El Muelle Uno del puerto de Málaga alarga su vida

A cambio, los concesionarios, un grupo de empresas 100% malagueñas, lideradas por Unicaja y donde también se integran Edipsa, Malika y Myramar (esta última es quien lo gestiona), tendrán que pagar un total de 9,9 millones de euros, según han informado fuentes empresariales.

La ley de Puertos del Estado marcaba dos vías para acceder a este tipo de extensiones de los derechos de uso: por la vía de la reinversión en mejoras sobre la propia concesión; o con un pago directo al puerto de Málaga. El segundo es el camino que finalmente se ha acordado, después de varios años de negociaciones. Este cambio viene avalado por un informe favorable de Puertos del Estado, aunque con el voto en contra de algunos de los representantes sindicales.

Una vez aprobado este paso y que se comuniquen las nuevas condiciones, la concesionaria tendrá un plazo de seis meses para ingresar esa cuantía en un solo pago en las cuentas portuarias. Esta institución, a su vez, dedicará esos fondos para su ambicioso plan de inversiones, que tiene como proyecto estrella la transformación del muelle 8 (el pesquero) como un nuevo centro logístico para el movimiento de graneles y de otras mercancías.

Muelle Uno está al 98% de ocupación de sus espacios comercial, y este año espera superar los 14 millones de visitantes, en consonancia con el fuerte atractivo turístico de la capital malagueña.

Los socios asumen la necesidad de la prórroga con un doble cometido: de una parte, como una forma de tratar de recuperar la fuerte inversión que se hizo para ponerlo en marcha, que ascendió a 60 millones de euros de recursos privados (el cercano Palmeral costó 30 millones, que fueron sufragados básicamente por la Junta de Andalucía).

Sus responsables no esconden que sus inicios fueron muy duros, en un momento de profunda crisis, con «España a punto del rescate económico», lo que ha motivado que hasta el momento los beneficios se hayan concentrado en los tres últimos años, de los 11 que lleva de andadura.

Pero también defienden este movimiento como una «necesidad de responsabilidad social», pues pretende ser «la garantía de que Muelle Uno siga siendo como hasta ahora, un espacio con un buen servicio y mantenimiento, de encuentro familiar y malagueño, con miles de eventos y actividades altruistas».