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Vista del trazado del nuevo Parque y el Paseo de los Curas, en una imagen tomada desde el mar en el año 1915 archivo municipal
¿Cuál es el origen del Paseo de los Curas?

¿Cuál es el origen del Paseo de los Curas?

La bibliografía local apenas tiene referencias históricas sobre esta arteria fundamental en la ciudad, aunque hay acuerdo en que su denominación es fruto del consenso popular por ser el lugar que curas y seminaristas aprovechaban para pasear, meditar y leer. Sin embargo, hay quien defiende incluso que esta vía carece de nombre

Sábado, 30 de mayo 2020, 00:49

Las crónicas históricas de la ciudad están repletas de referencias a las vías que lo abrazan. La plaza de la Marina, la avenida de Manuel Agustín Heredia, el Paseo del Parque, la avenida de Cánovas del Castillo e incluso el propio Puerto, que lo conecta directamente con el mar. Por eso llama la atención el contraste entre esa abundancia documental y el puñado escaso de líneas que dan testimonio del nacimiento del Paseo de los Curas, y sobre todo de su origen.

Recorrido miles de veces como arteria de conexión imprescindible entre el este y el oeste de la ciudad, este paseo ha sido testigo de una de las mayores transformaciones recientes de la ciudad en su unión definitiva con la zona portuaria, de los viajes de los primeros tranvías, de los atascos cotidianos, de manifestaciones más o menos multitudinarias, de paradas en la sombra de coches de caballos y hasta de botellones. Pero a pesar de su condición de zona de paso, también su historia -por escasa que sea- merece ser rescatada.

Sea como fuere, el Paseo de los Curas es el vínculo que une sobre el mapa el Puerto de Málaga con el Paseo del Parque, la gran revolución urbanística que sirvió para ganar un terreno necesario al mar entre finales del siglo XIX y el XX gracias al empeño del político malagueño Antonio Cánovas del Castillo y que además regalaría a la ciudad un pulmón verde que mantiene su latido hasta nuestros días. La ciudad recibía la urbanización del Parque de Málaga por parte del Estado el 2 de agosto de 1897, aunque los trabajos se prolongaron hasta el año 1921 hasta completar su fisonomía actual.

De esa conexión paulatina entre ambos espacios (Parque y Puerto) queda constancia en los planos de la época, caso del que firmó Emilio de la Cerda en 1892, donde ya se dibujaba el trazado del Paseo de Parque. Años más tarde (1928), el arquitecto Daniel Rubio confirmaba en su 'Proyecto de Ensanche de Málaga' que ese ámbito de contacto entre la ciudad y el Puerto aún estaba en proceso de construcción, tal y como recordaba en un artículo publicado en SUR en mayo de 2012 el arquitecto Francisco San Martín

No siempre se llamó así

Es en ese escenario de conexión paulatina donde comienza a cumplir un papel fundamental el Paseo de los Curas, que no siempre se llamó así. Tampoco hay una posición unánime en torno a cuál de los paseos que discurren en paralelo al Puerto (la avenida en sí, el Paseo de España o el lateral sur del Paseo del Parque) fue el responsable de que la arteria urbana recibiera ese nombre. De hecho, el tramo viario del Paseo de los Curas es conocido oficialmente como Paseo de Cintura del Puerto o Carretera de Cinturón del Puerto según la denominación portuaria, por eso hay voces que han llegado a defender que esta avenida en realidad no tiene nombre y que la denominación de Paseo de los Curas llegó gracias al empuje popular.

En efecto, sí parece haber un consenso extendido en el hecho de que fue el pueblo quien la bautizó así en torno a la década de los 50 por ser ese entorno el lugar de paseo y desconexión cotidiana de los sacerdotes de la cercana Catedral de Málaga; y sobre todo de los seminaristas, un colectivo muy numeroso en la época. Ahí los religiosos disfrutaban, a primera hora de la tarde, del espacio de paseo y sus sombras, y de las zonas de descanso para avanzar en sus lecturas y meditar.

Igual que sucede hoy, la vegetación del Parque y sus alrededores convertían el espacio en un lugar óptimo para la caminata, ya que a principios del siglo XX ya se habían plantado los plátanos de sombra tan característicos del Paseo de los Curas: su sentido no era sólo el estético; también el práctico, ya que estas especies representaban una barrera óptima de protección para la flora del Parque frente a los vientos de Levante y contribuían al microclima de la zona.

Arriba, una competición de motos al entrar en el Paseo de los Curas en los años 60. Abajo, a la izquierda, vista de la avenida en la actualidad. Al lado, una pareja descansa en un banco de la zona en 1940 archivo municipal y sur
Imagen principal - Arriba, una competición de motos al entrar en el Paseo de los Curas en los años 60. Abajo, a la izquierda, vista de la avenida en la actualidad. Al lado, una pareja descansa en un banco de la zona en 1940
Imagen secundaria 1 - Arriba, una competición de motos al entrar en el Paseo de los Curas en los años 60. Abajo, a la izquierda, vista de la avenida en la actualidad. Al lado, una pareja descansa en un banco de la zona en 1940
Imagen secundaria 2 - Arriba, una competición de motos al entrar en el Paseo de los Curas en los años 60. Abajo, a la izquierda, vista de la avenida en la actualidad. Al lado, una pareja descansa en un banco de la zona en 1940

Que antes de los años 50 el Paseo de los Curas no era conocido con esa denominación se comprueba en los mapas y callejeros de las décadas previas. El principal volumen de referencia en la primera mitad del siglo XX fue 'Las calles de Málaga', firmado por el archivero, bibliotecario e investigador Francisco Bejarano, que no recoge ese nombre para referirse a lo que hoy conocemos como Paseo de los Curas. El libro fue editado en 1939, justo después de la Guerra Civil, por encargo de Juan Temboury (uno de los mecenas más reconocidos de la historia reciente de la ciudad) y como herramienta definitiva para poner orden en unas calles cuyas denominaciones habían estado sometidas, en demasiadas ocasiones, a los vaivenes políticos de décadas anteriores. Y en ese orden pareció no contar el Paseo de los Curas. Detalles como este alimentan las posturas que defienden que es una arteria con un nombre más popular que oficial, aunque no es el único ejemplo en el callejero malagueño: si en este caso la avenida recibió su nombre por ser el lugar de desconexión de sacerdotes y seminaristas, la cercana Alameda de Colón (en perpendicular a La Alameda) también recibió a mediados del siglo XIX otra denominación, esta vez sí oficial y recogida en el callejero y que los mayores aún recuerdan en la actualidad. Esta vía fue bautizada como la Alameda de los Tristes a pesar de ser un paseo muy agradable, y según recuerda la archivera municipal ya jubilada Mari Pepa Lara «se llamó así porque era el lugar por donde paseaban y se encontraban los viudos de la ciudad, sobre todo viudas«. Otras referencias bibliográficas suman a ese estado civil de sus paseantes el hecho de que el lugar era tranquilo, sin ruidos y que se respiraba paz.

Volviendo al Paseo de los Curas, los callejeros municipales más recientes ya han terminado por recoger el nombre de esta gran avenida, dando carta de naturaleza a ese bautismo que partió del pueblo y colocándola en el centro de un extenso eje urbano con nombres propios de peso, ya que al oeste conecta con la Avenida Manuel Agustín Heredia y al este con la Avenida Cánovas del Castillo. Si el tiempo da un nuevo giro de tuerca a la historia y el nombre que puso el pueblo y quedó fijo en el callejero vuelve a cambiar por los giros del calendario y los protagonistas que están por venir sólo está en manos de eso. Del tiempo.

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