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Las polémicas declaraciones realizadas este mes por el futbolista Marcos Llorente jactándose de tomar el sol sin protección ha obligado a muchos especialistas en Dermatología y al propio Ministerio de Sanidad a salir al paso y recordar los graves riesgos que conlleva y de la «irresponsabilidad» que supone divulgarlo públicamente. En su perfil de Instagram, se mostraba sin camiseta junto a un mensaje en el que decía que «de 10.00 a 14.00» horas había estado tomando el sol sin crema de protección ni gafas de sol. Ante la desaprobación de varios usuarios, respondió: «El problema no es sol, somos nosotros. Si crees que el cáncer de piel aparece por culpa del sol, eres el rey de los ignorantes», comentó. Luego, publicó otro post en el que afirmaba que no era negacionista del melanoma, pero insistió en que el sol no es un factor de riesgo.
Una afirmación «falsa» y «fuera de lugar», según Norberto López, dermatólogo del Hospital Clínico Universitario y especialista en enfermedades autoinmunes (lupus), conectivopatías y el linfoma cutáneo, y a quien SUR ha preguntado por ésta y otras cuestiones relacionadas con la controversia que aún genera el tema pese a las campañas de concienciación que se realizan. «El principal factor de riesgo para tener cualquier tipo de cáncer de piel es la exposición solar», asevera categóricamente al tiempo que explica que la radiación ultravioleta emitida por el sol es la principal causa de la aparición de todos los tipos de cánceres de piel del ser humano.
Precisamente, recuerda que el más frecuente, que es el carcinoma basocelular, es también al que le tendrían que tener «más miedo» los deportistas, porque es el que se produce por quemaduras solares «agudas e intermitentes». «Este es el principal factor de riesgo para el carcinoma basocelular y también para el melanoma, un cáncer de piel que puede provocar metástasis y acabar con la vida de una persona. En cambio, la exposición solar continuada de forma crónica aumenta el riesgo de tener queratosis actínica, que a la larga se puede convertir en cáncer de piel y en otro tipo de carcinoma que es el carcinoma espinocelular. Por tanto, no hay ninguna duda que la exposición a la radiación ultravioleta aumenta el riesgo de cáncer de piel».
Y, ¿cómo actúa esa radiación ultravioleta sobre la piel para que acabe en un tumor?
Cuando la radiación ultravioleta llega a la piel, la absorben las células madre o las células basales de la epidermis y provoca un daño en sus ADN. Si no es muy intenso, se puede reparar, pero si lo es o si es repetido y continuado no habrá forma de hacerlo. A partir de ahí se originarán células cancerígenas que empezarán a multiplicarse descontroladamente.
Son muchos los influencers que invitan a crear el callo solar, que es tomar el sol sin protección como medio para crear mayor tolerancia a la radiación ultravioleta. Pero López explica que ese eritema o enrojecimiento en la piel es un daño reactivo a una exposición solar inadecuada. «A corto plazo puede dar una falsa apariencia de protección, porque se produce una pigmentación de la piel, pero a la larga provoca un daño en las células de la epidermis y con ello un cáncer de piel.
Se trata de una moda consistente en esperar a que el dibujo de una plantilla colocada sobre un cuerpo expuesto al sol quede marcado en la piel tras quemarse, de forma que las siluetas queden 'impresas' en la epidermis. «Partiendo de la base de que la radiación ultravioleta es un carcinogénico, si lo que se va a obtener es un tatuaje solar rápido provocando una quemadura solar, pues aumenta directamente el riesgo de cáncer de piel», reitera el dermatólogo que advierte de que «esto se ve a la larga».
La Academia Española de Dermatología recomienda no utilizarlas, porque broncearse artificialmente en ese tipo de cabinas de bronceado aumenta también el riesgo de cáncer de piel. «Emiten radiación ultravioleta y provoca un daño carcinógeno», zanja. «Durante un tiempo, esa moda estuvo muy extendida y como resultado hubo un aumento de la incidencia de carcinoma basocelular, del melanoma y del envejecimiento cutáneo».
