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«Por nuestro trabajo vemos a mucha gente que lo pasa mal». José Cruz es agente de la Policía Local de Málaga, pero su convicción le ha llevado a perseguir metas solidarias cada vez más altas. «Tenemos que hacer algo para mejorar nuestro entorno», explica. Por eso decidió crear en el año 2015 la asociación Policía Amigo. Cruz llevaba toda la vida siendo voluntario en diferentes asociaciones, pero quería dar el paso para contagiar a otros compañeros del cuerpo de su espíritu de ayuda más allá de las funciones policiales. Ese pequeño impulso ha ido haciéndose cada vez más grande y la plataforma prepara ya su cuarta expedición a distintos países del continente africano. En el interior de los camiones viajan miles de mochilas escolares, un objeto que «puede cambiarlo todo», tanto en el corazón de quien la dona como en la realidad de quien la recibe.
Así lo explica Cruz en una de las múltiples charlas que imparte en distintos centros escolares. Esta semana ha sido el turno del IES Capellanía, en Alhaurín de la Torre, donde el agente, acompañado de Virginia Moreno –policía recién jubilada que se ha sumado al proyecto–, explica a cientos de alumnos las razones y los objetivos de Policía Amigo. La clave está en que los jóvenes se impliquen en la misión haciendo entrega de una mochila y material escolar, pero sin sentir que la regalan sin más, sino vinculándose a la iniciativa como algo mayor a un simple donativo.
Antes de los viajes a África, la asociación comenzó a trabajar en un ámbito mucho más local. «Siempre he pensado que se podría hacer una gran labor para la gente de nuestro entorno utilizando el prestigio que tiene la Policía en general en España». Por eso en el 2015 comenzaron a actuar en algunas viviendas en las que, por su servicio, habían comprobado que se daban «situaciones muy tristes». «Cuando volvía a mi casa y veía que tenía de todo se me quedaba un pellizco acordándome de estas personas, porque en nuestras actuaciones policiales nos tenemos que limitar a resolver una situación concreta». Empezó así un trabajo organizado para hacer un seguimiento de esos casos en el tiempo libre de los policías. Durante este periodo la asociación consiguió, entre otros logros, que una familia que vivía de okupa encontrase trabajo para la madre y un piso de alquiler gracias al respaldo de los agentes.
Pero el día a día de los policías acabó haciendo muy difícil combinar ambas actividades, por lo que Policía Amigo en su esfera local acabó diluyéndose. Fue entonces cuando Cruz conoció a Inoussa, un trabajador de las obras del Metro de Málaga natural de Burkina Faso. «En ese momento estaba planificando un viaje por el contorno de África en moto, quedamos para charlar y a base de cafés hoy en día somos mejores amigos». Inoussa mostró a Cruz la realidad de su país, sobretodo la que sufren los niños, lejos de la escuela, trabajando en el campo y en riesgo de caer en manos poco amigas. Por eso se comprometió a convertir su viaje en la primera expedición de la asociación, una misión con dos furgonetas donadas por una empresa de mantenimiento de piscinas que se convirtió en una auténtica odisea en la que, pese a las dificultades, consiguieron entregar cien mochilas.
La idea de viajar a los países de África fue expandiéndose a distintos policías de toda España. En la tercera expedición se entregaron 2.500 mochilas y 16.000 kilos de material escolar en dos camiones de gran tonelaje. El objetivo de a cuarta, que se desarrollará entre noviembre y diciembre, es duplicar esa cifra. Policías de diferentes provincias están impartiendo charlas por toda España. «Mi casa está llena de mochilas», bromea Moreno para ilustrar la respuesta de la sociedad.
Las charlas que imparte Cruz ilustran lo que significa cada mochila que llega a una escuela. Con imágenes, el agente explica que se trata de un objeto que significa mucho más de lo que cabe pensar: «Nos dan mil vueltas en picardía y supervivencia; cuando les damos una mochila se ponen delante de sus padres y les dicen: 'Ahora me tienes que llevar a la escuela, no voy a trabajar en el campo'... esas mochilas que les damos pueden hacer que les cambie la vida». Por eso es importante que no provengan de empresas sino que ya hayan sido utilizadas por algún alumno, para crear el vínculo. «Ellos sienten que están recibiendo algo de otro niño que se preocupa por ellos a más de 5.000 kilómetros de distancia».
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