A pesar de no celebrarse la fiesta habitual en la plaza de la Constitución, cientos de personas se concentraron para tomar las uvas. francis silva / vídeo cristina pinto

Una Nochevieja malagueña marcada por Ómicron

La incidencia de las últimas semanas se deja notar en el ambiente del Centro de la capital en la primera madrugada de 2022

CRISTINA PINTO

Sábado, 1 de enero 2022, 12:38

No había campanadas en directo desde la plaza de la Constitución. Pero siempre quedan alternativas. Cientos de personas se agolpaban en ella dispuestas a tomarse las uvas con móvil en mano para seguir el directo desde alguna televisión y dar la bienvenida al año desde ... la calle entre amigos y familia. Llegaron los cuartos, las doce campanadas y ya era 2022. Botellas de cava, cotillón y brindis acompañados de gritos al unísono: «¡Feliz año!». Podría ser cualquier fiesta de Nochevieja normal pero no, la pandemia vuelve a estar en esta entrada de año y Ómicron quiere ser uno más de los invitados a este 2022.

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Los primeros minutos del nuevo año en el Centro estaban marcados por las videollamadas entre callejones para felicitar a los que no pudieron estar. Fueron muchos. Algunos infectados por el Covid-19 y su nueva variante y otros que simplemente preferían quedarse en casa y en familia de manera más reservada. Pero no menos divertida. Como le pasó a la joven cordobesa Irene Pérez, que vive en Valencia y aterrizó directa en Málaga para pasar la primera Nochevieja fuera de casa. «Me siento rara, me he dado cuenta de que llevo 25 años pasando esto en familia y ahora lo estoy haciendo con mi amiga. Aunque preferimos quedarnos en casa, tomarnos unas copas aquí y así evitar el contagio. Ya mañana comeremos 'pescaíto' por la playa», confesaba desde casa de su amiga, por Barbarela.

Mientras, lo que se podía ver por los alrededores de la plaza de la Constitución era mucho extranjero. «Happy new year» o «Bonne année» eran de los más sonados por el Centro. Por sus países las restricciones sí que han llegado fuertes y un vuelo a Málaga les parecía una buena alternativa para arrancar el 2022. Aunque sí que había alguna que otra familia española que bajaba por calle Larios. Desde Valdemoro suelen bajar a la Costa del Sol a pasar el año nuevo Paz, Enrique y sus dos pequeñas Paola y Martina. «Venimos buscando el tiempo, el buen clima, la ciudad que nos gusta, el ambiente...», contaba el padre de esta familia.

Con sus gafas doradas navideñas, labios rojos y collares de serpentina, la pequeña Martina pedía un deseo para este 2022: «Que nos pudiésemos reunir toda la familia, porque ahora está un poco loco todo». Su hermana pequeña también le lanzaba una directa al nuevo año: «Yo deseo que todo el mundo sea feliz», contestaba Paola. En dirección a plaza Uncibay, un grupo de amigos llegados desde Bélgica buscaba la fiesta entre gorros y pelucas. De lejos se les notaba la efusividad: «Estamos celebrando el año nuevo. Mi deseo es que el coronavirus acabe, que estemos felices, sanos y mucho amor en este año. ¡Yeah!», celebraba Aline.

Poco ambiente local

El reloj marcaba casi las dos de la madrugada y las calles del Centro no estaban ambientadas. Cualquier día de la semana habían estado más llenas y con más deseo de fiesta. Algunas como Sala Gold no perdían la costumbre de sus largas colas para acceder al local, aunque la mayoría de terrazas y discotecas todavía esperaban a que la noche arrancase. En la puerta de Bambú, uno de los locales de copas del Centro de la capital, estaba Carlos Barbado, el encargado de la discoteca. «Nos ha sorprendido positivamente que desde las doce ya teníamos gente esperando a entrar, como hay mucho turismo... Los malagueños solemos tomarnos las primeras copillas con nuestra familia», apuntaba el encargado de Bambú.

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Dentro de esta discoteca se comprobaba eso. Muchos franceses, pocos malagueños. Como camuflados estaban tres amigos de la ciudad: Luis Priego, Mario Jiménez y Francisco Triviño, que justo recibían una botella con la bengala para dar la bienvenida al 2022. «En Nochevieja solemos salir por el Centro, eso nunca falla», apuntaba uno de ellos. También estaba Victoria, celebrando con sus amigos, «llevo cinco años esperando este momento, siempre me tocaba trabajar y este he descansado».

Los brindis son habituales en los festejos y eso hacían Rosa y Arantxa con sus gorros de Papa Noel desde la barra de la Sala Wengé. Fuera, por las calles del Centro algún que otro altercado provocado por el alcohol que la Policía Local solucionaba. Las discotecas seguían esperando a que llegase la gente, Álvaro Manzano recibía a las puertas de Mirror, de donde es el encargado, a algunos grupos de jóvenes. Coincidía con lo que decía sus otros compañeros de profesión: «El ambiente de ahora mismo es todo la gente de fuera que se ha tomado las uvas en la plaza de la Constitución, la gente local suele venir más tarde». Pero lo compara con la última Nochevieja de fiesta en el Centro: «En comparación con el último año no tiene nada que ver, esto no está siendo ni Navidad», confesaba Álvaro Manzano.

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Mucho dorado llevaban subiendo calle Casapalma 'Las peligro', dos drag-queens que paseaban antes de empezar su show en La Comedia, discoteca de ambiente del Centro. Por esa misma calle está el local Ultramarinos Casapalma y, uno de los socios, Esteban Jimeno, comentaba la situación de esta Nochevieja al terminar la madrugada: «Empezó a animarse a las 2, pero el Centro ha estado flojo, había sobre todo guiris, poco ambiente malagueño. La gente ha decidido este año quedarse más en los barrios. El ejemplo es Tití Pedregalejo, que estuvo a reventar desde primera hora», aseguraba.

Pasaban las horas en el Centro y algunos malagueños iban apareciendo por las calles y buscaban su reservado en la discoteca o alguna oferta que les convenciera. Otros directamente rodeaban los callejones para irse a sus casas tras la cena y copas o dirección a alguna fiesta privada. Hubo muchas maneras de celebrar el 2022 por Málaga aunque, sin duda, Ómicron fue un invitado que se coló en esta entrada de año y que todos desean que se vaya y cierre la puerta. «Que se acabe el virus ya», fue sin duda la frase más escuchada de la Nochevieja.

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