![Pedro Navarro: «Para recuperar talento hay que ofrecer contratos de larga duración y mejores salarios»](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202107/16/media/cortadas/1439176772-krsF-U1401050027006af-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
![Pedro Navarro: «Para recuperar talento hay que ofrecer contratos de larga duración y mejores salarios»](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/202107/16/media/cortadas/1439176772-krsF-U1401050027006af-1248x770@Diario%20Sur.jpg)
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Sobre la mesa hay marcos sin fotos y los técnicos aún tienen que instalar el equipo informático. Pedro Navarro (Ojén, 1957) aún no se ha acomodado del todo en su despacho del Colegio de Médicos de Málaga, institución de la que es flamante presidente tras ... su nombramiento esta misma semana, pero ya tiene una montaña de propuestas sobre la mesa. Representará a cerca de 9.000 profesionales de toda la provincia.
–¿Recuerda en qué momento supo que quería dedicarse a la medicina?
–Me crié en Ojén. Mi padre falleció cuando yo tenía diez años. En mi familia no había médicos ni universitarios. Pero al pueblo llegó el doctor don Guillermo, que venía de Galicia y se parecía a Fleming. Me impactaron su carisma y su seriedad. Era un médico de los antiguos. Creo que fue él quien hizo que me planteara la posibilidad de ser médico.
–Creció en un matriarcado, entonces.
–Sí, somos tres hermanos. Mi madre se quedó viuda pronto. Martín, el mayor, también es médico. Se adelantó y reforzó mi apetencia por la medicina.
–¿A qué se dedicaban sus padres?
–Teníamos un bar en el pueblo y mi padre era delineante. Yo ayudaba en casa con lo que ganaba en Marbella cuando iba a trabajar a los hoteles en verano.
–¿Cómo vivió el paso de Ojén a Málaga?
–Para mí fue muy duro. Me vine huérfano. Me había preparado con el maestro libre, me examiné de primero de Bachiller en Marbella y, al obtener una beca, pude venir al Menor Mediterráneo, un internado. Tenía doce años, era un niño. Soy muy sociable, y creo que es resultado de la vida que llevé en el internado.
–¿Sin la beca no hubiera podido seguir estudiando?
–En aquella época era imposible. Y tenías que aprobar en junio y con media de notable para que te la dieran, algo kafkiano. No se cumplía la igualdad de oportunidades. Si no hubiera aprobado, no hubiera podido seguir estudiando. Pero era muy consciente del sacrificio de mi madre y de toda la familia.
–¿Cuáles serán sus prioridades como presidente del Colegio de Médicos?
–Las necesidades de los colegiados. La pandemia nos ha cambiado la vida, pero también ha cambiado la medicina. Por eso hace falta una reforma de la atención primaria y hospitalaria. Exigiremos una equiparación salarial con el resto de comunidades autónomas, pero también con la media europea. Y no podemos olvidar las inversiones comprometidas en infraestructuras sanitarias: hacen falta más centros de salud y el tercer hospital. También hay que elevar las retribuciones de los médicos de ejercicio libre. No vamos a dejar que haya presiones externas. Seremos un Colegio transparente.
–El Sindicato Médico de Málaga ha denunciado esta semana que la situación en los centros de salud es crítica. ¿Está de acuerdo?
–La quinta ola y el aumento de contagios han incrementado la presión asistencial. Crear agenda de pruebas diagnósticas y rastreos con parte de la plantilla de vacaciones resulta desbordante.
–¿Por qué el SAS no cubre las vacaciones? Es algo que ocurre cada verano, pero en pandemia tiene poca explicación posible.
–Hay escasez de personal. Es difícil encontrar pediatras, por ejemplo. Las bolsas están vacías. Por eso queremos luchar para recuperar talento y fidelizar a los médicos. No puede ser que endocrinos, cirujanos y todo tipo de profesionales se formen en Andalucía pero luego se marchen a trabajar a otras comunidades.
–Pero esa fuga denota que otras comunidades ofrecen mejores condiciones salariales.
