Se llamaba Carmen Prieto Rojas, tenía 108 años y figuraba en los registros municipales como la persona más longeva de la capital. A sólo dos meses de cumplir los 109, Carmen fallecía esta madrugada en Málaga «rodeada de los suyos». Así lo confirmaba desde Parcemasa su nieto político, Álvaro García, como portavoz de una extensa familia que la ha despedido «con tranquilidad, porque se ha ido apagando poco a poco».
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Con esa mezcla de «tristeza» por la despedida pero de gratitud «por haber podido disfrutar tanto tiempo de ella», los familiares de Carmen se han reunido para darle el último adiós: entre ellos, sus cinco hijos (de entre 89 y 67 años), nietos y más de veinte biznietos, «para quienes ha sido una referencia imprescindible», añadía Álvaro García.
Carmen Prieto Rojas nació el 20 de octubre de 1910 en Padul (Granada) pero se afincó en el barrio de la Victoria en los años 30. Allí nacieron sus cinco hijos y allí vivió el resto de su larga vida. «Era una enamorada de Málaga y sus cosas, y se consideraba victoriana por los cuatro costados», recuerda su familia sin olvidar su «matriarcado basado en la entereza, los valores y la bondad».
A pesar de que en los últimos años su estado de salud era bastante frágil, conservó la lucidez en perfecto estado para celebrar, rodeada de los suyos y de otros familiares llegados de toda España, su cien cumpleaños en Málaga. Lo hizo con una acción de gracias en la parroquia de San Lázaro a cargo del entonces párroco Antonio Eloy Madueño –el encargado también de oficiar su funeral– y un almuerzo en el Club Mediterráneo.
La noticia fue publicada en SUR en octubre de 2010: aquella velada estuvo repleta de «sorpresas» y obsequios para Carmen, entre ellos una copia del acta de nacimiento, una bendición apostólica personalizada del Papa e incluso el abrazo del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que no dudó en felicitarla en persona y compartir una copa de vino con la familia antes del almuerzo de celebración. También recibía Carmen la llamada de teléfono del alcalde de Padul, su localidad natal, para felicitarla. El broche a ese centenario «feliz» lo ponían los títeres de Miguel Pino, haciendo buena la cualidad de la que siempre presumen los 'padres' de Peneque: «Nuestras obras son para niños de 1 a 99 años». Carmen la disfrutó con 100. Y la vida, hasta los 108.
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