Nena García Paine, en su despacho del antiguo Edificio Negro migue fernández
Lapolítica. De Cerca

Nena García Paine: «He aprendido a salir llorada de casa»

Ya sea como activista social o como delegada de Educación y Deporte, confiesa que sigue siendo «políticamente incorrecta». «Cuando entré en política trataron de orientarme, pero ya se han dado por vencidos»

Domingo, 20 de febrero 2022, 00:53

«¿Una entrevista personal? Claro, pero ya sabes que soy políticamente incorrecta», avisa Mercedes García Paine (Nena para todos) mientras toma asiento en su despacho ... de la planta 11 del antiguo Edificio Negro. Conocido popularmente como el 'Michael Jackson' porque ahora es blanco, Nena también cambió radicalmente de piel cuando hace tres años pasó de la primera línea del activismo social al terreno político como delegada de una cartera que gestiona Cs y a la que ella se incorporó como «independiente». Su oficina conserva pistas que la anclan al otro lado, como decenas de dibujos de sus «niños» de la asociación que lleva su nombre; pero también detalles que enmarcan las rutinas de ahora, como fotos con Juanma Moreno y Javier Imbroda, socios de gobierno y, ambos, amigos personales de la delegada antes del cargo. Nada que ver con Ayuso y Casado. «Aquí trabajamos fenomenal», dice aliviada. «Venga, dispara», invita no tanto.

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–Pues empecemos por su perfil de política que no es política. ¿Se siente cómoda en esos zapatos?

–Es complicado, porque yo tengo un perfil con menos filtros y eso genera situaciones incómodas. No lo digo por mí, lo digo porque no me gusta meter en aprietos a mi equipo de gobierno, a mi consejería o a mis compañeros delegados. Al principio intentaron orientarme y ya se han dado por vencidos, porque saben que soy así. Eso sí, ahora soy más prudente.

–La política, ¿era lo que esperaba?

–¡No, qué va! Para empezar, los políticos tomamos decisiones pero no tenemos el poder. El bueno es el que es el que es capaz de liderar a sus técnicos para hacerles ver que el cambio que quieres hacer es el correcto. Yo pensaba que el político era el que estaba en actos y en citas, pero me di cuenta de que si no le echaba horas al despacho, la cosa no salía o salía como siempre. No sé cómo se saca tiempo para estar tanto en la calle.

–Más despacho y menos fotos

–A ver, las fotos son necesarias porque, si no, tampoco te ven. Ayer, por ejemplo, me llegó el mensaje de una señora que criticaba que salía poco y no conocía la realidad, y yo me dije: «Se nota que no me conoce ni me ha leído en su vida». Yo, desde luego, no sé cómo exprimir más el tiempo. Me he recorrido los 103 municipios de la provincia tres veces en tres años, y conozco sus problemas. Eso sí, hay que sacrificar otro tipo de tiempo.

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–¿Y usted ha sacrificado mucho?

–¿En estos tres años? Todo. He sacrificado hasta no poder llorar. Recuerdo que un día en pandemia llamé a la delegada (Patricia Navarro), para decirle: «No puedo más». Mi hermano se moría (se emociona) y yo tenía una comisión de emergencia para resolver problemas de personas mayores. Sabía que no podía fallar a los que confiaban en mí, pero a la vez yo estaba fallando a mi familia. Abandoné a mi padre, con el que vivo, que lloraba por su hijo; y a mi hermano, aunque por fortuna salió adelante.

–Antes de entrar en política, usted era miembro de la comisión del PP pero ahora es delegada por Cs, ¿cómo fue ese cambio de filas?

–Es verdad que yo he estado vinculada al PP, pero ya no formo parte de esa comisión por lealtad a la consejería y al consejero (Javier Imbroda).

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–¿Fue él quien la tentó?

–La oferta me llegó por otra persona, que me preguntó si quería trabajar en la consejería de Educación con Cs. Al saber que podía ser independiente dije sí y ya me citó don Javier.

