En los años ochenta del siglo pasado miles de médicos formaban parte de las filas del paro. Con un poco de suerte, firmaban contratos para sustituciones en verano, Navidad o Semana Santa. El resto del año permanecían sin ponerse la bata blanca. Cuatro décadas después ... la tortilla ha dado la vuelta. Ahora faltan médicos, sobre todo de la especialidad de medicina familiar y comunitaria, para trabajar en la atención primaria. La causa del porqué hay un déficit de facultativos en las plantillas de los centros de salud es multifactorial. La gran presión asistencial, unos sueldos por debajo de las expectativas de los profesionales, la competencia de otras especialidades más atractivas y mejor pagadas, las rigideces burocráticas para hacer contratos estables y la ausencia de una asignatura de medicina de familia en las facultades son factores que alejan a los facultativos de la atención primaria.
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Fortalecer y blindar el primer escalón de la sanidad es tarea ineludible del Ministerio de Sanidad y de las consejerías de Salud de las comunidades autónomas, ya que todas sufren la falta de médicos de familia y se disputan a esos profesionales como los clubes de fútbol compiten por el fichaje de futbolistas. Si no se toman medidas de inmediato, el problema se acentuará aún más y habrá unos claros perjudicados: los pacientes. Con un buen funcionamiento de los centros de salud se podrían resolver hasta un 90 por ciento de las dolencias de la población.
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Para ello, hay que invertir más en la atención primaria y hacerla más eficaz. Sin dejar de lado la potenciación de los hospitales, que cumplen una misión muy importante, hay que cambiar el hospitalocentrismo predominante para situar a la primaria en un lugar más relevante. Si la puerta de entrada a la sanidad pública no cuenta con los medios humanos suficientes, todo el sistema sanitario se resentirá. Por tanto, el reto es articular los mecanismos para incrementar la plantilla de médicos de familia, algo que a corto plazo es casi imposible, pero que es imprescindible conseguir a medio y largo plazo. La alarma roja ya ha saltado; ahora hay que actuar con presteza para desactivarla.
La escasez de profesionales de la medicina en los centros de salud no es algo nuevo. El déficit se viene arrastrando desde hace años. La crisis económica mundial de 2008 llegó a la sanidad española e hizo que la tasa de reposición del personal, que había sido del cien por cien entre 2003 y 2008, bajase al 30 por ciento en 2009 y solo fuese del 10 por ciento entre 2010 y 2014. Es decir, de cada 10 profesionales que se retiraban, solo entraba uno. Muchos médicos de familia se jubilaron sin que hubiese recambio. En 2015, la tasa de reposición aumentó al 50 por ciento y en 2016 fue de nuevo del cien por ciento, pero el daño ya estaba hecho y la nómina de facultativos era inferior a las necesidades, en especial en los centros de salud, puesto que no había habido oposiciones y las contrataciones habían sufrido un gran recorte.
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Aunque ahora la Consejería de Salud, como las de otras comunidades, apuesta por la consolidación del empleo y la estabilidad del personal sanitario a través de oposiciones, la inestabilidad laboral sigue siendo una lacra que afecta de forma negativa a la atención primaria, lo que hace que muchos médicos prefieran trabajar en otras áreas de la sanidad pública o irse a ejercer la privada si les ofrecen mejores condiciones.
Asimismo, hay que tener en cuenta que muchos de los contratos de sustitución que se ofertan para trabajar son cortos y seduce poco aceptarlos si hay alternativas más adecuadas. Eso dificulta reforzar la atención primaria en verano, cuando la mayoría del personal coge las vacaciones, y obliga al cierre por las tardes de buena parte de los centros de salud de Málaga capital y del resto de capitales de provincia de Andalucía.
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¿Y por qué la Junta de Andalucía no hace contrataciones más largas que capten el interés de los facultativos para ir a la primaria? La respuesta es que la bolsa única del Servicio Andaluz de Salud (SAS) tiene una serie de protocolos y rigideces que hay que respetar a la hora de formalizar los contratos. Si el médico al que se le hace una oferta de trabajo para un centro tiene la especialidad de medicina familiar y comunitaria, la contratación más larga que se le puede ofrecer en estos momentos es hasta diciembre, ya que a principios del próximo año habrá un concurso de traslados y un número de puestos los ocuparán profesionales que han logrado una plaza en propiedad.
A los médicos que no tienen la especialidad de familia, es decir, que acaban de terminar la carrera, no han logrado aprobar el examen MIR o son extranjeros, la ley marca que los contratos deben ser por un mes e ir renovándose mensualmente. De ese modo, se impide que un facultativo que no cuenta con el título de especialista en medicina de familia firme, por ejemplo, un contrato por un año y un mes más tarde un médico de familia entre en la bolsa del SAS y se le tenga que ofrecer un contrato peor, ya que el de un año está ocupado por el facultativo que no es especialista.
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Independientemente de las trabas burocráticas para la incorporación de profesionales, un hecho evidente es que la medicina de familia no es una de las especialidades predilectas de quienes se presentan al examen MIR. En la convocatoria de este año, para medicina familiar y comunitaria se ofertaron 2.136 plazas (26,80 por ciento) de las más de 7.900 totales. Pues bien, se quedaron desiertas 200 plazas de familia al no cogerlas ninguno de los aspirantes que aprobaron la prueba. En ese sentido, en un informe elaborado por Vicente Matas, coordinador del Centro de Estudios del Sindicato Médico de Granada, se dice que a pesar de que «es la especialidad que garantiza la equidad y el acceso a la salud hasta en el hogar más alejado del pueblo más aislado, año tras año, no es de las más elegidas entre los aprobados del MIR con mejor número».
