Noelia Losada 'murió' con las botas puestas

Anita, como la llaman todos, es uno de los personajes más entrañables de la Casona. No hay una sola vez que al cruzártela, no tenga una palabra amable. En esta jornada, la todavía portavoz naranja Noelia Losada volvía al Ayuntamiento y se topaba con ella por los jardines de Pedro Luis Alonso. «Espera, espera», le decía para salir a su paso. Esta vez tampoco fue capaz de decir nada. La abrazó bien fuerte. Tan fuerte que cuando por fin se soltaron tenían los ojos vidriosos. Harían falta más anitas en este mundo.

Antes, Losada se había encontrado con los socialistas Rubén Viruel y Rosa del Mar Rodríguez. El primero también le dice adiós al Ayuntamiento (era el número once y su grupo se queda en diez). La emoción les embriagaba a los dos. Tomaban un café en un lugar en el que el camarero es de Miraflores de los Ángeles, y pregonaba haber votado a Dani Pérez. Otro de los grandes perdedores del 28M. «Pero ha sacado diez ediles», que decía Losada. Efectivamente hay pérdidas y pérdidas. La de la concejala de Cultura y Deportes en funciones supone borrar las siglas de su partido, las huellas de su gente y la suya propia de la oficina habilitada para su todavía grupo en la segunda planta. De la pared ya van quitando pósters, informaciones en las que ella era la protagonista, empaquetando cuatro años en la cosa municipal.

Su marca, muy debilitada, le sumaba a la contra, sus posibilidades eran ínfimas y las encuestas no le daban ni siquiera un 2% de votos cuando para entrar en el Ayuntamiento el mínimo esta en un 5%. Iba a una muerte política asegurada, pero cual torbellino se lanzó a la aventura. Las campañas, para los que no conocen las entrañas, son agotadoras. Es un peregrinar por barrios, lugares, pedir el voto, encuentros, ruedas de prensa, entrevistas. Un proceso que se podía haber evitado, máxime cuando era tan consciente de su final, como el que va a una guerra sin efectivos. A morir con las botas puestas.

En esta travesía se ha dejado muchas cosas detrás. Puede que incluso demasiadas, pero se ve que, pese a la debacle de hace tres días, aún no ha gastado el último cartucho: «No descarto volver a la política. Estoy segura de que habrá un 'Borgen 5'». La que un día fue bautizada como 'concejala estoica' en esta sección no deja de sorprender.

En la noche electoral del PP, en el hotel NH, se seguía de cerca a todos los partidos, al suyo incluso, Ciudadanos, sabiendo cuál iba a ser su trágico final. Alguien que la aprecia explicaba que no entendía cómo no se había hecho un 'Juan Marín', es decir haber mantenido el guante blanco con el PP hasta el final y haber negociado su inclusión en las listas populares o de alguna manera cuando volviera a ganar el alcalde de Málaga, como así ha sido.

Hubo un tiempo, al principio del mandato, en el que De la Torre la tenía tan en alta estima que las malas lenguas decían que era su delfín (disculpen el masculino, pero es que en femenino suena a película de Disney). Luego la cosa se enfrió bastante cuando Losada se quejaba del alto número de asesores y De la Torre le decía que proporcionalmente ella tenía más; y en los últimos tiempos la torre del puerto y el Plan Litoral consumó el desamor y la agria ruptura. «Se nos ha hecho bola», que decían los populares entre bambalinas.

De Juan Marín, bien colocado de presidente del Consejo Económico y Social de Andalucía, explicaban que había sido leal, y tocaba preguntarle si consideraba que ella no lo había sido. «Al alcalde le molesta que le lleves la contraria. Él interpretó que yo era una más de sus concejales; nunca ha entendido que perteneciéramos a dos partidos distintos. A él le gustaba el modelo de la Junta (PP y Cs en el gobierno) pero yo creía y creo que no era desleal decirle las cosas que veía mal. Él nunca me vio como una socia. Sólo he cambiado de opinión en la torre del puerto, y en el plan litoral, que en su inicio era sólo el paseo de los Curas».

Revisa su teléfono. Le siguen llegando mensajes de ánimo de compañeros de la Corporación, del PP incluidos. «Al final siempre quedan las personas». Es cierto, aunque en el pleno se despellejen asombra ver cómo hay camaradería –no siempre– en los pasillos.

De la Torre y Losada no se han vuelto a ver desde que el primero le dijo «tránsfuga» en la campaña por no cumplir el pacto de gobierno a cuenta de que ella puso sobre la mesa, sin decir su nombre, cómo acabarían colocando a su excompañero, el no adscrito Juan Cassá en algún sitio. El concejal que ha sostenido este mandato del alcalde. Las polémicas rodeaban al asturiano, que ha sido un convidado de piedra en el pleno. Iba, no hablaba, sólo votaba, pero cobraba. Los populares lo ven de otra manera: con él han conseguido un gobierno estable.

«Yo no vine a por un carguito, ni a por un sueldo. No vine a pelotear a nadie. No emularé a ese tipo de personajillos», explicaba, digna, al tiempo que añadía que volvería a su despacho para ejercer como abogada de casos de la Seguridad Social y que acabará, como ya hacía, dando clases en la UMA de las asignaturas Seguridad Social I y II. Leyó su tesis hace tiempo, y obtuvo un sobresaliente cum laude. Ahora, dado el interés de la misma, 'La incapacidad permanente ante la nueva realidad sociolaboral', la ha editado la UMA y días atrás por fin tuvo tiempo de recoger un ejemplar.

Es cierto que la política engancha, todos los concejales lo han dicho alguna vez. Pero algunos tienen, afortunadamente, vida más allá y no necesitan mendigar puestos para no quedarse en el paro. La política como objetivo de servicio público es loable, se tuerce cuando es el único medio de vida, el único fin.