El aroma de una carne jugosa, el aspecto limpio de un lugar y el trato al cliente son algunos de los motivos que pueden hacer que te decantes por ir a un bar u otro. También hace mucho el boca a boca y el observar ... que ese sitio siempre está lleno, que por algo será suele decirse. Todos estos factores, entre otros muchos, no le han faltado a Mesón El Almirez durante sus 25 años de cocina tradicional en el barrio de Huelin, que no dice adiós por falta de clientela ni por motivos similares, sino por la jubilación de su dueño: Juan Ruiz, cocinero de este restaurante, traspasa su negocio a los 68 años tras una vida dedicada a la hostelería junto a su mujer, Carmen Gómez, con quien regenta este local, que echará el cierre definitivo el próximo domingo 5 de mayo. «Mi marido va a cumplir 68 años y no sabemos qué puede pasar mañana, aunque nos da lástima porque el mesón es un triunfo», asegura Carmen, la camarera de la sonrisa siempre puesta, en una conversación con SUR.
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Juan y Carmen abrieron las puertas de este negocio el 3 de mayo de 1999 y cierran casi en la misma fecha –el 5 de mayo– de 25 años después. Un tiempo en el que han visto como el barrio de Huelin se ha ido transformando. «No había nada, éramos tres locales, nos arriesgamos y triunfamos desde el primer momento», reconoce la mujer. Un triunfo que se fue consolidando con los años y que se está viendo reflejado en estos últimos días. Unos últimos días emotivos en los que los clientes no paran de recordarles los buenos momentos vividos entre esas paredes y de los exquisitos platos que han podido degustar gracias a Juan. «Se han tomado el cierre muy mal, se van llorando y nos dejan llorando. Es muy bonito todo lo que nos están diciendo», relata. Tanto es así que un cliente llegó a decirles que deberían haber hecho una huelga para impedir el cierre del negocio.
Amelia Aguilar y José Alberto Rico son de esos clientes fieles, de toda la vida, que llegaron por el sabor de la comida y siguieron yendo por el trato y los sabores únicos y tradicionales que degustan cada vez que acuden. El matrimonio ya ha acudido a despedirse y a comerse sus últimas paletillas de cordero hechas por Juan. «Aquello ha sido un reguero de llantos, todo el mundo despidiéndose. Sobre todo por la calidad de las carnes y pescados y el trato al cliente», cuenta Amelia, quien asegura que Málaga pierde un emblema de la cocina tradicional.
Juan y Carmen comenzaron en la hostelería con 14 años. Los inicios del cocinero fueron en el Málaga Palacio, mientras que los de la camarera se forjaron en Barcelona. Más tarde, el destino quiso que se conocieran en Menorca, donde él quería aprender la cocina de allí y ella trabaja en un hotel. Surgió el amor y se trasladaron juntos, tras casarse, a trabajar en un hotel de Benalmádena. Pero Juan quería montar su propio negocio, dado que los dos estaban altamente cualificados para tener un restaurante propio. «Estuvo más de diez años en sociedad con Mariano, era Juan y Mariano, pero era demasiado caro», explica Carmen refiriéndose a Mesón Mariano, que sigue en Calle Granados.
En ese momento, el matrimonio se decantó por Huelin para abrir su propio restaurante: Mesón El Almirez, del que ahora se despiden por motivos de jubilación. Aunque Carmen, de 63 años, seguirá trabajando una temporada en el Hotel Cervantes para alcanzar la cotización requerida para jubilarse. «Después de ese año, ya haremos lo que queramos porque tendremos tiempo. Juan mientras se quedará con los nietos, nosotros trabajamos y cuidamos a los nietos», afirma.
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Este restaurante tradicional cierra sus puertas para dar paso a Er Pichi de Cai, que cogerá este local en la calle Río Rocío. Mientras que en el actual de esta taberna gaditana irá La Tasca del Langui, que abrirá después del verano en la calle Tomás Echeverría número 6.
Mesón El Almirez se despide el próximo domingo y lo harán como mejor saben: dando un último servicio a los clientes que acudan ese día. «Va a ser una apertura normal porque tenemos muchos clientes, sería imposible hacer algo especial. ¿A qué clientes invitas y a cuáles no? Ellos se están despidiendo poco a poco», afirma Carmen. La paletilla de cordero, el rabo de toro y el rape serán algunos de los platos que seguro que no van a faltar en ese último día, que supone el cierre de uno de los negocios más emblemáticos de Málaga y un palo para la cocina tradicional.
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