Macías y Sguiglia, éste último con su perra Luna, a las puertas del parque canino de San Miguel. P. R. Q.
La Casona del Parque

Petardos a medio gas en Málaga

Unidas Podemos pide modificar la ordenanza para que se use pirotecnia más silenciosa y respete a mayores, niños TEA y mascotas. El «me importa un bledo» del alcalde en el debate

Viernes, 14 de enero 2022, 00:21

Pasadas las Navidades, el común de los ciudadanos suele tener dos cosas claras: han comido por encima de sus posibilidades y han escuchado cómo detonaban ... un buen número de petardos a su alrededor. Los que no sufren con los ruidos, aunque estos artículos son de suyo algo molestos, no pueden llegar a entender la angustia que puede suponer para personas mayores, niños con trastornos del espectro autista (TEA) y mascotas, que sufren verdadero pavor. Los ediles de Unidas Podemos, Paqui Macías y Nicolás Sguiglia, informaban ayer de la iniciativa que han presentado a la próxima comisión de Medio Ambiente para que el Ayuntamiento apruebe o modifique la actual ordenanza de Convivencia Ciudadana, concretamente en su artículo 36, en el que se prohíbe el uso de petardos, cohetes y toda clase de artículos pirotécnicos salvo autorización expresa. Para Macías, es vago y generalista y convendría que el Ayuntamiento acotara mejor los términos para su uso, y entre las modificaciones exige que en todas las exhibiciones y eventos promovidos y financiados por la Corporación municipal se usen «pirotécnicas no nocivas, los llamados fuegos artificiales silenciosos para que la ciudadanía pueda disfrutar del espectáculo luminoso sin que sufran las personas con enfermedades que las hacen hipersensibles al ruido, los bebés, las personas mayores, los animales domésticos o salvajes».

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Justamente los ediles de UP se apostaban a las puertas del parque canino de San Miguel, en Fuente Olletas, con un golden retriever de color chocolate, propiedad de Sguiglia, para dar cuenta de que los perros son, en general, de los animales más perjudicados por la explosión de estos artículos, y no pedían que éstos se prohibieran, sino que se usaran los que causan menos contaminación acústica. La portavoz, Paqui Macías, subrayaba que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendaba los 65 decibelios como el límite máximo para el bienestar, explicando que tenían constancia de que había materiales pirotécnicos que superaban los 190 decibelios. «Málaga puede compaginar la celebración y la fiesta garantizando la convivencia y la protección a las personas más vulnerables y mascotas», afirmaba Macías, abundando en que cada vez más ciudades españolas y europeas estaban aprobando o debatiendo utilizar los llamados fuegos artificiales silenciosos, que es una alternativa que provoca un menor impacto de ruido, que evita el uso de proyectiles explosivos de gran calibre así como detonaciones controladas, pero que mantiene como esencia el uso del color y la espectacularidad de las coreografías de luz.

En la iniciativa también demandan que el Ayuntamiento ponga en marcha una campaña para concienciar sobre el uso de estos materiales en colaboración con las organizaciones animalistas y las organizaciones vinculadas a las personas del espectro autista, que esté orientadas a menores y adolescentes, que son los principales usuarios de los petardos. En el horizonte más cercano, la próxima Feria de Málaga, que lleva dos años sin celebrarse a la antigua usanza, y que incorpora un espectáculo piromusical de gran envergadura como pistoletazo de salida.

La resaca del debate. La no intervención de Juan Cassá, en el opinómetro

Llevan dos días los concejales analizando las mejores jugadas del debate del estado de la ciudad, unos diciendo que ha ganado el portavoz socialista, Dani Pérez; fundamentalmente los suyos, y otros que lo hizo el alcalde Francisco de la Torre; los de su bancada de la derecha. Nadie le preguntó al edil no adscrito Juan Cassá qué pensaba, pero es obvio que cuando decidió no intervenir en el debate se limitó a cumplir el acuerdo de estabilidad. Se entiende que se acoge a la disposición final del pacto, en la que se compromete a apoyar «explícitamente» al alcalde. Eso es lo que hizo básicamente. Llegar, sentarse en su escaño –en este caso no tuvo ni que votar–, ver el debate con mayor o menor interés y marcharse cuando acabó. El alcalde le defendía diciendo que él ya trabaja en la Diputación. Pero baste recordar un ejemplo muy cercano: su antiguo compañero, Gonzalo Sichar, tenía un papel mucho más activo en el Ayuntamiento, pese a ser diputado provincial. Como decía ayer Sguiglia, al terminar su rueda de prensa, «con que se hubiese preparado tres minutos con lo que piensa de Málaga y cómo cree que se deben hacer las cosas hubiera bastado». Al lado, Macías apuntaba: «Para eso hay que trabajar un poquito, sólo un poquito».

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La frase de marras. El 'me importa un bledo' de De la Torre, muy comentado

Todavía ayer se sorprendían en la segunda planta con una de las intervenciones del alcalde en la que dijo exactamente: «Me importa un bledo lo que piensen o voten los asesores del Ayuntamiento (los que él ha contratado), a algunos ni los conozco, no trabajan para mí, trabajan para la ciudad». La oposición seguía ayer con la guasa del 'exabrupto' del alcalde porque no recordaban que habitualmente usara esta expresión. En algún grupo buscaron que no era la primera vez que la decía, y recopilaron informaciones en las que ya se expresaba así. Pero, cuando uno va al diccionario, 'me importa un bledo', no es estrictamente una palabra fea, aunque quizás no suene bien, y de ahí que todos se extrañaran de que el alcalde, que es muy correcto, la utilizara. Para deshacer el entuerto, bledo, según la Real Academia Española (RAE), es una cosa insignificante, de poco o ningún valor. Es decir, que el regidor quería decir que no le importaba prácticamente nada. «Yo estaba que no daba crédito; se vino arriba», contaba, entre otros, riéndose la coportavoz de UP, Remedios Ramos.

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