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Los profesionales de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) trabajan a diario con los pacientes más graves, pero nunca se habían enfrentado a un reto como el coronavirus, que ha puesto en jaque al sistema sanitario. Cristina Salazar, médica intensivista en el Hospital Universitario Virgen ... de la Victoria de Málaga, antiguo Clínico, comenzó hace poco más de un mes a escribir sus experiencias en un blog. El relato, como para todos, se inició el 14 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma; ya nada volvería a ser como antes. Ahora, cinco semanas después, el balance baila entre la satisfacción por los enfermos que se recuperan y la indignación por la escasez de equipos de protección y test. El país los aplaude cada día, pero Cristina siente que son «víctimas del sistema» y pide a las administraciones que los cuiden: «Somos un recurso limitado».
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-Escribe un blog sobre su trabajo. ¿Cómo surgió la idea?
-Publiqué mis experiencias en redes sociales y se hicieron virales. Me di cuenta de que era una oportunidad para dar difusión y transparencia a nuestro trabajo. Ya llevo un mes con el diario. Cuento la labor asistencial pero también la carga emocional. Sé que muchos sanitarios se sienten identificados.
-¿Cómo van de materiales de protección?
-Hemos sufrido una gran deficiencia de materiales, sobre todo de protección individual. Aunque somos un colectivo científico, hemos tenido que buscar soluciones poco ortodoxas para seguir trabajando. No hemos dejado de cumplir con nuestras obligaciones, a pesar de que España es el país con la mayor tasa de profesionales contagiados. Que nadie olvide que somos padres, madres, hijos, parejas, hermanos… Estamos alejados de nuestras familias. Protegemos a nuestros pacientes, pero también pedimos a las administraciones que nos cuiden. Nos sentimos desprotegidos. Ha habido déficit de material...
-Y problemas con las protecciones, como las mascarillas defectuosas.
-Hemos estado utilizándolas, falsamente protegidos. Las repartieron como si fueran de alta protección, pero resulta que no eran seguras. Llevamos tiempo reclamando que nos hagan test inmunológicos y la PCR. Sería importante a nivel de organización, porque aclararía quién es inmune y puede seguir trabajando con pacientes con Covid, quién no es inmune y puede trabajar con pacientes que no tengan coronavirus, que no hay que olvidar que siguen existiendo y suponen una parte importante de los ingresados, y quiénes son portadores asintomáticos y deberían por tanto quedarse en casa para evitar nuevos contagios. Somos víctimas del sistema.
-Más de un 15 por ciento de los contagiados en España por coronavirus son sanitarios. En Andalucía ese porcentaje es incluso más alto, superior al 20 por ciento. ¿Qué está ocurriendo?
-Primero, me gustaría saber el porcentaje real. ¿Cómo podemos saber que son un 15 o un 20 por ciento si aún no nos han hecho los test? Probablemente esa cifra sea el doble o el triple. Es un problema de organización. Si conociéramos nuestro carné biológico, podríamos estar reubicados en función de nuestro estado. Probablemente esa tasa sea tan elevada porque no estamos organizados de forma eficaz.
-Pero usted lleva mes y medio trabajando con pacientes con coronavirus. ¿Aún no le han practicado ningún test?
-Ni a mí, ni a mis compañeros. Sólo se los realizan a los profesionales que tienen síntomas.
-Parecía que los equipos de protección individual (EPI) estaban ya garantizados, al menos desde hace un par de semanas. ¿Tampoco es así?
-Ha habido semanas que había menos o no quedaban y hemos tenido que usar métodos alternativos como la fumigación de estos trajes, aunque el fabricante indica que no es adecuado. Pese a los inconvenientes, hemos seguido trabajando para que los pacientes no quedaran desatendidos.
-¿Cómo es el trabajo diario en la UCI?
-Por suerte, las UCI están más descongestionadas que hace unas semanas. En nuestro hospital, la situación es insólita. Los especialistas de Anestesia están utilizando de forma inadecuada el término UCI, generando confusión en el ámbito de la actividad asistencial. Han asumido competencias que no son de su especialidad. Las competencias vienen recogidas en los programas formativos del Ministerio de Sanidad.
