El Puerto de Málaga retoma la exportación de cemento tras los cambios en la fábrica

Votorantim, la multinacional brasileña que se ha hecho con la propiedad de la factoría, ha decidido retomar los tráficos marítimos desde la capital, apoyada en una infraestructura específica que se desarrolló en el año 2019, y que permite que el acarreo se produzca sin emisiones de polvo, lo que elimina la contaminación ambiental que anteriormente generaba la estiba de estos materiales.

De este modo, la cementera, junto con la consignataria Servimad, que presta los servicios portuarios, arrancarán este mes de enero con el reinicio de los movimientos de cemento y de clínker (la materia prima de este). La primera operativa estará centrada precisamente en este último producto, con la previsión de mover 20.000 toneladas con destino a una molienda del mismo grupo empresarial en Santa Cruz de Tenerife.

La siguiente tendrá lugar la semana siguiente, con una carga de cemento hacia la isla de Madeira (Portugal). En esta ocasión se moverán 6.000 toneladas. Aunque estos dos serán los tráficos principales, no se descarta que a lo largo del año puedan surgir nuevos clientes internacionales que requieran el paso por las instalaciones portuarias.

Para la fábrica de La Araña, la actividad en el Puerto es complementaria a la doméstica –en su ámbito territorial– según explica un portavoz de la empresa, quien reconoce que en los últimos meses, con el proceso de cambio de propietarios, se produjo un parón; si bien en el momento en que el centro productivo ha pasado a los nuevos titulares, estos han decidido retomar una actividad que es clave para sus ingresos. El envío de material para otros centros de la propia compañía es una práctica habitual en el sector.

A lo largo de 2023 hay inicialmente previsto uno movimiento total de 300.000 toneladas, una cifra que significará recuperar el nivel de actividad que había anteriormente en el Puerto de Málaga, lo que supone una muestra más de que la actividad de la nueva marca mantendrá una línea de continuidad con la que se venía haciendo cuando estaba en manos de HeidelbergCement.

Una de las claves para mantener la actividad exportadora desde Málaga es la disponibilidad de un sistema moderno de transporte interno que evita la contaminación medioambiental, pues evita la producción de polvo.

La tecnología, desarrollada por la fábrica de cemento junto con Servimad, que fue construida por la empresa andaluza CHIA Espirales en La Puebla de Cazalla (Sevilla), tiene como eje el montaje de una compleja cinta transportadora para llevar el material a lo largo del muelle 7, según el diseño del estudio CM2 Ingeniería y Sistemas, con sede también en Sevilla. La inversión, sólo en la maquinaria, ascendió a dos millones de euros.

De este modo, ya no se usa la cuchara para la carga, ni el depósito directo en el suelo del muelle, con lo que ello suponía en cuanto a la emisión de polvo y de restos. El proyecto, bautizado como «sistema de carga ecológica de graneles», permite operar con barcos de tipo Panamax y está compuesto, en primer lugar, por un cargadero dual para los camiones, que recibe el material en un entorno totalmente carenado y con sistemas de desempolvamiento.

La segunda pieza es la cinta de transporte del material desde dicho cargadero hasta el barco, de unos 50 metros de longitud y una altura de trabajo de 12,5 metros, con una capacidad de 650 toneladas a la hora. Esta cinta, como el resto de la máquina, está completamente cerrada y cuenta con varios aspiradores que eliminan el polvo producido durante el proceso.

Por último, una manga telescópica es la encargada de depositar el material en el fondo de la bodega del barco, con el sistema denominado 'cascade', capaz de crear un flujo continuo en el paso del material. Esta pieza fue fabricada por la compañía británica Cleveland, top mundial en este tipo de instalaciones industriales.