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Llegaba el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, las concejalas, cada una, decidía cómo pasarlo, y venía a la cabeza la que un día fue la primera alcaldesa de Málaga en 500 años, la única hasta la fecha, Celia Villalobos. En una ... época en la que han vuelto los honores tras dos años de pandemia, las calles y las medallas de la Ciudad, la segunda regidora de la democracia no tiene ninguno de esos reconocimientos, lo que se exponía en esta sección.
El fallecido Pedro Aparicio recibía la medalla de la Ciudad a título póstumo, y también una avenida en el PTA, aunque esté escondida, como dicen los socialistas. Pero lo cierto es que Villalobos, que le siguió en la tarea, y que se retiró de la política en febrero de 2019 tras ser regidora, ministra de Sanidad y vicepresidenta del Congreso de los Diputados hasta la fecha no ha recibido un galardón institucional de la ciudad que la vio nacer, y que ella ha representado como primera alcaldesa así como primera ministra malagueña de la historia. En ella, aunque la polémica también está en su haber, han confluido muchas facetas, y no reconocérselo no parece justo. A cada uno lo suyo.
Días atrás, el alcalde Francisco de la Torre, al ser preguntado por este periódico decía sin rodeos que había «razones sobradas para que Celia Villalobos tenga un reconocimiento», ya sea a través de una calle o recibiendo la medalla de Ciudad y el título de hija predilecta. Faltaba el impulso, y el propio regidor explicaba que no había habido ninguna iniciativa en este sentido, pero dijo que sí la hubiera, él no tendría ningún inconveniente en darle el visto bueno. Esta distinción, como todas, debe impulsarse por una persona o grupo de personas, y debe contar con el apoyo de colectivos y personalidades, y más tarde se da cuenta y se aprueba en el pleno.
Pues bien, la impulsora del galardón a Villalobos no es otra la que fue su compañera en el Ayuntamiento y amiga, Teresa Porras, que entró de edil bajo las órdenes de Villalobos, al igual que el propio De la Torre. Haciendo un símil con los chicos Hermida, se podría decir, sin miedo a la equivocación, que De la Torre y Porras son chicos Villalobos. Ella los eligió personalmente para acompañarle en su singladura municipal, más tarde le dejó el bastón de mando a De la Torre, y lo cierto es que tanto el regidor como Porras son los ediles más longevos de la Corporación por su dedicación a esta administración.
Tras la petición expresa de Porras a De la Torre, éste la ha declarado instructora del expediente para concederle la medalla de la Ciudad y el título de hija predilecta, dos distinciones que van aparejadas.
Ahora, Porras, que está muy contenta con la designación, tendrá que elaborar el expediente, como ya hizo en el caso de La Legión y el Sepulcro recientemente, que también tienen la medalla de la Ciudad, que conlleva sumar adhesiones de colectivos y personalidades a la causa, a través de escritos a la institución, que debe quedar bien documentado.
La concejala de Fiestas ya ha sondeado a la socia de gobierno, Noelia Losada, así como a los grupos de la oposición, PSOE y Unidas Podemos, que tendrían a bien apoyar la iniciativa para que sea institucional, es decir firmada por todos los grupos. Como decía días atrás, un periodista veterano, cualquier alcalde que haya sido bueno para la ciudad se merece siquiera una calle; es lo mínimo. Pues bien, en el caso de Villalobos, el reconocimiento empieza por la medalla de la Ciudad, que se celebra generalmente en el salón de plenos, asiste la Corporación, y los portavoces hacen una reseña de sus méritos. Lo cierto es que es uno de los actos más emotivos ad personam que se celebran en la Casona. Días atrás el compositor, profesor de música y crítico de SUR, Manuel del Campo, la recibía, a sus 92 años, felizmente emocionado. Hay momentos que no están pagados.
La concejala de Fiestas, Teresa Porras, que es la instructora del expediente, subrayaba ayer que lo cierto es que Villalobos fue una buena alcaldesa de Málaga, «eso es innegable». Porras afirmaba que como mujer, en una época difícil en la que no era tan común que accedieran a estos puestos, fue alcaldesa y ministra.
Contaban días atrás en los pasillos los funcionarios más veteranos, las cábalas que hacía el equipo de Villalobos para sacar los presupuestos y otros asuntos en minoría, y que ella, que solía decir que tenía muy buena relación con Eduardo Martín Toval, finalmente le conminaba en los plenos a enmendar ciertas iniciativas para que salieran adelante.
«Fue una época en la que había una gran altura de miras, la política se vivía con pasión pero al servicio de los ciudadanos, y ni a Martín Toval ni a Antonio Romero les dolía en prendas aprobar asuntos si eran buenos para la ciudad», explicaba un experimentado funcionario. Esos fueron los años 1995-1999, en los que gobernó en minoría con 15 concejales. En 1999 revalidó la Alcaldía con mayoría absoluta, que apenas disfrutó un año porque se fue a Madrid de ministra de José María Aznar.
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