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De entre todos los temas polémicos previstos en el orden del día del pleno, fue el debate en torno a la torre del Puerto el que más elevó el tono por las posturas tan radicalmente enfrentadas que muestran los grupos con representación municipal. Llegaba la discusión al filo del mediodía de la mano de dos mociones de sentido completamente opuesto (Ciudadanos, a favor; y Málaga para la Gente, en contra) que a pesar de lo acalorado de las intervenciones se saldaba con un posicionamiento claro y mayoritario del pleno a favor del proyecto. O lo que es lo mismo, la moción de Ciudadanos en la que se pedía un apoyo «expreso» a la torre salió adelante con el voto a favor de los del partido naranja, el PP y el PSOE (20 votos en total) y dejaba en minoría a los grupos de Málaga Ahora, Málaga para la Gente y el concejal no adscrito, Juan José Espinosa (6 votos en contra). En sentido inverso, la propuesta de Málaga para la Gente en contra del proyecto sólo obtuvo los seis votos a favor de los partidos más a la izquierda del consistorio.
En este escenario, la discusión arrancaba con el turno de palabra del representante de la Plataforma Defendamos Nuestro Horizonte, Juan Antonio Triviño, que defendió con vehemencia su postura en contra de la torre y hacía una alusión que no sentó demasiado bien en las filas de Ciudadanos: deslizaba Triviño que Málaga «no necesita ningún Don Pelayo que venga a decirnos lo que es bueno para a la ciudad» (en referencia al asturiano Juan Cassá, el portavoz de Ciudadanos, que ha promovido la moción de apoyo). El comentario era contestado poco después por su compañero de filas, Alejandro Carballo, quien le recordaba al portavoz de la plataforma el título que aparece en el escudo de Málaga de ‘Muy Hospitalaria’. Más allá de esta anécdota, Triviño le recriminaba al alcalde, Francisco de la Torre, que cada vez «está más solo en la defensa del proyecto» y sobre todo pedía una reflexión a los socialistas, a favor de la torre, para que cambien de postura y se sumen a la minoría del ‘no’.
Precisamente ahí estuvo parte de la estrategia de los grupos de izquierda que rechazan el proyecto: la de intentar convencer a los concejales del PSOE. En nombre de todos ellos habló Sergio Brenes en lugar de Daniel Pérez, el portavoz del grupo, quien prefirió que fuera su compañero de bancada el que asumiera el que quizás fue el debate más representativo de la mañana. En su intervención, Brenes pidió «respeto para todas las opiniones» e incluso se quejó, ya avanzada la discusión, «de todos los ‘zascas’» (sic) que estaba recibiendo por parte de los que intentan convencerlo(s). Tras su ‘sí’ a la torre del Puerto «porque es un proyecto bueno para la ciudad», Brenes indicó no obstante que su grupo estará pendiente «de que se cumplan todas las expectativas y todas las garantías».
A excepción de la torre del Puerto, convertida en el eje central de la discusión entre los grupos, el resto de temas incluidos en el orden del día tampoco estuvieron exentos de polémica pero los argumentos de unos y otros discurrieron por una línea idéntica a la planteada en debates anteriores. Sin salirse de esa vía común, el metro de Málaga fue, por enésima vez, el argumento del que tiró el grupo municipal socialista para acusar al alcalde, por boca de su portavoz, Daniel Pérez, de ser «un tapón para la ciudad» por su oposición al trazado en superficie hasta el Hospital Civil. «Málaga no tendrá metro hasta que usted no se vaya», lamentaba Pérez subrayando el hecho de que los populares llevan ya meses defendiendo en solitario que no se cumpla con esta parte del proyecto. «Yo siempre he trabajado con un sentido de lealtad con otras administraciones, pero hay que tener en cuenta la opinión de los vecinos que no lo quieren», le respondía el alcalde tras insistir en la idea de hacer un metro hasta el Civil ahora que acaba de nacer el proyecto del tercer hospital es oportuno pero no «en los términos en los que está planteado, porque genera problemas».
