A los mayores les cambia la cara cuando ven llegar a los perrillos. Durante unas horas, los ancianos dejan atrás las rutinas del centro en el que viven y, lo que es el más importante, el sentimiento de soledad que a muchos les embarga. A ... cambio, la visita extraordinaria les permite compartir chuches, risas y juegos con varios animales abandonados, residentes en el refugio de la Sociedad Protectora de Animales de Málaga, y con el grupo de voluntarios que les acompañan.
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Blanca Fernández tiene 30 años y 11 de ellos ha sido voluntaria de «la Prote», como la llaman cariñosamente sus socios. Por las mañanas es maestra de música en un colegio de Estepona; y por las tardes ayuda a divulgar el trabajo de la ONG, con charlas y visitas en centros educativos y empresas. La iniciativa con los mayores es fruto precisamente de este trabajo, con la colaboración de la fundación Harena, que tiene entre sus misiones combatir el aislamiento social.
Así fue como surgió en diciembre la primera oportunidad de llevar al centro residencial Élite, en Miraflores de El Palo, a un grupo de canes de diferentes tamaños y razas, pero que tienen en común un pasado de abandono, que ahora superan con los cuidados del refugio de la Protectora. Además, estos habían sido seleccionados previamente por su carácter tranquilo y su buen comportamiento con extraños.
«Muchas personas mayores viven en soledad, sin familia o tiene escaso contacto con ella», se lamenta la voluntaria, en relación al colectivo al que va dirigida esta nueva propuesta, que se pretende replicar en otros asilos cuyos gestores y residentes estén interesados en participar.
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En aquella primera ocasión se hicieron dos sesiones: una para abuelos de edad más avanzada o que sufren demencia; y otra para los más activos, con un tratamiento particular en cada caso.
Ni que decir tiene que la llegada de los peludos fue una revolución en el centro asistencial, cuyos residentes están poco acostumbrados a sorpresas como esta. «Los abuelos se pasaron la tarde jugando con ellos, riendo con sus gracias, acariciándolos y dándoles chuches... Fue un día diferente», relata Blanca. Además, para algunos supuso un ejercicio de memoria, ya que los mayores pudieron compartir sus vivencias y las historias de las mascotas que han tenido a lo largo de sus dilatadas vidas.
Blanca Fernández
Voluntaria de la Protectora de Animales
La estrella de la jornada fue Flaco: «Es un mastín de 50 kilos pero es muy bueno y todas las señoras se enamoraron de él. Sólo querían tocarlo, harcerse fotos con él y darle chuches», sonríe la responsable del encuentro. Mientras, en otro lado del salón, los chuchos más pequeños trataban de trepar al regazo de sus anfitriones, ladrando y pidiendo caricias. El momento más emocionante lo puso una señora que se arrancó a cantarles flamenco, en agradecimiento por este regalo. Fue, ante todo, una jornada de risas, aunque también de alguna lágrima, al recordar tiempos pasados, familiares y amigos perdidos. «Ya nos han pedido que vayamos otro día», asegura.
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«Los mayores lo disfrutaron mucho, estaban felices. Fue un día distinto, muy alegre porque los animales transmiten buena energía», añade una de las voluntarias de la fundación Harena. Se trata de un grupo de jóvenes que visita casi todas las semanas a los mayores de este centro, para hacerles compañía y paliar su soledad, y que también participó en esta jornada especial.
También para los animales fue una experiencia positiva, en la medida en que la experiencia les permitió «pasar un día diferente, recibir cariño de otras personas y salir del chenil y del estrés continuo de los ladridos en el refugio». El grupo lo componían siete perros, entre ellos, Niebla, Flaco, Sopa, Alegría y Ricardo: podencos, bodegueros, mastines y mestizos que habían demostrado ser muy tranquilos, cariñosos y sin miedo ante los desconocidos.
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Además, todos ellos estaban disponibles para ser adoptados, y de hecho varios lo han logrado desde entonces: Alegría y Niebla ya han encontrado un nuevo hogar, y Ricardo está reservado para su próximo envío con una familia en Alemania.
El grupo de voluntarios que lidera Blanca Fernández ya tienen nuevas acciones previstas. De hecho, la próxima semana visitarán otra residencia de mayores en Benalmádena. Pero también en empresas, colegios y en la Universidad. Además, están abiertos a las peticiones de los colectivos interesados para hacer visitas y ayudar a seguir concienciando contra el drama que supone el abandono de los animales.
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