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Las fechas trágicas terminan por unir a todos los ciudadanos en un mismo punto: cada uno es capaz de recordar, exactamente, qué estaba haciendo en el momento en que se enteró de la noticia. Dónde estaba, con quién. Qué sintió en ese justo momento. ... Ocurrió con fechas teñidas de negro en el calendario común como el ataque contra las Torres Gemelas, los atentados del 11M o las Ramblas. Y sobre todo con los tres días que mantuvieron con el corazón en un puño al país entero cuando ETA secuestró al concejal del PP por Ermua (Vizcaya) Miguel Ángel Blanco, lanzó su órdago y acabó metiéndole dos balas en la nuca en un bosque cercano. Eran las 16.50 horas del 12 de julio de 1997 y ese día el reloj se paró para muchos. Murió el día 13.
Luego llegaron las manifestaciones -quizás las primeras para muchos-, las manos blancas, el «ETA, aquí tienes mi nuca» y, en fin, el clamor de millones de ciudadanos que de repente tomaron conciencia que aquello marcaba un antes y un después. Pero también han llegado los años, los aniversarios y, por qué no, el olvido para una parte importante de la población, sobre todos los que no lo vivieron.
A ellos, precisamente, se dirige ahora el mensaje de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) cuando se cumplen 23 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco. A ellos, a los jóvenes, se dirigía esta mañana en un manifiesto que Doris Arrabalí, la presidenta de la AVT en Málaga pero como parte de una estrategia común que el colectivo ha reproducido en todo el país. Es una carta abierta a los jóvenes que no conocen quién fue Miguel Ángel Blanco, para que «esa memoria siga viva» y que en el caso del Ayuntamiento de Málaga, sede de la lectura del manifiesto, ha contado con el apoyo de todos los grupos con representación municipal.
«Miguel Ángel Blanco tenía 29 años cuando fue secuestrado un 10 de julio de 1997, había nacido en Ermua, se había licenciado en Económicas, le gustaba la música, tocaba la batería en un grupo, tenía familia: su madre, Consuelo Garrido y su padre, Miguel Blanco; y una hermana menor, Marimar (...). Miguel Ángel se sentía vasco y español en una tierra en la que por sentirse vasco y español podían asesinarte«, arranca la carta en recuerdo a aquellos días.
El extenso texto, desarrollado bajo el título 'La resistencia de la dignidad', recuerda a los jóvenes que desde hace algunos años «algunos de vosotros estudiáis la historia del terrorismo y de sus víctimas en el segundo ciclo de la ESO y el Bachillerato. La triste realidad es que hay generaciones de jóvenes españoles que desconocen cuáles han sido las consecuencias del terrorismo y qué significado tiene la memoria de las víctimas«.
Para ganar esa lucha contra el olvido, Arrabalí recordó a la figura de Miguel Ángel Blanco «como un símbolo de libertad y principios éticos y políticos fundamentales para la democracia fundamental que disfrutamos todos«. (...). »A lo mejor escucháis que el terrorismo no fue para tanto, o que ETA tuvo justificación, o que no es necesario condenar los crímenes terroristas, que lo importante es el futuro. Condenar a ETA, sus crímenes y su ideología totalitaria es muy importante por la calidad democrática y porque se lo debemos a las víctimas del terrorismo«, añade la carta en sus últimos párrafos para acabar con una petición que termina de invitar a los jóvenes a la causa de la memoria: «La defensa de la democracia es tarea de todos, también vuestra. Os necesitamos para continuar esta tarea«.
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