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Si los presupuestos 2021 fueron los de la entente cordiale entre PP y el PSOE para sacar adelante las cuentas (900 millones de euros), con la abstención socialista; los de 2022 (936 millones de euros), que se han aprobado esta mañana en el salón de plenos, son los del reproche del PP al PSOE por hacer «uso del tacticismo político para querer bloquear los presupuestos, lo que no se merecen los malagueños», como espetó el concejal de Economía, Carlos Conde, al portavoz socialista y recién estrenado, Dani Pérez. Éste le contestó que «la legislatura estaba agotada y que el PP y Cs estaban en punto muerto», un discurso que sonó más al Parlamento andaluz, donde el PSOE ha conseguido junto a Vox y Podemos bloquear las cuentas, que al Ayuntamiento de Málaga, donde el acuerdo de gobierno entre el PP y Cs está vigente, y los populares cuentan con el pacto de estabilidad firmado con el concejal no adscrito Juan Cassá. De hecho, la concejala de Cultura, Noelia Losada (Cs), también hizo mención a la paralización de las cuentas andaluzas, indicando que era por culpa por el posicionamiento de Espadas y «la política carente de fundamentos de un partido como Vox». Así que el no a las cuentas andaluzas influyó sobremanera y sobrevoló toda la sesión a través de las intervenciones de los concejales.
Antes de entrar en el debate político, Conde explicaba el por qué de las actuales cuentas eran «la necesaria dosis de refuerzo para afianzar los pilares de la recuperación» tanto económica como social, tras el azote que ha sufrido la ciudad como consecuencia de la pandemia, «que se hace sentir en las cifras del presupuesto». Por estos motivos, explicaba que se ha aumentado la partida social y la de reactivación económica, dando cuenta de las 623 viviendas previstas, que hacían que Málaga fuera la ciudad que más invierte en vivienda, y subrayaba, además, que el presupuesto social se había duplicado desde 2013, 130 millones; impuestos municipales congelados desde hace 17 años, así como que contribuían a la mejora de la economía con un récord de inversiones, que cifró en 152 millones de euros. Hizo un repaso de gasto e inversiones por áreas y distritos, dando cuenta de la mejora de dotaciones para Parques y Jardines y la nueva empresa de basuras, Limasam; para los mercados municipales y el asfaltado de polígonos, mejora de los teatros y el conjunto Alcazaba-Gibralfaro, rehabilitación del pabellón del Ejido, renovación autobuses EMT, tres kilómetros nuevos de red de carriles bici o la mejora de la ciudad a través del eje Carretería-Álamos así como pagando como administración a los más de 8.000 proveedores en 19 nueve días.
Pérez subrayaba el trabajo «serio y responsable» que había hecho su partido al abstenerse y aprobar las cuentas 2021, pero explicaba que no había sido posible porque parecía que esta legislatura la daban ya por agotada, el coche estaba en punto muerto y lo estaban dejando que se fuera cuesta abajo«. Puntualizaba que en 2021, con los presupuestos, tuvieron muchas expectativas y una »gran frustración« porque de los 40 millones que lograron consolidar en las cuentas sólo habían visto un grado de ejecución del 32% (lo que Conde subió al 63%). Sacó a colación, esta vez más en su perfil de secretario provincial del PSOE, dando cuenta de su partido se había abstenido en los presupuestos de la Diputación »por responsabilidad«. En su explicación de las enmiendas socialistas, Pérez afirmó que sólo había dejado cinco con el ánimo de seguir negociando a ver si era posible el acuerdo, en las que pedían la eliminación de la plusvalía mortis causa, la creación de carriles bici, la eliminación de la zona azul en Cruz de Humilladero, la intermediación en el alquiler de viviendas y un plan de empleo porque había 60.000 malagueños en paro. »Pero sabíamos que las iban a rechazar«, indicaba, al tiempo que subrayaba que cada vez que Cassá había dado bandazos, el PSOE les había ayudado, y puso el ejemplo del Polo Digital (salió con el voto a favor del grupo socialista de María Gámez); los 13 millones de modificación del presupuesto de 2019 y las cuentas de 2021. Y ponía de nuevo el ejemplo, como ya ha hecho en otras ocasiones, del apoyo expreso a la Expo 2027, que iba a sacar adelante el Gobierno, mientras que la Agencia del Medicamento se la querían llevar a Barcelona, y no a Málaga, con el Gobierno de Rajoy.
