El primer inquilino del puerto deportivo de San Andrés, en Huelin

La pontona, de la marca Bla-Jack, es una pieza de maquinaria que permite analizar el subsuelo del lecho marino, en los puntos clave de cara a la futura cimentación de los edificios previstos en tierra, así como de los diques y los pantalanes en la lámina de agua, según informan fuentes portuarias.

La estructura, de unos 12 por 10 metros y unas 43 toneladas, está compuesta por cuatro bloques estancos unidos, dispuestos de manera que queda una piscina interior. La pontona está equipada con cuatro patas que posibilitan que la plataforma se ponga a seco, elevándose sobre la superficie, mientras mantiene su posición apoyada sobre el fondo marino. Los zancos alcanzan una longitud de 24,4 metros, y se accionan mediante un motor diésel-hidráulico.

Labson, empresa especializada en geotecnia, es la encargada de elaborar este estudio, que permitirá calcular las cimentaciones y estructuras de los edificios que se apoyarán sobre los terrenos ganados al mar, en una tarea similar a los sondeos necesarios para construir un inmueble en tierra, sólo que con la particularidad del medio acuático.

Entre las construcciones previstas en los futuros muelles destacan los locales comerciales y el club social; a lo que hay que añadirle toda la obra marítima de los diques y el anclaje de los pantalanes flotantes y pasarelas.

Los proyectos de la obra portuaria y la arquitectura se están redactando actualmente, en coordinación con los servicios técnicos portuarios, según las fuentes consultadas. La fecha tope de entrega de estos documentos será el 1 de junio, ya que la empresa promotora ha pedido una ampliación de plazo de un mes (prevista en las condiciones de la concesión), que ha sido necesaria para recabar el citado estudio geotécnico y culminar los diseños.

La previsión es que la pontona esté trabajando sobre el terreno durante un periodo de 10 a 15 días, y sus resultados serán una parte fundamental de dicho proyecto de ejecución.

Una vez que este se deposite formalmente, los técnicos de la Autoridad Portuaria tendrán que supervisar que los documentos cumplen los requisitos de la concesión y autorizar, de una parte, la petición de la licencia de obras a la Gerencia de Urbanismo; y de otra, el estudio de impacto ambiental a la Junta. En paralelo, se pedirán las acometidas de obra, tanto de energía (a Endesa) como de aguas (Emasa).

Los responsables prevén que el informe ambiental seguirá la vía simplificada, porque ya está recogido en el que se hizo con motivo del Plan Especial del Puerto (del que la marina de San Andrés forma parte), y porque no se prevé que haya ningún impacto visual ni ecológico de esta infraestructura, en unos terrenos que ya fueron ganados al mar.

Una vez que los proyectos recaben la autorización portuaria, se calcula que en un año se podrían obtener los permisos ambientales y urbanísticos para empezar las obras, dado que todo tiene estar ajustado a la concesión y al Plan Especial. Por último, los trabajos sobre el terreno se prolongarán durante un mínimo de dos años y un máximo de tres.

La iniciativa, que lidera el grupo Al Alfia, de Catar (el mismo que promueve el hotel de la Torre del Puerto en el dique de Levante), contempla la ordenación de 51.475 metros cuadrados en tierra y 63.000 en la lámina de agua, lo que suma un total de 114.475 metros cuadrados, junto con la construcción de un conjunto de edificios formando un complejo náutico deportivo con servicios de primer nivel. El presupuesto oficial que consta en la concesión ronda los 40 millones de euros.

Como elemento destacado de su diseño cabe destacar que parte de los usos comerciales, así como el complejo náutico, se ubicarán en una plataforma ganada al mar, tras un importante ensanchamiento del actual espigón que separa el recinto portuario de la playa de Huelin. Para ello, serán necesarias miles de toneladas de escollera par ganar esa plataforma en el mar. De ahí que el 70% de la obra será portuaria y sólo el 30%, de arquitectura.

El futuro puerto deportivo Marina Málaga San, diseñado por el estudio de José Seguí, con la colaboración de Ocean Capital Partners e IGY Marinas (los responsables de la dársena para megayates) para la parte náutica, pretende alcanzar un consumo de energía próximo a cero, mediante el diseño bioclimático de las edificaciones en combinación con placas solares para la generación de energía fotovoltaica y sistemas de climatización por aerotermia, entre otras.

Los siete módulos comerciales (distribuidos entre la ampliación del espigón existente en Huelin y uno nuevo a poniente) serán de planta baja (en la parte más próxima a este barrio) y de baja más 1, en el de la desembocadura del Guadalmedina. Estarán destinados a tiendas de primeras firmas internacionales y restaurantes, a modo de un pequeño Puerto Banús. La oferta de ocio se completa con el complejo náutico, que estará situado en uno de los extremos del dique de abrigo, abriendo sus fachadas a las vistas de la dársena deportiva y que será el hito referencial de la actividad social en este nuevo espacio.

En cuanto a la parte netamente marítima, el nuevo puerto tendrá una capacidad total para 506 barcos de recreo, con dos amarres para grandes yates, de 50 metros de eslora; y cinco de hasta 30 metros. La mayoría (unos 400 puntos) serán menores de 12 metros. El conjunto se completará con un total 439 plazas de aparcamiento: 305 en superficie y 134 en un sótano.