–Sin lugar a dudas. Si mejoras sus condiciones, se van a quedar aquí. Es lógico: es su tierra, tienen a sus familias, sus entornos... Pero hay que ofrecer condiciones laborales buenas y estables, con contratos de larga duración y salarios equiparados o superiores a la media. Es un objetivo fundamental para el Colegio. Resulta incongruente que formemos a un profesional con dinero público para que luego se beneficie otra comunidad e incluso otro país.
–¿En qué posición está Andalucía en las tablas salariales de los sanitarios en comparación con el resto de regiones?
–De las últimas. El trabajo de los profesionales en los centros de salud y en los hospitales es el mismo aquí que en Cantabria o Madrid, y debería haber una equiparación salarial nacional.
–¿Y qué margen de maniobra tiene el Colegio de Médicos en esas peticiones?, ¿tiene pensada una hoja de ruta para planteárselo a las administraciones?
–Nuestra relación con las administraciones será de total colaboración porque queremos remar en una misma dirección, pero no dejaremos de reivindicar nuestros derechos y de pedir que se solucionen los problemas que están sin solventar. Y las condiciones laborales son una prioridad.
–El día se su proclamación habló de la publicidad engañosa y del intrusismo. ¿Qué les preocupa en ese aspecto?
–Es una lucha que forma parte de nuestros planes estratégicos. El Colegio tiene que ser valedor de una buena praxis médica. Tenemos un código deontológico. Perseguiremos el intrusismo: personas sin especialidad y a veces sin título que ejercen. Son delitos. Y queremos intensificar todo lo relativo a la ciberseguridad.
–La pandemia ha incrementado el número de gente atraída por pseudociencias y soluciones que parecen mágicas.
–Cuando se producen situaciones desesperantes, algunas personas buscan soluciones de lo más peregrinas. Es normal. Lo vemos a diario con las enfermedades oncológicas. Y no hablo ya de curanderos, que también, sino de pseudoterapias. La desesperación te hace probar. Y yo siempre digo lo mismo: el paciente debe tener confianza en su médico, consultarlo todo. Que nadie deje a su médico de cabecera, por favor.
–Estos meses, además, se ha detectado un retroceso en la atención a pacientes crónicos que, por miedo u otras causas, dejaron de ir a sus centros de salud. ¿Es necesario que la sociedad se reconcilie con la atención primaria?
–Más que reconciliación, yo hablaría de reencuentro. Es cierto, aunque en pediatría lo noto menos. Muchos adultos han tenido miedo y hay pacientes crónicos, como diabéticos e hipertensos, que se han abandonado. Eso puede, a la vez, solapar otras patologías que se diagnosticarán cada vez más tarde. Por eso hay que propiciar ese reencuentro.
–La telemedicina ha llegado para quedarse, pero ¿tiene sentido que siempre haya un filtro telefónico? ¿Por qué no hay posibilidad de pedir una cita presencial de forma directa?
–No es algo que nos corresponda decidir a nosotros porque es competencia de la administración, pero la telemedicina ayudará a reducir las listas de espera. Las recetas, por ejemplo, pueden gestionarse por teléfono. Sería interesante que ese filtro lo hiciese el propio médico de cabecera, que conoce a sus pacientes.
–Entiendo, entonces, que no están de acuerdo con que el primer filtro siempre sea telefónico.
–Con la pandemia, Salud Responde ha establecido que las consultas sean telefónicas. Luego el médico puede darte una cita presencial si lo considera oportuno. Creo que se habilitará una fórmula intermedia, pero insisto: las citas deberían ser filtradas por los médicos de familia. Son quienes conocen a sus pacientes y saben si realmente esa persona necesita que la examinen. Hay otras personas, en cambio, a quienes puedes tranquilizar por teléfono y decir: «Mañana, si persiste la fiebre o persisten los vómitos o lo que sea, ven a que te vea». Haciendo un buen uso del sistema, podemos sacar una parte positiva de todo esto.
–¿Están las aseguradoras cometiendo abusos con los salarios de los profesionales de la privada?
–Más que abusos, deberían hacer baremaciones más acordes a la situación y al trabajo de los médicos. Esas baremaciones tampoco deberían ser estáticas. Creo que deberían ser renovadas cada año. El esfuerzo de los profesionales de la privada, con infraestructura que es propia, tiene que verse recompensado con una cotización digna por acto médico.
–Además de mejorar las condiciones económicas, ¿qué pueden hacer las administraciones para retener talento?
