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No hay moción que se precie que no pase dos, tres o más veces por el pleno del Ayuntamiento de Málaga. El refrán de a la tercera va la vencida se queda en muchas ocasiones corto para el ingente caudal de iniciativas que llegan una ... y otra vez sin que se acometan. No es el caso aún de que se impulse que el Parque de Málaga sea Bien de Interés Cultural (BIC), una moción que ya se aprobó a instancias del concejal de Medio Ambiente de la época, Raúl Jiménez, en marzo de 2017, y de la que nunca más se supo. Ayer por la mañana lo ponía sobre la mesa la concejala de Unidas Podemos Remedios Ramos quien hablaba de la necesidad de que el Parque de Málaga tenga esta protección para mantener su integridad.
Este pulmón verde es intrínseco a la fisonomía de la ciudad desde que a finales del siglo XIX, el presidente del Gobierno, Cánovas del Castillo y el marqués de Larios propiciaron que Málaga le ganase estos terrenos al mar con la construcción de un jardín de especies exóticas considerado hoy el tercer jardín subtropical de Europa. Los concejales de los distintos grupos políticos del Ayuntamiento de Málaga convinieron en la importancia de este espacio, del que añadieron faltaba tiempo para explicar sus bondades y su importancia en la intervención de tres minutos durante la comisión de Medio Ambiente. La unanimidad fue clara para volver a impulsar este proyecto en la Junta de Andalucía y finalmente obtener la catalogación de BIC, que le blindaría una exhaustiva protección en cuanto a futuras modificaciones de sus elementos arquitectónicos así como de las combinaciones de sus especies botánicas y alineaciones de las mismas.
De hecho, el Consistorio hizo una importante inversión de 15 millones de euros en este espacio en 2007, su restauración un siglo después de su proyección, que mejoró ostensiblemente los paseos centrales creando pequeños salones para el descanso y que dio una linealidad al paseo de España, que linda con el Puerto, que no tenía el proyecto inicial en el que se encontraba el estanque de aves acuáticas. Sobre todo, se mejoraron las especies de matorral, las plazoletas y se rediseñaron algunos parterres con el objetivo de remodelar un parque del XIX con las claves del siglo XXI. La rehabilitación en cuanto a lo botánico fue respetuosa, a excepción de la eliminación de todos los plátanos de sombra de la avenida principal por almencinos traídos de Italia con la excusa de que la mayoría de los ejemplares originarios estaban podridos. Pese a la gran polémica que se generó lo cierto es que finalmente los almencinos de Azzano Decimo han recreado la nueva alineación de árbol de hoja caduca con árbol de hoja perenne, que era el objetivo original, es decir almencino y palmera canaria en la actualidad.
En el siglo XIX, el puerto llegaba hasta la Cortina del Muelle, pero los barcos no entraban en esa zona porque se quedaban en la bahía. Por eso, se pensó en reformarlo y la parcela intermedia se rellenaría de tierra para venderla y hacer casas. Ahí anduvo muy listo uno de los dos presidentes del Gobierno durante la Restauración, el malagueño Antonio Cánovas del Castillo, que firmó un decreto en 1896 por el que se obligaba al Puerto a realizar una cesión de los terrenos a la ciudad con la condición de que se realizasen jardines y se mantuviera la anchura de la Alameda. Fíjense cómo cambió esta acción la fisonomía de la urbe. Hoy, de no haber mediado esta firma, habría seguramente edificaciones.
Tras la muerte de Manuel Domingo Larios, marqués de Larios, su apoderado presentó un proyecto en Cabildo que consistía en la prolongación de la Alameda Principal hacia Levante. Pero, el plan final del Parque fue de Joaquín Rucoba y Tomás Brioso, que en 1897 plantean el espacio como una colección botánica de especies de todo el mundo. De hecho, la ciudadanía vivió con gran expectación la llegada al Puerto de los barcos cargados de plantas traídas desde los cinco continentes.
El Parque es un pequeño pulmón verde dentro de la ciudad, que además de contar con una espectacular colección de palmeras, muestra ejemplares reseñables de araucarias, cipreses, robles, arces, ficus y dragos. De hecho, durante la Cumbre Hispano-Francesa de febrero de 2017, el paseíllo para saludar a las tropas y autoridades de los presidentes de ambos países, por entonces Mariano Rajoy y François Hollande, se hizo debajo de la alineación de palmeras centenarias para desembocar en la escalinata principal del Ayuntamiento. Con este expediente, el de BIC, el Parque tendría su justa catalogación, la de un espacio botánico señero que ha sido escenario de los grandes acontecimientos de la ciudad.
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