–Que es su amigo y mentor

–Es más que eso: es un profundo sentimiento de cariño y respeto. Lo conocí con 13 años, cuando él era el entrenador del Unicaja y yo era la presidenta de su club de fans. Él no me consideraba su amiga, ¡yo era su fan! (risas). Empecé a trabajar con él cuando estaba en el Real Madrid, como secretaria y la 'au pair' de sus hijos; la chica de confianza de la familia. Cuando fui avanzando en los estudios me empezó a dar otras responsabilidades y ya en Melilla me desvinculé porque mi madre cayó enferma y yo volví a Málaga.

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–¿Le llama don Javier a pesar de los años y la amistad?

–Sí, sí, yo lo sigo llamando así.

–Conociéndola, estará volcada con él en estos momentos

–Él no quiere. No por mí, es que él ha elegido vivir y yo he estado todo lo cerca posible de él en estos tres años, para trabajar. Tengo que respetar esa decisión. Intenté tener una conversación personal con él pero me bloqueó en 'cero coma', porque me conoce. No quiere darle ni un minuto a la enfermedad, y para mí es un ejemplo.

–De Melilla se trajo más que la amistad fortalecida con él. También a su hijo, un preadolescente al que adoptó cuando era apenas una veinteañera

–Es el verdadero amor de mi vida. Mi niño, Iunes Ismael –aunque le decimos Junior– ya tiene 30 años y es de origen marroquí. Lo que diríamos hoy, un mena. Empecé la acogida cuando yo tenía 24 y él 11. Yo era su entrenadora en la escuela de baloncesto de Melilla y él vivía con las abuelas. Un día, salía del club a la una de la mañana y me lo encontré solo andando por la calle, con los zapatos rotos. Aquello me impactó. No me acuerdo bien de cómo fueron las gestiones, pero sí te puedo decir que al cabo del mes ya tenía al niño en mi casa.

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–¿A qué se dedica?

–Él es sargento de La Legión y está en San Roque destinado. Acaba de venir de una misión en Turquía durante seis meses y está felizmente emparejado. Tengo una nuera estupenda.

–Dentro de poco, abuela

–Ay (risas)... Le he dicho que espere un poco, pero si tengo que ser abuela lo seré. Todos los días pienso: «Ésa es la llamada». He sido madre joven y también tendré que ser abuela joven.

–En sus charlas dice que a los 33 años hizo 'clic' y decidió dejar de quejarse. ¿Qué fue aquello que le hizo cambiar?

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–La muerte de mi madre, que me hizo ver que todos tenemos una fecha de caducidad. Hasta ese momento todo era ambición, pero cuando la enterré y además empezó la enfermedad de mi amiga Pili (la doctora Pilar Galera) me dije: «¿Y a ti quién te libra de esto?». Así que, lo que esté, lo voy a estar haciendo lo que me hace realmente feliz, que es ayudar a los demás. Ya no tengo ambición ni apego a nada.

«Mi hijo ya tiene 30 años y lo acogí cuando él tenía 11 y yo, 24. Es de origen marroquí; lo que diríamos hoy, un mena»

«Me fui moviendo de instituto en función de mis necesidades, porque a raíz de mi obesidad mórbida sufrí acoso. Fue terrible»

–Sus problemas de salud también la han marcado: obesidad mórbida, 13 operaciones, lesiones precancerosas en el esófago. Los médicos le dijeron que sería un milagro que llegara a los 35

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–¡Y aquí estoy con 42! Eso lo he dejado atrás. Es cierto que la salud no es la mejor, tengo muchos parches. No sé si es genético, si ha sido a consecuencia de la obesidad, si una cosa llevó a otra... Se mezcla también todo: yo no soy una persona patosa pero la última lesión grave fue sobre llano. Me rompí el troquíter y ha sido de las cosas más dolorosas que he sufrido en mi vida, y te aseguro que he tenido dolores. Ahí toqué fondo. Y luego está la rodilla, en la que llevo tres operaciones y probablemente llegará la cuarta. Tengo 42 y estoy coja, pero quiero hacer muchas cosas.

–¿En quién se apoya esa Nena coja?

–En todo el mundo.

–¿Tiene pareja?

–No (risas). Tengo muchos amigos. Pareja no, porque creo que los tengo que espantar. Intento parecer calmada, pero creo que me ven dos veces y me dicen 'qué va, qué va'. Amigos tengo muchos y me siento muy querida, me falta tiempo para estar con ellos.

