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Se habló mucho en este periódico sobre la zona de Gibralfaro y su suciedad, que fue limpiada – un gran batallón – por el Ayuntamiento hace meses, y que, a través de una buena idea de verjas, persiste limpio.
No obstante, no muy lejos de allí, en ... la calle Mimosas sigue habiendo problemas. Es el único reducto que le queda a los jóvenes para sentarse y ver el mar. Por ello, el famoso «murito» se h convertido en un foco de basura y restos de botellones, que unido a algunos desprendimientos hacen de esa zona un enclave poco agradable.
Y ese no es el principal problema. Justo debajo del citado muro hay una obra olvidada que cuenta con muchos escombros, entre ellos barrotes oxidados de gran tamaño. Cualquier traspiés puede ser mortal para todos los jóvenes que se sientan.
El siguiente problema es más que previsible: el ruido que hacen dichas quedadas a horas intempestivas, sobre todo los fines de semana.
Esto, unido a la gran cantidad de basura en forma de comida en descomposición, latas y botellines, hace que los vecinos clamen por un «arreglo urgente» de la zona, al igual que pasó con la otra parte de Gibralfaro, de la que quedaron muy contentos.
Es el turno de las administraciones, de las que se espera que vuelva a actuar con la misma franqueza. «Merecemos una zona limpia y sin quedadas que favorezcan el vandalismo».
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