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El Crucero Baleares volvía la semana pasada al callejero de Madrid, al Puente de Vallecas, y la oposición en el Ayuntamiento de Málaga, PSOE y Unidas Podemos, intentaba hacer ver al equipo de gobierno, PP y Cs, el agravio que suponía que una vía homenajeara ... a un buque que bombardeó a la población malagueña cuando huía en febrero del 37 por la carretera de Almería, en el trágico suceso conocido como 'la Desbandá', en el que según historiadores podrían haber muerto de 3.000 a 5.000 personas, aunque muchas miles más pasaran penurias hasta escapar de la encerrona de las tropas nacionales, que les bombardeaban por mar y por aire con la ayuda de aviones italianos y alemanes.
El PP, pero sobre todo la portavoz naranja Noelia Losada, subrayaban que la nueva rotulación de la calle se debía a que el gobierno municipal de Manuela Carmena (Más Madrid) no había argumentado bien en este caso (había 52 vías en total) por qué debía dejar de llamarse de esa forma, lo que queda claro en una sentencia de segunda instancia. Explicaba Losada que para que la calle esté en contra del artículo 15 de la Ley de la Memoria Histórica debía exaltar el franquismo y el levantamiento militar, y que en este caso no se sabía si el nombre de Crucero Baleares era por los 800 fallecidos que se hundieron con el barco (en aguas de Cartagena por un impacto de la escuadra republicana) o por su implicación en los bombardeos de la carretera de Almería, pero que «en la actualidad nadie sabe que exalta el franquismo porque la gente lo desconoce».
El jueves, el PSOE seguía insistiendo con el asunto y la edil socialista Lorena Doña ponía el siguiente ejemplo: «¿A qué a nadie se le ocurriría ponerle a una calle Auschwitz?»
Pues bien, de este buque hay una historia poco conocida, que trata de una película, 'El Crucero Baleares', que nunca se vio en cines. Justo antes de que se estrenara en el Cine Avenida, de Gran Vía, hubo un pase especial el 10 de abril de 1941 en el Ministerio de la Marina y el régimen prohibió el visionado de la cinta, como se cuenta en el ejemplar 'La censura durante el franquismo' de Román Gubern. El hecho en sí fue tan curioso como lo narra el historiador Luis Miguel Pérez Adán, en 'La Verdad' de Murcia: cuando estaba a punto de estrenarse, un motorista enviado desde la residencia del dictador, en El Pardo, ordenaba la prohibición de su proyección y la destrucción de las copias de toda la película.
Al parecer, la visión del filme no satisfizo al grupo de altos mandos del régimen franquista, que dijeron que era «contraria a los intereses nacionales». La cinta no narraba, precisamente, la participación del buque en la Desbandá sino el conocido como el combate de cabo de Palos, en aguas de Cartagena. El Crucero Baleares se había botado en El Ferrol, gemelo del Crucero Canarias, que también bombardeó a la población en la huida hacia Almería, y que fue el que participó en la recreación de la batalla naval en la película, la primera producción española de la RKO Radio Films, que en principio contaba con la adhesión del régimen, que la presentaba como la «gigantesca y heroica epopeya de la gloriosa marina española».
El 6 de marzo de 1938, de madrugada, la escuadra republicana realizaba un impacto directo bajo la línea de flotación del casco del Crucero Balares en aguas de Cartagena. El buque, que escoltaba un convoy a Palma de Mallorca, recibía otra carga, se hundía y morían 800 personas a bordo, mientras que 435 se salvaban gracias a la intervención de tres destructores británicos.
La película, que contaba con el beneplácito del Departamento Nacional de Cinematografía, empezó a rodarse en 1940. El director, el mexicano Enrique del Campo, afín al régimen y al que se le adjudican en varias publicaciones tareas de espionaje para el franquismo (Carlos Fernández Cuenca, 'La guerra de España y el cine'), obtuvo 800.000 euros para sacar adelante el filme. Como relata Juan Antonio Martínez-Bretón, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, el guión aprobado daba pie a revertir un paisaje histórico de derrota en una gesta gloriosa de la armada nacional. El texto del guión, que fue censurado y corregido por el régimen, se dividió en dos partes, una llamada 'el martirio', dedicada a la zona republicana, y otra, 'la gloria', a la zona nacional. Haciendo uso de la propaganda militar de la época, los marineros republicanos eran mostrados con actitudes groseras y sus cabecillas tenían feos motes, además de ser responsables de la insumisión en el crucero Miguel de Cervantes, y tras un juicio sumario, eran arrojados al mar. En 'la gloria', se ve la valentía de los hombres nobles, soldados al servicio de la patria, de la causa nacional, «que se disputan con honor los favores de las mujeres». Al final de la cinta, según el guión, el 'Crucero Baleares' es alcanzado por un 'torpedo rojo', y «bajo las primeras luces del día, los marinos, formados en cubierta, y con las gorras en alto, cantan el 'Cara al sol'», como narra Martínez-Bretón, mientras que el buque y sus hombres desaparecen hundiéndose en el mar. Para el historiador y periodista Fernández Cuenca, alineado con el franquismo, quien recibió la Gran Cruz de la Orden al Mérito Civil en 1961, la cinta era mala de solemnidad, como explica en el volumen ya citado. Como Franco la borró del mapa no podremos corroborarlo.
Días atrás, y a raíz de la polémica de la 'vuelta' del Crucero Baleares al Puente de Vallecas, la edil socialista Rosa del Mar Rodríguez contó en la red social Facebook la historia de su familia. La ilustraba con una foto en la que aparecen su abuela, Rosa, con dos de sus tías, Guillermina y Cristina, ya fallecidas, en la plaza de la Constitución. Contaba Rodríguez que su madre es más malagueña que el gazpachuelo, pero que nació en Murcia, y no porque su abuela estuviese de turismo, «sino porque como tantos malagueños sufrió el horror de la Carretera de Almería y lo hizo en aquel inefable febrero (1937) con una niña de unos 3 años a cuestas y embarazadísima de mi madre, que nacería entre la soledad y la necesidad un mes después en Murcia, ya que al llegar de las últimas a Almería la mandaron allí», como subrayaba. Un pasaje de su vida que nunca había relatado Rodríguez, y que lo hizo la semana pasada con valentía «para explicarle a muchos de los que quieren ser incrédulos o mirar para otro lado, lo mucho que los malagueños sufrieron en esa trágica huida», explicaba a esta sección.
Acababa diciendo que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, «honrase» al Crucero Baleares, «que participó en esa carnicería contra 150.000 niños/as, mujeres y ancianos es indigno. Sólo era necesario un poco de empatía y de sentido común». En una postdata muy íntima, culminaba: «Abuela fuiste muy valiente, yo no lo soy tanto pero aquí estoy/estamos para acordarnos siempre de ti y de tu enorme dignidad y bondad, tú sí mereces ser honrada. Un beso enorme allá donde estés».
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