Un parque canino que nunca llega

Lo explican varios vecinos de los aledaños de La Alameda y su propia prolongación en conversaciones con esta sección: «Estamos enfadados y escribimos esta carta para manifestar la indignación de los residentes en el distrito prolongación Alameda debido a lo que consideramos un incumplimiento reiterado por parte del Ayuntamiento. Hace más de cinco años se aprobó en pleno después de una recogida de firmas y quejas por parte de los vecinos la instalación de un parque canino en la zona, un enclave tan céntrico en el que desde hace tiempo no recibimos ninguna reforma, mejora o simplemente un mantenimiento. Nos da la sensación de que la petición cayó en saco roto o que no se escucha», explicaba este fin de semana con esperanzas de algún tipo de cambio.

Esta petición ya fue recogida por este periódico allá por 2015, en la que se contaba a los lectores que la presencia de perros en los jardines Picasso es muy cotidiana, ya que se trata de un gran jardín con majestuosas sombras que invitan a pasear. La costumbre de llevar allí a los perros se produce porque los dueños de las mascotas no disponen en la zona de un recinto donde llevarlas similar al de Guadalmar (por ejemplo), de ahí que haya surgido una iniciativa para pedir que se cree en este lugar un parque canino donde los perros puedan estar sin que su presencia moleste a los usuarios habituales de los jardines.

La iniciativa pretende crear este espacio desde la Plaza de la Solidaridad hasta la Avenida de La Aurora, no obstante, han pasado los años y las administraciones no han especificado si rechazan finalmente la propuesta o simplemente está en un cajón olvidada.

Hemos hablado últimamente en esta sección sobre la Avenida Ramón y Cajal, situada en la vía de servicio paralela a Jacinto Benavente, que cruza el corazón de Ciudad Jardín. Los residentes y trabajadores de la zona se quejaban de la movilidad, ya fuese por un árbol en mal estado (que ya se ha podado y solucionado) o las deficiencias del carril bici: los padres de los niños de los colegios de la zona dejan el coche mal aparcado y obligan a bajarse o circular por la calzada a algunos usuarios, que también lo tienen que hacer en algunos tramos en los que el carril bici se encuentra deteriorado por obras.

Lo expone Nacho Sánchez, vecino del Cerrado de Calderón y lector habitual de este periódico: «Nos sentimos un poco olvidados. Han estado arreglando muchos puntos en la zona del Cerrado de Calderón, tanto la calle Centaurea como la calle Altabaca y cuál es la sorpresa que la calle Cardo Cuco, estando en medio de las dos, no tiene respuesta a los problemas que lleva denunciando bastante tiempo», explicaba hace justo dos semanas con cierta indignación. Hasta la fecha no han llegado ni soluciones ni respuesta administrativa por este tema.

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