–Dar seguridad. No puede haber contratos con un mes de duración. Todos tenemos derecho a cierta estabilidad y hay médicos que ni siquiera pueden pedir una hipoteca porque no tienen contratos fijos. Las guardias y las agendas de paciente tienen que ser razonables. Debemos sentirnos agusto en nuestro trabajo. Y hay otro aspecto fundamental: el médico, además de su labor asistencial, ha de tener tiempo para formarse e investigar. Todos, desde los profesionales hospitalarios hasta los que trabajan en atención primaria. Para hacer farmacovigilancia, estudios en celíacos o en diabéticos... Hay que facilitar ese tiempo de estudio e investigación.
–Pero ahora mismo la primera opción de los graduados en Medicina, en cuanto salen de la Facultad, es buscar trabajo fuera.
–Por eso queremos poner en marcha una oficina de desarrollo del médico joven. La formación, en el período MIR, debe ser la mejor posible, Pero luego hay que facilitar la inserción laboral, que no sea vean desorientados. Eso fidelizará a los médicos. Y queremos desarrollar un Erasmus MIR, con ayudas económicas, para ampliar la formación de los estudiantes.
–¿Es posible atender con dignidad a un paciente en tres, cuatro o cinco minutos?
–No, no se puede. Imagine, por ejemplo, que debe atender a un niño: nada más que en saludarlo para que no se ponga nervioso y en examinarlo ya tardas mucho más. Por eso las listas van con retraso. Es cierto que unos pacientes compensan a otros porque en algunos casos se trata sólo de recetas que se solventan en un minuto, pero muchos otros requieren más de diez y quince minutos. Pero siempre vamos acelerados. La agenda presiona mucho.
–¿Qué ha ocurrido con la percepción social del trabajo de los sanitarios? Hemos pasado de los aplausos a diario a que aumenten las agresiones.
–Tenemos que reforzar la seguridad y reducir las listas de espera. Es importante que no se produzcan agresiones, pero tampoco podemos guiarnos por casos excepcionales. Creo que la profesión médica está muy valorada. El cariño y el respeto que nos tienen los pacientes es una maravilla y se ha incrementado con la pandemia. En muchos casos son conscientes de la sobrecarga de trabajo y de la falta de medios que sufrimos.
–En su programa incluía un observatorio de la pandemia.
–La vida ha cambiado. Creemos que es necesario estudiar, de la mano de expertos y colaboradores, posibles futuras pandemias. Y queremos anticiparnos a la era poscovid: habrá personas con secuelas. Las consecuencias son inevitables: creo que ya no veremos a un médico atender a sus pacientes sin mascarilla. Y es lógico. Son hábitos que permanecerán.
–¿Está de acuerdo con la retirada de la mascarilla en exteriores?
–Si se puede mantener la distancia de seguridad, evidentemente. Pero sin distancia, mi recomendación es mantener las máximas medidas preventivas.
–¿Qué ha ocurrido con esta quinta ola, que nos ha cogido de improviso en plena vacunación?
–Es preocupante. Cada día hay cerca de mil contagios diarios en la provincia y la mayoría corresponden a personas jóvenes cuyo rastreo resulta muy complicado porque se mueven mucho. Un adulto suele controlar sus contactos, pero los jóvenes pueden tener decenas de contactos de los que ni se acuerdan.
–Vacunados los mayores de 50 años, ante la inminencia del final de curso y el comienzo de las vacaciones, ¿no hubiera tenido más sentido abrir la campaña a cualquier persona mayor de 16 años en lugar de seguir por décadas?
–Hubiera sido una buena medida epidemiológica, pero las administraciones no disponen de un número ilimitado de vacunas. Hasta ahora, escolarizados y con menos vida social, los adolescentes y jóvenes eran más controlables. Ahora todo se complica.
–Si viniera el presidente de la Junta y le ofreciera ejecutar una de sus propuestas, ¿cuál elegiría?
–Más camas. Málaga debe tener un número de camas hospitalarias acorde a su población. Pero aprovecharía para pedir esa fidelización de la que hablábamos antes: mejores salarios y condiciones laborales, más contratos, facilidades para la proyección y la investigación... Eso sería lo ideal.
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