Patio interior del Palacio de Salinas de Málaga. SUR

Esta fue la primera fábrica de tabacos de Málaga (y no es Tabacalera)

En la calle Salinas se encuentra la casa-palacio del mismo nombre, un destacado ejemplo de la arquitectura doméstica barroca del siglo XVII, donde los investigadores sitúan una factoría entre 1728 y 1737

Sábado, 12 de noviembre 2022, 13:40

Pronto se cumplirán 20 años del cierre de la Real Fábrica de Tabacos de Málaga. Había estado funcionando desde 1932 y sus últimos trabajadores salieron ... de las instalaciones de la avenida Sor Teresa Prat el 21 de diciembre de 2002. Obra de los arquitectos Juan Francisco Delgado y Carlos Dendariena, es de estilo regionalista.

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Aunque la relación de Málaga con la producción de tabaco se remonta años atrás. Entre 1829 y 1839 el Palacio de la Aduana funcionó como fábrica de tabaco, que realmente fue el primer destino del edificio, que en 1839 cambiaría a usos administrativos. Y, todavía un siglo atrás, el Palacio de Salinas, muy cerca de la calle Larios, se utilizó como fábrica de tabaco.

En la calle Salinas se encuentra esta casa-palacio, un destacado ejemplo de la arquitectura doméstica barroca del siglo XVII. Como otros edificios del centro, fue declarado en ruinas en 1971, y en 1983 se inició la tramitación para su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC). Un grupo de profesionales constituyeron una promotora para llevar a cabo la rehabilitación del edificio. Los arquitectos encargados de este trabajo fueron Rafael Roldán y Álvaro Gómez, y Alejandro Pérez-Malumbres elaboró la memoria de vigilancia histórica.

Pérez-Malumbres y Silvia González Hernández sostienen que uno de los usos del edificio fue como fábrica de tabacos, de manera que sería la primera factoría de este tipo en la ciudad. Su existencia fue efímera, lo que puede haber sido la causa de su olvido, señalan en el artículo 'La primera fábrica de tabaco de Málaga. El palacete de calle Salinas nº 6' (Revista Jábega, 1991). Según su documentación, estuvo en funcionamiento al menos entre 1728 y 1737.

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El edificio fue en principio residencia de una importante personalidad: el primer nombre que se asocia al palacio de Salinas es el de Pedro Molina, jurado de la ciudad. Los trabajos de Pérez-Malumbres sitúan en este entorno alguna de las mezquitas de la ciudad y también indica que pudo ser la primera fábrica de tabacos de Málaga. Así, del protocolo de venta de 1801 se puede concluir que la torre formó parte de una antigua mezquita medieval. Otras fuentes, sin embargo, niegan este origen musulmán, y la relacionan con una de las 'casas principales' de la ciudad, tratándose, pues, de una torre-mirador propia de las casas-palacio, o de gran propietario, del XVI. Casos similares serían las torres del Palacio de Villalcázar o del Palacio Episcopal.

Esta torre, que se constituye en uno de los elementos más destacados y antiguos del inmueble, está situada en la esquina noreste de la fachada, y sobresale dos plantas por encima del edificio. Se cubre con techumbre de tejas a cuatro aguas, rematada por una veleta de hierro. Interiormente la estructura portante de madera queda vista.

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Barroco español

Su fachada se caracteriza por la sencillez y sobriedad compositiva propia de las edificaciones nobles del barroco español del XVII. En la planta baja destaca la entrada principal, adintelada por sillares de piedra arenisca y coronada con una cornisa. En la primera planta se observan cuatro grandes cierros balconeros de hierro. La puerta principal da paso a un zaguán desde el que se accede al patio, en torno al cual se organizan los locales. Es cuadrado, con arcos de medio punto que descansan sobre columnas de mármol blanco. El suelo de este patio es original, con enladrillado a sardinel formando un dibujo en espiga.

Portada adintelada con sillares de piedra arenisca. SUR

El arquitecto Rafael Roldán recuerda que este fue uno de los primeros trabajos de rehabilitación integral de un edificio histórico en el centro de la ciudad y marcó un hito en cuanto a la forma de enfrentarse al hecho de recuperar y restaurar un inmueble que estaba casi desaparecido por su estado ruinoso. Del mismo habían desaparecido algunos de sus vestigios más nobles, aunque conservaba elementos originales de los siglos XVII y XVIII.

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Destaca el arquitecto que para el equipo técnico supuso un gran esfuerzo desarrollar una metodología de la intervención en el edificio, cómo enfrentarse a la restauración y darle al mismo tiempo un uso adaptado a las necesidades de la propiedad. De los trabajos de investigación previos, Rafael Roldán señala que se llegó a un planteamiento de «puesta en valor de los elementos originales y de hacer una nueva construcción en la zona trasera, donde había desaparecido todo, pero con un lenguaje arquitectónico actual».

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