Llega la vuelta al cole político. La Virgen de la Victoria, cuya festividad se celebró el pasado viernes, marca el pistoletazo de salida. Se acaba el asueto veraniego y, aunque aún desperezándose, en la Casona entran en la senda del otoño político en el que ... se ponen las cartas sobre la mesa. Si la semana pasada, la segunda planta, la de los grupos políticos, era básicamente un erial, esta semana se ha empezado a animar en vista de que tienen que ponerse manos a la obra con las mociones (propuestas) que llevaran a las comisiones y al pleno ordinario de final de mes. En julio ya se inició el trabajo institucional, pero la sesión plenaria fue tan pobre, tan encefalograma plano, que lo único que sobresalió por encima de todas las cosas fue comprobar que el PP no contestaba a la oposición sobre los «favores debidos» al no adscrito y exnaranja Juan Cassá, al que han colocado después de las elecciones de cargo de confianza en la Diputación, 60.000 euros mediante.
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Julio fue el génesis de la nueva Corporación. Vuelta a empezar. Pero con una diferencia abismal: el PP sobrevolando por encima de los demás partidos con una mayoría absoluta aplastante, 17, frente a los 14 de la oposición (PSOE, 10, Vox, 2 y Con Málaga, 2).
El descenso de dos ediles para el PSOE, que había basado su campaña en ir contra el modelo de ciudad de Paco de la Torre, y cuyo discurso se centró en el plebiscito que suponían las elecciones para que quedara claro quiénes estaban a favor o en contra de la torre del Puerto no fue nada exitosa. Quedó claro que si las elecciones eran la consulta ciudadana sobre estas cuestiones, ahora se plantea difícil seguir haciendo oposición en la misma clave.
Para Con Málaga, la suma a última hora de IU y Podemos y caer de tres concejales a dos, en vista de las malas expectativas que manejaban fue, pese a todo, una especie de alivio. «Hemos aguantado mejor el envite de la derecha unidos en Málaga», que decían sin tapujos. Y por último Vox, qué decir de Vox. Estaban y están henchidos porque por fin han entrado en el Ayuntamiento de Málaga, y tienen su grupo municipal. Para hacerlo, necesitan tener dos ediles en su haber. Y por número de votantes incluso quedaron por encima de Con Málaga. Ni tan mal.
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¿Qué sintió y siente el PP de hoy día? Ni que decir tiene que el triunfo del PP en las municipales ha sido un bálsamo dentro del equipo de gobierno, que ahora sólo está formado por los populares. El hecho de que Ciudadanos pasara mejor vida, es decir se extinguiera dentro de la Casona, les supuso una enorme alegría, la verdad sea dicha. El PP se comió electoralmente los dos ediles de los que disponían y todavía arañó uno más a la oposición tradicional. De ahí que la noche electoral, De la Torre se sintiera Jon Bon Jovi, entiendan un rockero ya veterano, al que un disco le ha pegado de nuevo en el mercado. Tras ocho años en minoría absoluta, pidiendo permiso a los naranjas cada vez que aprobaban presupuestos, modificaciones urbanísticas u ordenanzas municipales, a sentirse libre como las amapolas del campo. Sin dar cuentas a nadie. Con todo el poder en su bastón de mando. Sí señoras y señores, De la Torre hoy día es todopoderoso. Como en sus mejores mandatos de mayoría absoluta. Y crioablación aparte (una pequeña intervención que le hicieron para regular su ritmo cardiaco y evitar que sufriera taquicardias) lo cierto es que sigue teniendo una agenda endiablada y mucha actividad municipal. Como siempre. Las malas lenguas que preguntan cuándo se va a jubilar, que haberlas haylas, se ve que tendrán que ver, y en ciertos casos sufrir, cómo termina o casi acaba el mandato por aquello de dejar colocado ya al delfín, en este caso la delfina Elisa Pérez de Siles, que siendo la número dos, es la primera en el podio. Pero esto no dejan de ser cábalas de unos y de otros porque en realidad lo que está ahora mismo De la Torre es pletórico por gobernar en solitario. Por poder hacer el paseíllo casi sin rivales habida cuenta del número de su cuadrilla. «El mandato rodillo que nos van a dar», que se ha venido quejando el PSOE.
Los plenos, esos sí que apuntan a ser un paseo militar triunfante gracias a la aritmética popular. Siempre nos quedará el debate, que decían en Con Málaga, que no es un mal enfoque en vista de los cuatro años de travesía en el desierto que les esperan. El que no se conforma es porque no quiere.
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De la Torre, que sigue engordando la factura de asesores, que ya van por 37 (el nuevo máximo legal ha crecido de los 34 a los 51) y que suma cinco nuevas direcciones generales a las 20 que ya tenía, sigue conformando su equipo de cara a sacar adelante todos los proyectos que parecía que tenían que esperar, entre otras cosas, porque los naranjas se lo frenaban tales como la torre del puerto, el plan litoral y el proyecto cultural para el Astoria sin las restricciones de altura. Esto para empezar a hablar: ahora toca hacerlos. El mandato está en pañales. Y debajo del brazo, en vez de un pan, una mayoría muy absoluta.
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