El concejal de Adelante Málaga (Unidas Podemos), Nicolás Sguiglia, tendió al catastrofismo indicándole a Conde que estas eran las últimas cuentas del mandato municipal y que habían encallado el timón de la ciudad, con «una legislatura en blanco» y que sólo se ocupaban en ser «operadores del sector privado» para facilitar negocios y no atender al interés general, y puso como ejemplo la frase de Porras, «que tuvo un ataque de honestidad y dijo, 'haremos lo que los empresarios nos digan». Le recriminó al alcalde el ejército de asesores y cargos de confianza, una línea que también esgrimió Pérez, al tiempo que dijo haber hecho las cuentas y que habían incumplido el 85% de su programa electoral (el del PP). Le afeó que faltar personal en los servicios sociales comunitarios, y apostó por más recursos en parques y jardines, por lo que suspendía después de 25 años sin haber rescatado el Guadalmedina para uso de los ciudadanos, cuatro años trabajando para los cataríes en el puerto sin sacar el auditorio, no arreglar los paseos marítimos de El Palo y Pedregalejo, liquidar el consejo sectorial del comercio y propugnar la liberalización de horarios y fue especialmente duro con el concejal de Movilidad, José del Río, del que dijo que era el peor que podían haber puesto en esta cartera, con la creación de más zonas azules, pocos carriles bici y haberse cargado el préstamo municipal de bicicletas y no haber regulado el desembarco caótico de las empresas de alquiler. Por último, dio cuenta de sus enmiendas por valor de 50 millones de euros, que al igual que las del PSOE, no salieron adelante.
Conde les recriminó tanto a Pérez como a Sguiglia que estaban asentados en el tacticismo político y en la trinchera política, y puso de ejemplo a la ministra Calviño, quien dijo que Málaga tenía un alcalde que es un fenómeno, como subrayó. Por su parte, la concejala de Cultura y Deportes y socia de gobierno, Noelia Losada, hizo un repaso por los avances de su área, entre ellas impermeabilización del Martín Carpena y la mejora del parqué, las obras en el Cervantes, Echegaray y Albéniz, las inversiones en la Orquesta Ciudad de Málaga, la futura construcción del Neoalbéniz así como mejoras en los pabellones deportivos de la ciudad, y se enorgulleció, junto a Conde, de que Málaga saliese en el vigésimo primer destino en la lista Forbes para vivir por su oferta gastronómica, cultura, clima e inversión. «Baje usted a lo concreto, señor Sguiglia, no haga uso de la brocha gorda», le espetó para defenderse de que éste había hablado de que Deportes se había saldado con la trama del gerente (Paradas Romero, condenado por delitos leves de coacciones a Cassá y dos de sus asesores).
Por último, Cassá, que votó a favor de los presupuestos, dijo que hacía lo propio para cumplir con el pacto de estabilidad firmado con el alcalde en septiembre, «y no dejar la gobernabilidad de la ciudad en manos del PSOE, que juega a ser el partido bisagra como Ciudadanos», lo que provocó las risas de los ediles socialistas. Sobre su voto decía que no es un cheque en blanco, «sino un voto de confianza», que quería seguir impulsando Málaga como ciudad. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, delegó sus intervenciones en el concejal de Economía y sólo cerró el pleno para dar las gracias al personal del Ayuntamiento por el esfuerzo que había hecho sacando adelante los presupuestos.
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