privados más lujosos del planeta.
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Muy cerca, en el extremo del muelle más cercano a la Casa de Botes (que también se convertirá en un restaurante de alto nivel), los obreros se afanaban en colocar las vallas de cerramiento de la obra para empezar con la construcción de uno de los dos espigones necesarios. La comitiva comenzó la visita por este punto, antes de ir a los discursos. En este grupo se encontraban el alcalde, Francisco de la Torre; el consejero de Presidencia de la Junta, Elías Bendodo; el presidente de la Autoridad Portuaria, Carlos Rubio, y los empresarios Domingo de Torres y José Luis Almazán, en representación de la sociedad concesionaria, liderada por la multinacional estadounidense Igy Marinas. La Gerencia de Urbanismo concedió días atrás la licencia, aunque condicionada a un informe de arqueología de Cultura que se espera para los próximos días.
La inversión prevista, de 11 millones de euros, hará posible la reforma del muelle, que estará completamente ajardinado y podrá albergar a 31 embarcaciones de hasta 180 metros de eslora, a los que se ofrecerá electricidad de alta potencia (dos mil amperios), agua, recogida de residuos por bombeo y wifi; además de seguridad ISPS (protocolo especial para buques y puertos) y servicio de conserjería. La parte de la ochava estará reservada para los barcos de las rutas turísticas.
«Es una apuesta por un mercado nuevo, de los astilleros sale un megayate cada mes, que hasta ahora se atendían en Londres, Italia y Nueva York, y a partir de hoy Málaga entra en ese distinguido club», afirmó el presidente de Marina Málaga, José Luis Almazán, y cifró en 250 días la ejecución, aunque se intentará acortar. De manera que los primeros barcos puedan amarrar antes de la próxima Semana Santa. Almazán también destacó el calado (profundidad) disponible en la dársena, que va de 9 a 12 metros, y agradeció la colaboración entre administraciones para que sea una realidad.
Según sus cálculos, esta actividad tendrá un retorno de 100 millones de euros en generación de riqueza en la ciudad, y al menos 800 puestos de trabajo. La infraestructura tiene una parte sumergida, mediante la ejecución de dos pequeños diques que evitarán la incómoda agitación en la dársena del Marqués de Guadiaro. Uno irá en el extremo del muelle uno, a la altura de la Farola, de 30 metros de longitud, en perpendicular, y consistirá en una barrera transversal a base de tablestacas y pilotes (un tipo de pantalla o estructura de contención flexible, formada por piezas prefabricadas), de dos metros de ancho. El segundo estará hacia la mediación del muelle 2 (el del Palmeral), y será un muro de bloques de hormigón, también en perpendicular, con 50 metros de largo y un ancho de cinco metros. De esta forma, los estudios prevén que será posible contener el movimiento de las aguas interiores. Estas estructuras respetan el círculo de maniobras de los ferrys de Melilla (el conocido popularmente como Melillero) que seguirá amarrando en el cercano muelle 3.
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Por último, ya en tierra, se acondicionará el edificio de cristal existente frente al Club Mediterráneo, que estará destinado a los capitanes, con zona de restauración y diversos servicios. Island Global Yachting (IGY), grupo internacional líder en gestión de puertos deportivos de lujo, junto a Ocean Capital Partners (OCP) y al empresario malagueño Domingo de Torres impulsan la futura IGY Marina Málaga.
El consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo, puso de relieve que esta instalación va a suponer un salto de calidad en la industria náutica de Málaga, la Costa del Sol y Andalucía, dado que este tipo de buques constituyen «pequeñas y medianas empresas en sí mismos». Al tiempo, recordó que la actividad turística es uno de los pilares de la economía de la comunidad, y es la base de la reapertura de la movilidad entre provincias y la progresiva vuelta a la normalidad.
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Por su parte, el presidente del Puerto, Carlos Rubio, lo valoró como «un proyecto muy transformador para Málaga», que supondrá la llegada a la capital de un turismo de alta calidad. Rubio enmarcó esta iniciativa en otras cercanas, también dentro del mercado turístico de alto standing, como la Torre para un hotel de lujo en el dique de Levante y la rehabilitación de la Casa de Botes para un restaurante del grupo Trocadero.
Para el alcalde de Málaga, este nuevo puerto deportivo viene a refrendar la evolución de Málaga y su atractivo mediante su oferta cultural: «No va a haber en el mundo una instalación como esta; ni Londres ni Nueva York pueden ofrecer lo que Málaga ofrece a dos pasos de estos atraques», sentenció Francisco de la Torre.
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