El año pasado, justo el mismo día y a la misma hora, la cabecera de la marcha acababa de salir de la plaza de La Marina y, casi hora y media después, aún había gente esperando a emprender el recorrido. La estampa histórica de ... la convocatoria anterior se repetía y en el ánimo de las convocantes anidaba la certeza de que sí, de que aquello había llegado para quedarse en cada 8M.
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Entre las consignas, entonces, algunas nuevas que defendían que el «machismo mata más que el coronavirus», y algunas mascarillas de participantes (pocas) que ya comenzaban a anticipar lo que estaba por llegar. Doce meses después, el Covid ha terminado con muchas cosas, entre otras con esa energía unánime del clamor feminista, al menos en la calle. Porque el escenario de este 8M fue otro radicalmente opuesto: de las más de 15.000 personas que participaron en la manifestación del 8M en la capital se pasaba a una concentración simbólica de no más de 150. El escenario, el mismo –el entorno de la plaza de La Marina–, ahora sin esperas para que esa marcha multitudinaria comenzara a avanzar por el Paseo de los Curas. Las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia han obligado a cambiar el paso en la mayoría de ciudades, entre ellas Málaga, y la Plataforma del 8M, convocante de la marcha, admitía que era el momento de «ser responsables y adaptarse a las circunstancias».
En esta nueva normalidad, el plan B se desplegaba en el Paseo del Parque con un baile feminista, que si bien no dejó esa imagen histórica en la calle sí hizo que los mensajes sonaran con la misma fuerza. Una pancarta sobre el asfalto con el lema 'Mujeres en acción: feminismo, lucha y transformación', marcaba el lugar exacto desde donde las participantes harían la 'perfomance feminista'. Con música y letra de Eskarnia, el baile puso la nota oficial y el color morado en una agenda que estuvo marcada, durante toda la jornada, por la reivindicación contenida y la distancia de seguridad.
«Vamos a hacerlo con la mayor serenidad posible, pero también vamos a denunciar todos los retrocesos que ha habido para las mujeres en esta pandemia», afirmaba durante el ensayo del baile una de las portavoces de la plataforma, Andrea Barbotta, poco antes de enumerar todos esos espacios que se han perdido para la causa del feminismo. «Han sido muchos pasos atrás a nivel laboral, económico o social; sobre todo en el caso de mujeres que se dedican a los cuidados, las enfermeras, las empleadas de hogar o las víctimas de violencia de género», protestó la portavoz.
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Esos mismos recortes en derechos los desarrollaban poco después las mujeres de la plataforma en la lectura del manifiesto, en esta ocasión a cargo de la integrante de la Plataforma contra los malos tratos a mujeres Violencia Cero, Esther Gálvez, y de la representante de la Federación feminista Gloria Arenas, Ana Rodríguez. «La situación de las mujeres y las niñas, ya de por sí precaria y violentada, ha empeorado sustancialmente con la pandemia del Covid, aumentando los niveles de pobreza, desigualdad y violencia machista», denunciaron ambas como colofón a un acto que no prolongó más allá de la hora y que no contó, como en otras ocasiones, con la representación institucional de otros años. Entre los asistentes, y como apoyo externo al acto de la plataforma, la diputada y concejala socialistas Fuensanta Lima y Rosa del Mar Rodríguez; así como Remedios Ramos, ella sí integrada en el baile y a pocas horas de firmar su vuelta al Ayuntamiento de Málaga como edil del grupo Adelante Málaga (confluencia de Izquierda Unida y Podemos) tras la marcha de su compañero Eduardo Zorrilla.
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La brevedad y el respeto a las medidas de seguridad marcaron también el resto de los actos programados en la agenda del 8M en Málaga por parte de asociaciones de mujeres, colectivos e instituciones. Fue el caso de sendas convocatorias en los sindicatos UGT y CCOO, que durante la mañana tiñeron de morado el entorno de sus sedes para reinvindicar la necesidad de avanzar en la igualdad real entre hombres y mujeres. También en la Diputación Provincial tuvo lugar una concentración simbólica para conmemorar el 8M.
A pesar de esas restricciones generalizadas, también por la mañana se registró una pequeña marcha por el centro histórico, con arranque en la plaza de la Constitución y encabezada por una pancarta del Sindicato de Estudiantes. El colectivo, integrado por no más de un centenar de personas, avanzó por la calle Larios y a la altura del Parque hizo una sentada que obligó a parar momentáneamente el tráfico, hasta que se disolvieron para continuar el itinerario hacia la plaza de La Merced.
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Más allá de esos actos testimoniales en las calles, el simbolismo del 8M se mudaba a muchos de los balcones de la ciudad, que durante todo el día exhibieron prendas de color morado para sumarse a las reivindicaciones. También con un 'aplauso feminista' en esas mismas terrazas a las ocho de la tarde, que –si no unánime como el de los sanitarios– sirvió para escenificar la esperanza de que el próximo 8M sea el de la vuelta a las calles.
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