De los 1.000 aspirantes que se presentaron al examen y tuvieron las notas, más altas solo 19 se inclinaron por medicina familiar y comunitaria, cifra que llegó a los 154 entre los 4.000 con una puntuación más elevada, lo que pone de relieve el poco interés que despertó la especialidad entre los primeros puestos, señala Vicente Matas.
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¿Y por qué sucede esto? Pues se debe a varios motivos. Por un lado, la falta de atractivo de la especialidad guarda relación con que en las facultades de Medicina no hay una asignatura dedicada a medicina de familia. Esa cuestión hace que los alumnos no conozcan esa especialidad suficientemente y, por tanto, que les resulte más difícil sentir ganas por elegirla tras superar el examen MIR. Otro obstáculo se encuentra en que es una especialidad que necesita de una amplia formación en diversas enfermedades, puesto que en los centros de atención primaria se atiende a todo tipo de pacientes. Por tanto, hay aspirantes que cuando superan la prueba MIR prefieren elegir otra rama de la medicina y trabajar en un hospital antes que en atención primaria.
Un factor que juega un papel muy importante en contra de sentir vocación por la medicina de familia es el de la sobrecarga que soportan los centros de salud (presión que se ha incrementado de modo notable con la pandemia). Todo ello unido a un sueldo bajo en relación a la gran carga de trabajo y la responsabilidad. El salario de un facultativo de familia es de unos 2.300 euros una vez aplicadas las retenciones y sin guardias. Por la hora de guardia se pagan 20 euros de media en bruto. Estas cuestiones restan aliciente a ejercer en primaria.
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Para conseguir revertir la situación y que la medicina de familia ocupe el lugar que le corresponde distintos colectivos vinculados a la atención primaria exigen un verdadero impulso de este nivel asistencial, una actuación imprescindible para que el sistema sanitario sea sostenible, más eficiente y resolutivo. Por ello, piden aumentar el presupuesto sanitario destinado al primer nivel asistencial de forma progresiva hasta llegar al 20-25 por ciento del total.
Tanto la Organización Médica Colegial (OMC) como el Sindicato Médico y las sociedades científicas de facultativos de primaria coinciden en que para atraer a los centros de salud a los nuevos MIR es fundamental mejorar las condiciones laborales, profesionales, retributivas y de estabilidad, así como que las cargas de trabajo sean razonables. Para conseguirlo tiene que haber un aumento de presupuesto, una dotación de médicos suficiente y tiempo adecuado para atender a los pacientes. Además, es prioritario ofrecer estímulos económicos y mayor puntuación en la bolsa de empleo del SAS para que haya facultativos de familia que quieran trabajar en las zonas de difícil cobertura, que suelen ser municipios pequeños y del interior de las provincias.
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La pelota está en el tejado de la Administración, que debe aplicar cuanto antes las medidas que garanticen que el relevo generacional está asegurado y, por ello, que hay suficientes médicos de familia para cubrir los puestos de los que se jubilen en los cinco próximos años (más 12.000 en toda España y unos 2.500 en Andalucía).
A la hora de abordar la falta de profesionales hay que hacer una planificación adecuada a medio y largo plazo para afrontar con garantías las necesidades de los próximos 10 años. Pasado ese tiempo, las jubilaciones de facultativos serán menos numerosas y posiblemente entonces se formarán muchos más médicos de los que en España puedan acceder a un puesto de trabajo, tanto en la sanidad pública como en el resto de las administraciones y la medicina privada. «No podemos volver a los años ochenta en los que había miles y miles de médicos parados», alerta Vicente Matas, quien pone el dedo en la llaga al decir: «Los alumnos que en septiembre de este año comenzarán el grado de Medicina tienen por delante 11 o 12 años de formación y terminaran siendo especialistas en 2032 o 2033 y la pregunta es: ¿encontrarán trabajo, engrosarán las listas del paro o se verán obligados a emigrar?»
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Ante la falta de profesionales de la medicina en la atención primaria, el presidente del Colegio de Médicos de Málaga, Pedro Navarro, en declaraciones realizadas a este periódico, dijo: «La situación a medio plazo la veo mal y creo que va a tardar tiempo en normalizarse. Cuanto antes empecemos a buscar soluciones, antes resolveremos el problema». El doctor Navarro añadió: «Hay que fidelizar a los facultativos con contratos de larga duración, retribuciones dignas y mejores condiciones laborales».
El presidente de los médicos malagueños puso de manifiesto que la falta de profesionales es algo que se viene arrastrando desde hace años, sobre todo en especialidades como las de medicina de familia y pediatría, «debido a lo poco atractiva que se ha hecho la atención primaria». A su juicio, la solución a este problema es poliédrica y pasa por un mayor número de plazas tanto en las facultades de Medicina como en la prueba MIR, unido a una mejor fidelización de los médicos para que no se vayan a trabajar fuera de Málaga e, incluso, al extranjero. «Es necesario mejorar la condiciones de trabajo y los sueldos», afirmó Pedro Navarro.
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