
Muebles a diario y olor a orines
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Los vecinos de la calle Venegas, a la altura del número 6, están desesperados por las molestias que les ocasiona la ubicación justo debajo de sus viviendas de un contenedor en cuyos alrededores se amontonan muebles y otros desechos de forma casi diaria, y por el olor insoportable de los orines de perros. «Tenemos la mala suerte de vivir en un bloque que hace esquina que tiene además a menos de 3 metros un contenedor de basura y una farola», escribe una vecina, que asegura que en dicho contenedor «se echa todo tipo de electrodomésticos, muebles, colchones y todo lo que se le ocurra, salvo los días indicados, algo que por supuesto no se cumple, pues todos los días hay de todo fuera del contenedor convirtiendo la zona en una pocilga».
Asegura que han solicitado que se instale otro contenedor en el pasaje Gazules, pero dice que les han comunicado que no era posible dado que el camión de recogida no cabía por allí.
Y se queja amargamente del «olor cada vez más insoportable» de la orina de los perros que hay en la esquina de ambas calles, un olor que asegura ahora con las altas temperaturas se hace aún más intenso. Señala que los continuos orines están provocando que el aluminio del portal de su edificio y la farola esté deteriorándose, suponiendo un peligro en el caso del alumbrado público por la oxidación de la base.
«El olor es insufrible, y cuando vemos a los 'ciudadanos' in situ con el perrito y les decimos que por favor ahí no, lo más que obtenemos es un desplante, una mala contestación o en el mejor de los casos ignorancia», motivo por el cual dice que han puesto carteles que instan a «echar un poquito de agua con vinagre tras la micción, pero arrancan los carteles». «Le puedo asegurar que no es cuestión de culpar a Limasa, porque cuando me voy a trabajar por las mañanas les veo barrer e incluso con cierta periodicidad fregando con manguera». «Estoy convencida de que es una cuestión de falta de educación y civismo, y creo que sólo se podría solucionar con vigilancia y multa; es la única forma de aprender, desgraciadamente».
La barriada del Colmenarejo, en Campanillas, arrastra muchos problemas. Y uno de ellos es el de la situación de sus aceras, muy estrechas y con numerosos obstáculos que complican mucho el paso, tal y como se puede observar en las fotografías.
Si el paso por esas aceras es ya de por si complicado para cualquier peatón, qué decir de las enormes dificultades que encuentra cualquier persona que lleve un carrito de bebé o que precise una silla de ruedas para sus desplazamiento. Algo difícil de imaginar, pues seguramente se verán obligados a bajar a la calzada, con el consiguiente peligro.
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