-Disculpe, pero no me queda claro cuál es el conflicto...
-Hay ciertas labores asistenciales que pueden ser prestadas de forma simultánea, pero a un determinado perfil de paciente, no para el paciente médico, que es lo que ahora mismo estamos trabajando. Es una irresponsabilidad que especialistas sin formación específica acreditada en este país estén haciendo el trabajo del intensivista, porque supone ir en contra del origen de nuestra especialidad médica.
-¿Se sienten arropados por las administraciones?
-Estamos trabajando con recursos limitados. Hace tiempo que pedimos la mejora estructural de boxes, por ejemplo. Esta pandemia ha puesto en evidencia que la logística hospitalaria es fundamental. Es importante que se dote a las UCI de cambios periódicos de aparataje. También reivindicamos la mejora de los contratos; hay que recordar que Enfermería desempeña un papel básico en la asistencia a estos pacientes críticos. Llevan años reclamando la especialidad.
-Trabajar desde que estallaron los primeros casos de coronavirus ha supuesto cambios importantes con respecto a la rutina hospitalaria anterior...
-Pero nos hemos adaptado rápido. La diferencia fundamental es cómo debemos ir protegidos y ya nos hemos acostumbrado. Hemos asumido las dificultades con sentido común; por ejemplo, hemos solucionado en parte el aislamiento de los pacientes con un sistema de videollamadas con los familiares del que sobre todo se ocupa Enfermería. La humanización es difícil pero imprescindible. Nosotros también sufrimos esta enfermedad, que es muy injusta. A la vez, es más injusto que nunca estar enfermo ahora. Por eso aplaudimos cuando les dan el alta. Son gestos que nos hacen levantarnos para ir a trabajar, muchas veces sin saber ni qué día es.
-¿Y cómo están gestionando la factura emocional? En su blog relata que su hija le preguntó si iba a morir si seguía yendo al hospital.
-Fue más difícil al principio. Ya llevamos varias semanas. La pregunta de mi hija era producto del miedo que sentíamos todos al comienzo, pero mis hijos ya conocen el coronavirus y creo que se sienten orgullosos de sus padres. También trabajamos para eso, para que las generaciones futuras se sientan orgullosas de lo que hacemos.
-¿Está de acuerdo con el levantamiento progresivo del confinamiento o le parece precipitado?
-Es nuestro miedo ahora: saber cómo va a comportarse el virus cuando la gente vuelva a salir a la calle. Puede haber reinfecciones. Aunque tengamos camas libres, si viene otra oleada de pacientes probablemente el camino hacia el colapso será más rápido y además nos pille con un personal más cansado. Y no olvidemos que hay otros enfermos esperando a ser operados o a recibir tratamiento, incluso personas que están infartándose en casa por miedo a acudir al hospital. Hay que descongestionar el sistema sanitario para garantizar una atención digna a todas las enfermedades.
-Usted forma parte de Social Covid, la plataforma de voluntarios que reúne material para las residencias de ancianos.
Es un proyecto que nace de la solidaridad de un grupo de sanitarios malagueños para ayudar al grupo de población más sensible, que son los mayores que viven en residencias. Hemos aunado apoyos de empresas sensibilizadas, como Primor o Cervezas Victoria, y organizaciones como Bomberos Sin Fronteras y la Fundación Ochotumbao, de Dani Rovira, Clara Lago y Dani Solano, que han donado más de dos mil pantallas protectoras a las residencias. También hemos recibido aportaciones económicas anónimas para comprar material. Lo agradecemos mucho.
-En estas semanas, ¿ha habido algún caso que le haya impactado especialmente?
-Me impacta, más que un caso en concreto, el cambio de actitud de la sociedad. Antes de la era Covid, muchos pensaban que los médicos éramos un colectivo privilegiado. Ahora, cada vez que hago una llamada a familiares, aunque sea para darles malas noticias, se muestran profundamente agradecidos. Cuando esto acabe, espero que el esfuerzo que estamos haciendo no se olvide, aunque antes de la pandemia también estábamos volcados con nuestro trabajo.
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