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Se «agobió» por los retrasos del vuelo, primero en Londres y después en Málaga, y no encontró otra salida que la de emergencias. Esa fue explicación que dio a la Guardia Civil el pasajero que el lunes trató de bajarse de un avión descolgándose desde una de sus alas. Los agentes lo han denunciado por la Ley de Seguridad Aérea 21/2003 al considerar que interfirió con el «equipamiento de la nave». La sanción no es ninguna nadería: la horquilla puede llegar hasta los 45.000 euros.
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Todo ocurrió sobre las diez de la noche en el vuelo de Ryanair FR8164, que salió con hora y media de retraso desde Londres, «más la media hora que acumuló esperando al desembarque», recuerda uno de los ocupantes del avión, el malagueño Fernando del Valle, que fue precisamente quien grabó la escena. «¡Puto crack! ¡Que se va! ¡Que se va!», se escucha en el vídeo que filmó mientras el pasaje observaba, atónito, cómo el viajero, un ciudadano polaco de 57 años, abría la puerta de emergencia y caminaba por el ala del avión, siguiendo el recorrido que marcaban las flechas de evacuación, para intentar bajarse del mismo con el equipaje de mano a cuestas. Las imágenes empezaron a circular por Facebook el martes y pronto se hicieron virales. La noticia, adelantada por SUR ese mismo día en su edición digital, ha tenido repercusión en medios nacionales e internacionales.
El personal de pista impidió al pasajero descolgarse desde el ala para tomar tierra y lo devolvieron al interior del avión, donde fue interrogado por el capitán, primero, y por la Guardia Civil, después. «Recibimos una llamada de Ryanair a las 00.15 horas ya del día 2 y nos informaron del incidente», explica el capitán de la Guardia Civil Miguel Sánchez, responsable de la Compañía del Aeropuerto de Málaga. «Tras entrevistarnos con el comandante de la aeronave, que nos confirmó lo ocurrido, fuimos en busca del pasajero y procedimos a identificarlo. Él manifestó que lo hizo porque estaba agobiado por los retrasos del vuelo, y eso lo motivó a abrir la puerta y sortear la salida normal», añade el capitán, que asegura que no les dio la impresión de que estuviera bebido: «Estaba sentado tranquilamente en la cabina».
Los agentes lo condujeron a las dependencias de la Guardia Civil en el aeropuerto malagueño, donde formularon una denuncia por una infracción a la Ley de Seguridad Aérea 21/2003, que contempla sanciones económicas muy importantes. En ningún momento estuvo detenido, ya que, pese a lo anecdótico y lo llamativo incidente, no llegó a poner en peligro a nadie.
Al ser identificado, el ciudadano polaco dio como domicilio la dirección de uno de los albergues que hay en la ciudad. Este periódico ha podido comprobar que no pasa por allí desde hace algún tiempo, aunque sí ha sido usuario de los servicios sociales en numerosas ocasiones. Al parecer, según uno de los voluntarios que lo trataron, habría dejado atrás los problemas que le llevaron a la calle e incluso se había integrado en algunas actividades culturales dirigidas a personas sin recursos, como por ejemplo un coro. «Sabíamos que se había ido de viaje en Navidad. Probablemente, estaba volviendo», añade.
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