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Campanillas sigue sin estar a salvo en caso de trombas desatadas. No hasta que se aborde en el encauzamiento pendiente del río que lleva el mismo nombre y que cruza este popular barrio malagueño. Eso sí, al menos se salva de la devastación gracias a que la presa de Casasola, varios kilómetros aguas arriba, hace su trabajo y contiene las riadas. Así lo demuestran los datos de la red Hidrosur, analizados por este diario, y los informes que remite el Área de Medio Ambiente y Emasa. En la última DANA, la infraestructura fue clave. En la primera, también, aunque no evitó el desbordamiento.
El embalse de Casasola almacena ahora 13,31 hectómetros cúbicos. Tiene capacidad para 21,72. Su función primordial es laminar avenidas, aunque, eventualmente, también se puede utilizar para suministro. Está conectada a la red a través de la conducción hasta Pilones, donde está el miniembalse del Tomillar (Campanillas), que ejerce de minidepósito en realidad.
Pero, aprovechando su aumento de nivel con las últimas danas y siguiendo las indicaciones del Comité de Sequía, en estos momentos, Emasa está tomando del embalse 700 litros por segundo; esto es casi la mitad del suministro a la ciudad.
¿Pero cómo funcionó durante la última dana, que se cebó especialmente con Málaga capital? A mediodía del 13 de noviembre, todas las alertas de crecida estaban encendidas. Y se dio por hecho durante buena parte de la mañana que el Campanillas se iba a desbordar.
Los servicios de explotación de la presa de Casasola, que gestiona la Junta de Andalucía, iban controlando continuamente el hidrograma de entrada de agua a la presa para poder ir tomando decisiones. Entre las 13:00 y las 14:00 horas del 13 de noviembre entraron 1,5 hm3 (unos 416 m3/segundo) y la lluvia en esa hora que estuvo cerca del periodo de retorno de cien años. Si hubiera seguido lloviendo con esa intensidad y hubieran entrado 6 hm3 se habría contemplado la posibilidad de desembalsar, aunque finalmente no fue necesario. Sin la presa, el río se hubiese desbordado. De eso no cabe ninguna duda porque, aun con ella, la cosa se quedó cerca.
Tal caudal se puede entender fácilmente con los datos de la lluvia recogida en esa jornada: 93,5 l/m2. El nivel del río tuvo un pico a las 14:00 h de 3,2 metros. Esa fue la hora crítica. En ese momento, bajaba bravo, con 240 metros cúbicos por segundo. Todo el episodio de noviembre hizo sumar al embalse 10 hectómetros cúbicos según los datos de la citada red Hidrosur.
En la primera dana, el 29 de octubre, en la que sí hubo inundaciones en Campanillas, el río alcanzó una profundidad de 3,97 metros. entraron en el embalse en solo un día 5,78 hm3.
Los números son fríos, estadística pura, pero el susto en el cuerpo de dos danas casi seguidas y el recuerdo nefasto de la borrasca Gloria (2020) siguen ahí. Allí el embalse subió 4 hm3 en unas horas.
Pero la infraestructura, inaugurada en 2000 y puesta en carga en 2007, está lo suficientemente lejos de Campanillas como para permitir que el curso del río, con cierta pendiente y arroyos tributarios (Cupiana, Pilones o Piedra Horadada), arme potentes escorrentías en su camino hacia la ciudad.
La necesidad de encauzamiento es indudable y se viene abordando desde hace años. Solo que los proyectos previos que se hicieron a partir de 2005 quedaron obsoletos. Hay mucho en juego: la propia seguridad de los vecinos, fundamentalmente, y un enorme desarrollo urbanístico y viviendas que no se podrán abordar en tanto que no se elimine el riesgo de inundación.
Precisamente, para tratar de avanzar en un proyecto costoso y vital, un grupo de promotores, a través del despacho del arquitecto Ángel Asenjo ha contratado a la consultora Estudio 7 para actualizar los anteproyectos. Están trabajando con estudios muy seguros, a 500 años, como marca la Unión Europea. Los anteriores eran a 100.
El importe estimado es de 70 millones de euros, a los que habría que añadir expropiaciones. El documento apuesta por un tratamiento paisajístico, con bancales, aunque protegidos por piedras para darles rigidez. Luego habría fases posteriores aguas arriba, un tratamiento blando, no con cajones de hormigón. Y una clave más de por qué se inunda Campanillas: el puente de entrada. Es un obstáculo. En el proyecto se prevé ensanchar.
La cuestión es quién aborda estas obras. La Junta no las tiene declaradas de interés general de la comunidad pero estaría dispuesta a apoyar esa primera fase. El Ayuntamiento pretende que parte se pudiera repercutir como carga a los promotores, pero es una cantidad demasiado elevada. En todo caso, la obra habría que fasearla y los primeros trabajos se realizarían en el núcleo de población.
Por otra parte, tras el paso de la última dana, Casasola hubo de hacer una maniobra de desembalse extraordinaria y de seguridad para limpiar los desagües de fondo y prevenir el exceso de tierra y sólidos. Estas maniobras se han repetido en el sistema Guadalhorce o en el Limonero.
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