El confinamiento domiciliario le obligó a tirar de oficio y grandes dosis de imaginación para continuar con las clases. Había que avanzar en un denso ... temario de Historia. Sus alumnos de segundo de Bachillerato se jugaban un curso crucial con una Selectividad en el horizonte. La situación de resignación en casa, sin salir por las restricciones que imponía el Estado de alarma, y con muchas horas por delante para abandonarse al ocio, obligaba a hacer algo más que una videoconferencia diaria y soltar una exposición al uso. Aquello estaba abocado al fracaso y ella supo verlo a tiempo.
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Sofía González (Ronda, 1986) trabajaba por entonces en el Colegio Internacional de Granada. Allí, se dio cuenta de la dificultad para que sus alumnos prestasen atención a la materia a través de una pantalla, «con la Play al lado y sin que nadie les vigilase, porque sus padres estaban trabajando». Y lo que empezó como un apoyo, un refuerzo, pasó a ser una herramienta crucial en su metodología docente. Decidió resumir cada tema en una pizarra doméstica, a modo de cuadro sinóptico, pero que trascendía el tradicional esquema de llaves. Cada mural se convertía en una pequeña obra de arte: densa en contenido, pero aderezada de rostros históricos y con colores diferentes según la tipografía que utilizase. La respuesta fue inmediata por parte de sus alumnos, que además de admirar y animar a su profesora a seguir haciéndolo, lograban atender y, «lo más importante», retener una materia que se hacía bola y costaba digerir en altas concentraciones. «El primer año con este proyecto, el instituto quedó el cuarto de toda Andalucía en notas de Selectividad», presume González.
Tras la aceptación que tuvieron los primeros trabajos, esta profesora, decidió comprarse una pizarra más grande, «como las que tenemos en el instituto», para resumir cada tema en casa. Así lo recuerda esta docente, que emplea más de cuatro horas de su tiempo libre y al que suma el empleado en documentarse y en sintetizar los aspectos más importantes de cada tema. Licenciada en Historia del Arte, reconoce que no sabe dibujar, «pero sí sé reproducir bien lo que veo», apostilla. Asegura que pese al tiempo que le ocupa, le relaja esta labor. «Desde siempre me gustó cantar y todo lo relacionado con la cultura; no puedo esconder que tengo una vena artística», admite.
Desde el primer trabajo, donde probó a explicar el movimiento de rotación y traslación de la Tierra, han transcurrido dos años, 46 pizarras con otros tantos temas de Historia de España, Historia Contemporánea e Historia del Arte y un proyecto personal para compartir ese contenido con el resto de la comunidad educativa.
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El 1 junio de 2020 abría su cuenta de Instagram 'pinceladadehistoriaoficial' con su primer trabajo sobre el golpe a la República, que tituló 'Camino a la Guerra Civil', y un vídeo donde recreaba cómo había sido el proceso de elaboración. Ahora, ya tiene operativa una web con el mismo nombre donde irá subiendo todas esas pizarras que ha ido fotografiando antes de borrarlas, ya que apenas les dejaba una semana «de vida». La única excepción la ha hecho esta semana, cuando 'acabó' en un día con el Antiguo Régimen para dejar sitio en la pizarra a un acontecimiento histórico de actualidad, como ha sido el fallecimiento de la reina Isabel II. «La idea es que puedan descargárselas en alta resolución los estudiantes a los que interese o los profesores que deseen utilizarlas en sus clases, ya que pueden exponerlas con un proyector». El objetivo es también, según González, crear un espacio virtual abierto a futuras colaboraciones de otros docentes para alcanzar el lema de presentación: «¿Quién dijo que la Historia era un tostón? Alguien a quien aburrieron mucho en clase. Cambia el chip de tus alumnos», reza el mensaje.
Esta profesora, a quien Internet le ha permitido mostrar y compartir su trabajo (cuenta con más de 6.800 seguidores en Instagram), defiende el uso de las redes sociales, «siempre y cuando se haga un buen uso de ellas», subraya González, que destaca la iniciativa de otros muchos docentes que, antes que ella, las han usado para compartir materiales y ayudar a los estudiantes a sacar las asignaturas adelante. En su caso, la experiencia siempre ha sido positiva: admiración de sus alumnos, que celebraban cada nuevo seguidor que conseguía, comentarios de reconocimiento, y críticas, pero siempre constructivas. «Nunca he buscado promocionarme ni un interés comercial en lo que hago; solo mejorar mi labor docente y ayudar a mis alumnos», zanja.
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Este curso lo hará en el Colegio Montserrat, un centro concertado de la capital, en Ciudad Jardín, donde dio sus primeros pasos como docente. Aquí, vuelve tras una oferta laboral de última hora, esta misma semana, que le ha obligado a dejar Novaschool Sunland Internacional (Cártama Estación).
Se lleva grandes recuerdos, la admiración de sus alumnos, el cariño de sus compañeros y una pizarra baja el brazo en la que pintar su nueva etapa en la enseñanza.
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