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Más de un año por la Iglesia, varios meses en el Registro Civil y una o dos semanas si se hace ante notario. Ese es ... el tiempo medio de espera de las parejas que quieren casarse actualmente en Málaga. Por eso, la celeridad en la tramitación del expediente matrimonial y la celebración prácticamente en días de la boda –una vez que el notario comprueba que toda la documentación es correcta y se cerciora de que no es un matrimonio de conveniencia, como puede ser la obtención de nacionalidad, residencia o la tramitación de una pensión pública– ha llevado en esta última década a que se disparen los enlaces en las notarías: de 62 en el año 2015 (el 1,1% del total) a 970 en 2023 (el 16,1% del total) y con un previsión de rebasar el millar este año, según los datos aportados por el Consejo Notarial de Andalucía.
La Ley de Jurisdicción Voluntaria, en funcionamiento desde 2015, reforzó el carácter de autoridad pública de los notarios. Les otorgó nuevas competencias (muchas de ellas en materia de familia y sucesiones), entre ellas la de celebrar bodas y tramitar el expediente matrimonial. Sin embargo, esta última no llegó a desarrollarse. Fue con la entrada en vigor de la nueva Ley 20/2011, de 21 de julio, del Registro Civil (se postergó hasta el 30 de abril de 2021) cuando los notarios asumieron esta nueva función. Desde entonces, los casaderos que quieren contraer matrimonio pueden solicitar el inicio del expediente matrimonial en el Registro Civil, o bien, ante el Colegio Notarial.
El procedimiento se inicia con un modelo de solicitud sencillo, que una vez rellenado se enviará por correo electrónico al colegio notarial del domicilio de uno de los contrayentes, donde se le asignará un notario, para pedir cita y empezar la tramitación.
El orden de asignación de notarios (en Málaga son 27) para la realización de este trámite se decide por sorteo con el objetivo de reforzar la imparcialidad, para que no sea el notario amigo de un determinado cliente quien tramite su expediente. En España, este documento es obligatorio para contraer matrimonio. La finalidad es comprobar que los futuros contrayentes reúnen todos los requisitos legales para poder casarse, es decir, que tienen la capacidad suficiente, que no existe otro matrimonio o que no hay parentescos prohibidos entre ellos. En ese momento, es cuando el notario se entrevista por separado con la pareja y los dos testigos, formulándoles 25 o 30 preguntas y cotejándolas posteriormente para asegurarse de que no es un matrimonio simulado con una finalidad fraudulenta. «Después de esa reunión de hora y media hablando con ellos puede ser muy fácil la deliberación y la resolución del expediente, pero en otras, tenemos que pensárnoslo dos veces antes de decidir si hay o no impedimentos», aclara Ramón Blesa, vocal en la junta directiva del Colegio Notarial de Andalucía por Málaga.
Tema distinto es la celebración de la boda, pues aunque un notario haya instruido el acta de tramitación, no implica que tenga que ser él quien case a los contrayentes, ni siquiera otro notario. Podría ser un juez de paz, el alcalde o un concejal.
Si al final la boda se hace en una notaría, costaría (en el Registro Civil es gratis) 250 euros, más la tramitación del expediente matrimonial que en función de su complejidad podrá encarecer esa cifra y elevarla hasta los 400 o 600 euros.
En la ceremonia deben estar presentes los contrayentes y los testigos, se leen los artículos 66, 67 y 68 del Código Civil y se firma la escritura pública de matrimonio por la pareja, los testigos y el notario, quien entrega a los ya casados copia del expediente matrimonial, de la escritura pública de matrimonio y remite la documentación al Registro Civil, indicando el régimen matrimonial.
En cuanto al perfil de quienes se casan ante notario en Málaga, en su mayoría, son personas de entre 35 y 44 años y, excepcionalmente, mayores de 60 años. «Con esa edad habré casado solo a cuatro o cinco parejas», constata Blesa. «Quizá pueda pensarse lo contrario, pero la realidad es que las parejas que acuden a nosotros suelen llevar algunos años conviviendo, con hijos en común y que desean consolidar la unidad familiar y dar una seguridad legal en caso de fallecimiento de uno de los progenitores».
Es el caso de Óscar (nombre ficticio), que tras 20 años de relación ha decidido darse el sí quiero con la madre de sus tres hijos de 17, 15 y 10 años. «En dos semanas salía de viaje para participar en una carrera de coches y ante el temor de que pudiera pasarme algo, me planteó casarnos», explica. Dicho y hecho. Sin avisar a familiares ni amigos, porque no querían «darle bombo», con dos compañeros de trabajo como testigos, ella en chándal para después irse al gimnasio y él vestido para continuar con su jornada laboral han acabado así con un «simple trámite», al que no le dan mayor importancia. «Es como el que contrata un seguro de coche; no nos vamos a querer más porque haya un papel de por medio», zanja Óscar, que atiende a SUR horas después del enlace.
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