Precisamente esa nueva infraestructura hospitalaria se convirtió en el argumento de los populares para poner sobre la mesa una advertencia a la Junta de Andalucía: «Estaremos pendientes para que esto no sea una nueva cortina de humo», defendía el portavoz del grupo, Carlos Conde, que (de nuevo) se enfrascó en el cruce de reproches con los socialistas a cuenta de las competencias sanitarias y los recortes en este capítulo. Aún así, el acuerdo se saldaba por unanimidad en la petición a la Junta de que fije un «calendario y presupuesto» para el proyecto y en la necesidad de que se pongan en marcha «medidas a corto plazo» –sobre todo en cuestión de personal– para solucionar los problemas de la sanidad en Málaga.
Y sobre las plusvalías, más de lo mismo. La llevaba el PP como moción urgente y de nuevo los socialistas expusieron, a través de dos casos reales que tomaron la palabra, el «drama» al que se enfrentan «muchos ciudadanos que no pueden hacer frente al gasto que supone heredar», en palabras de Pérez. El acuerdo, también aprobado aunque con la oposición del PSOE en los puntos clave, incluyó otra petición al gobierno regional para que en este caso pague los atrasos correspondientes a los fondos de la Patrica (35 millones de deuda desde 2013) y así poder avanzar en las bonificaciones a este impuesto que –advirtió Conde– «es el que sufraga nuestras políticas sociales».
El anuncio del concejal socialista no pareció convencer a la portavoz de Málaga Ahora, Ysabel Torralbo, quien le reprochaba que el gobierno de la Junta –del mismo signo político de Brenes– haya optado por «los procedimientos abreviados» para dar luz verde al proyecto en el Puerto y que la ciudad se esté saltando «toda la normalidad de las leyes». También en este punto de la crítica intervenía el propio Carballo para recordarle a Torralbo que «los procedimientos abreviados son legales» y de paso lanzarle un dardo sobre otro asunto que ella defiende y Ciudadanos no: «Lo que no es legal es la patada en la puerta», le espetaba aludiendo (aunque sin nombrarlo de manera explícita) a la Casa Invisible.
Poco antes, el viceportavoz del partido naranja había defendido el rascacielos en el Puerto «porque Málaga necesita más hoteles de cinco estrellas que sigan generando riqueza en la ciudad», y para ello tiraba de cifras: una inversión de 115 millones de euros «que va a generar 350 empleos» directos cuando funcione y 1.280 durante su ejecución. La reflexión fue compartida con puntos y comas por el edil de Urbanismo, Francisco Pomares, el encargado de insistir en el rotundo ‘sí’ del equipo de gobierno a esta iniciativa. El concejal expuso los apoyos con los que cuenta el proyecto destacando que «hay una gran mayoría a favor»; y además hizo una referencia explícita al reciente informe de Icomos que muestra sus reservas con respecto a la torre de 135 metros: «Este informe hay que atenderlo, pero no hay que olvidar que es un informe más. El de la Torre Pelli (Sevilla) también tuvo el dictamen negativo de Icomos pero no se le hizo caso».
La visión no era compartida, sin embargo, por el portavoz de Málaga para la Gente, Eduardo Zorrilla, que en la defensa de su moción apelaba directamente al alcalde: «Señor de la Torre, no sea usted el responsable de apagar la Farola», decía tras aludir al impacto que a su juicio supondría esta nueva construcción «en detrimento de este símbolo de nuestra ciudad».
Y si el debate sobre el rascacielos tuvo todos los ingredientes para convertirse en la ‘estrella’ de la mañana, también a éste se le sumó un detalle que quizás se pasara por alto pero que se comentó en algún corrillo: a los votos a favor de la torre se debía haber sumado un ‘sí’ más por parte del grupo de Ciudadanos, sin embargo ya desde primera hora se apuntaba a que la postura de Gonzalo Sichar, el tercer edil del partido naranja, no estaba en la misma línea que las de sus compañeros y que no se descartaba una ‘espantada’ similar a la que ya dio hace unos meses cuando rompía la disciplina de voto en el debate sobre el CAC Málaga y su director, Fernando Francés. En aquella ocasión su voto fue determinante para que los grupos de izquierda sacaran adelante una auditoría y la revisión de los contratos del centro de arte, pero en este caso el desacuerdo no deja de ser un tema menor: en primer lugar porque el apoyo al hotel por parte del pleno es mayoritario (20 frente a 6), y en segundo lugar porque el edil prefirió ausentarse del debate para no romper de nuevo esa disciplina y, por lo tanto, no tener que votar.
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