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Una novela de John Grisham hablaba del «aeropuerto de Marbella». Recordaba la anécdota el arquitecto y urbanista Salvador Moreno Peralta para ilustrar los tiempos en los que la capital y el turismo vivieron espalda contra espalda. Ahora las tornas han cambiado, hasta el punto de tensar la cuerda del equilibrio entre la explotación económica y la conservación de la esencia local. Tensiones que marcaron la pauta de la conferencia 'Turistificación del centro de Málaga. Regeneración o claudicación urbana' que Moreno Peralta ofreció ayer en el Aula de Cultura Cajamar en una cita organizada por el Club Liberal 1812 de Málaga.
«La clave está ahí: cómo el turismo puede y debe crear su propio 'know how' para que no seamos sólo los depositarios del destino turístico, sino también sus dueños, porque hasta ahora sólo somos usufructuarios», sostuvo MorenoPeralta en la ponencia en la que repasó los orígenes del surgimiento de la capital como destino turístico hasta proyectar algunas de las consecuencias que ya asoman por la realidad cotidiana de la ciudad.
Desde el PGOU de 1983 hasta la actual 'ciudad de Museos', Moreno Peralta tomó el pulso a esa estrategia que ofrece sus luces y sus sombras.Así, el arquitecto repasó los logros en este camino, si bien no olvidó su mirada siempre crítica. «Málaga –y aquí empezamos a reflexionar sobre las sombras que arrojan las luces del éxito– ha apostado claramente por el lado espectacular y mercantil de la cultura como forma de aglutinar un turismo de masas», abrochó Moreno Peralta antes de recordar cómo en esa deriva «lo urbano» ha sido sustituido por «lo urbanoide» en un casco antiguo vaciado de residentes y vecinos para dar paso a los apartamentos turísticos.
Pero, lejos de sustraerse a la realidad, Moreno Peralta abogó por librar batalla en ese foro, eso sí, con armas propias: «Aceptemos, no obstante, una relativa dosis de impostura, de gentrificación y de mercantilización de la ciudad porque es ridículo quedarse sólo con la cara oculta del éxito. Si hemos de jugar en el terreno de la competitividad, juguemos. No solo los monumentos, sino las formas de vida de las ciudades es lo que constituye su nicho de competitividad, lo que la hace única y atractiva, frente a la homogeneización de una ciudad global franquiciada».
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