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–¿Qué me dice de su vídeo viral en Facebook cuando habló del «marrón» que tenía en la Junta y que había perdido «la libertad de decir la verdad»?

–Me llovieron las críticas hasta en el carné de identidad. Recuerdo aquellos días con mucha pena.

–¿Por qué lo hizo?

–El vídeo se filtró, era para un grupo de amigos. Y se hizo además desde aquí, desde Ordenación. Sé quién fue. Hicieron política. Venía de jornadas muy largas de trabajo: tú no sabes lo que es llegar aquí y recibir a un alcalde, y a otro, y a otro, con peticiones, y no tener ni un solo papel. Cuando fue un tema de menores, ya me tocó.

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–¿Se arrepiente de aquello?

–Me arrepentí de hacerlo, pero lo que dije no es mentira. Eso sí, ya no hago ningún vídeo, ya lloro en mi casa y como mucho hago una videollamada a un amigo para desahogarme. Recuerdo que cuando pasó aquello me cogieron el consejero y Elías (Bendodo) y me dijeron: «Nena, de casa hay que salir llorada». Y eso es lo que he aprendido, ya salgo llorada de casa todos los días.

–¿Cómo recuerda la delegada de Educación su etapa escolar?

–La más feliz del mundo. Recuerdo que con Pili, durante dos años, estuvimos haciendo bocadillos de nocilla y vendiéndolos en el recreo para pagar el viaje de fin de curso a las niñas que no podían permitírselo.

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–Allí empezó su activismo social

–Sí, incluso antes (risas). En el cole pude ser muy yo.

–¿A cuál fue?

–Empecé en Sierra Blanca, y luego me cambié porque me tuve que ir a Melilla por mis problemas de obesidad mórbida. Ya en Málaga, estudié en el IES Sierra Bermeja y Martiricos.

–¿Y qué tal allí?

–Bien, aunque me fui moviendo en función de mis necesidades porque a raíz de la obesidad mórbida sufrí acoso. Hubo un par de compañeros a los que les dio por mí de verdad. Una chica, compañera de clase, se suicidó; y te confieso que yo llegué un momento en el que lo pensé. El acoso fue terrible. Me tiraban piedras desde las ventanas, no salía ni al recreo; me encerraban en la clase, me empujaban, pasaban por mi lado y me daban una patada y decían 'perdón'...

–¿Cómo marca eso?

–Eso me ha marcado para ser mejor persona y para entenderles, porque ellos me han pedido perdón.

–¿Y cómo acabó aquello?

–Cambiándome de instituto.

–Al final se tiene que ir la víctima

–Sí, muchas veces es así. Para mí fue lo más fácil.

–¿Hay ahora más casos de acoso?

–No, no ha habido un repunte en los colegios. Aún hay muchas medias de distanciamiento y la cosa está controlada; eso sí, cada vez hay más fuera de los colegios. Ahora son el insulto, las faltas de respeto o los memes en los móviles. Que también afecta muchísimo psicológicamente. Ahora es cuando tenemos que trabajar en esto, porque lo de las redes sociales es terrorífico. Mira, yo estoy dentro, infiltrada en redes con perfiles falsos para controlar a los jóvenes de mi asociación y estoy escandalizada.

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–¿Infiltrada?

–Sí, sí. Hay cosas escandalosas, como que haya niños haciendo directos a las tres de la mañana cuando al día siguiente tienen que ir al colegio. Me aceptan entre sus amistades sin problema: luego hablo con ellos de manera didáctica, son tan inocentes no saben que soy una de las personas que está infiltrada en las conversaciones. A los últimos, les desmantelé una partida de póker con dinero. Niños de 12 y 13 años. Me presenté allí, no sabían que yo era una de las jugadoras.

–Después de la charla tan intensa, no creo que esté usted muy preocupada por el calendario electoral en Andalucía

–Ah, yo no. No sé qué es políticamente correcto decirte ahora. Yo he venido a mejorar y hasta que decidan. Lógicamente me gustaría quedarme.

–Ahora, si no sale Ciudadanos tendrá que volver al PP

–Es que yo nunca me he ido. He dejado los cargos y aquí estoy como independiente.

–¿Los va a votar?

–Yo voto al gobierno del cambio.

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