En relación a cómo actúan los autobronceadores, que tienen dihidroxiacetona, López explica que provocan una oxidación de la capa más superficial de la epidermis –el estrato córneo– y la pigmentan, pero no aumentan el riesgo de sufrir un cáncer de piel. «Lo que sí favorece es una falsa sensación de protección en quien lo usa, porque al tener un color más oscuro, cree que no se va a quemar. El problema es que se quema igual o más, porque esa crema realmente no estimula la producción de melanina, que es lo que protege a las células del daño celular».
La fotoprotección oral son unos comprimidos que tienen antioxidantes que reducen el daño que produce la radiación ultravioleta cuando se expone al sol. «Son buenas, pero no aumentan la capacidad de broncearse. Lo que hacen es reducir el riesgo de tener quemaduras al exponerse al sol», advierte López. «Pero, ojo, en ningún caso sustituyen a los protectores solares», avisa.
Las pastillas que estimulan la producción de melanina son ilegales en España. «Se suelen adquirir a través de Internet y lo que hacen es que estimulan que el melanocito produzca más melanina, pero eso es bastante peligroso», alerta el dermatólogo.
Asegura López que si partimos de que el principal factor que provoca cáncer de piel es la exposición a la radiación ultravioleta y que los protectores solares la bloquean, su eficacia está fuera de toda duda.
El especialista diferencia dos tipos de protectores solares: los filtros físicos y los filtros químicos. Los filtros químicos absorben la energía de la radiación ultravioleta y evitan que esa energía llegue al núcleo de las células de la piel. Por su parte, los protectores solares físicos, que son menos cosméticos porque a veces dejan cierto residuo blanco, lo que hacen es que reflejan la radiación ultravioleta, «pero protegen prácticamente igual». El índice de protección es similar, solo que los filtros físicos se utilizan sobre todo en pacientes con intolerancia o con alergia a los filtros químicos. «El factor de protección hace relación al tiempo necesario para que aparezca la quemadura solar, de modo que con un factor de protección solar 50, habría que exponerse al sol 50 veces más para que apareciera».
«La industria de los protectores solares ha evolucionado mucho y el uso de sus diferentes formatos, ya sea en crema, en spray o en barra va a depender de la preferencia de la persona». Quizá, las cremas son mejores para zonas localizadas, como la cara, y los fluidos, las emulsiones y los sprays sean más idóneos para el cuerpo. Las barras son especialmente prácticas para los deportistas.
Recalca el especialista que lo importante de los protectores solares, sea cual sea su formato, es siempre extenderlos bien, de una forma uniforme y cinco minutos antes de exponerse al sol, «aunque realmente protegen casi inmediatamente después de aplicarlos». «Un grupo de Fotobiología de la Universidad de Málaga demostró que el protector solar justo después de aplicarlo ya empezaba a proteger de la radiación ultravioleta». En cualquier caso, se recomienda renovarlo cada cuatro horas y que la exposición al sol se haga fuera del tramo que oscila entre antes de las 12.00 y después de las 17.00 horas.
«Personalmente, diría que no se usaran, porque quien se pone al sol con un aceite bronceador al final lo que persigue es ponerse moreno y entonces estaríamos mandando un mensaje contradictorio», expone López.
Según el dermatólogo, en este asunto, el único problema es que hay que insistir mucho para que la gente no se tatúe los lunares. Los tatuadores suelen trabajar bien y no lo hacen. En cuanto a tomar el sol, tienen que protegerse de sus radiaciones como cualquier otra piel que no esté tatuada. «El único problema para los dermatólogos es que nos dificulta la identificación de lesiones nuevas que puedan aparecer sobre esa zona con tatuaje».
No es aconsejable que un paciente que se haya puesto tóxina botulínica tome el sol ese mismo día, «pero al día siguiente puede ir a la playa sin ningún problema», recalca López.
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Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Encarni Hinojosa | Málaga
Almudena Santos y Lidia Carvajal
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