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Se confiesa tímida. Y cualquiera lo diría sabiendo que comenzó a desfilar con apenas 15 años. Fue Miss Costa del Sol cuando ella se consideraba una niña «largirucha y con complejos» animada por su hermana. Criada en Medina Sidonia, en pleno campo, María José González ... lleva en Málaga toda la vida y malagueña se siente, «enamorada de esta ciudad». Desde hace 35 años dirige la escuela y agencia de modelos Nueva Moda, productora de eventos como la Pasarela Larios o la Marbella Fashion Show. Organizadora de los certámenes Linda y Guapo de España, ha servido de trampolín a populares rostros televisivos y es uno de los nombres propios con más peso de la moda local.
–¿Haber crecido en una familia numerosa de ocho hermanos es una escuela de vida?
–Sin duda, he aprendido muchísimo. Tener una familia de tantos hermanos es maravilloso, porque cuando no acudes a uno acudes a otro, te escuchan y siempre hay alguien a tu lado. Somos una piña.
–Y hablando de enseñanza... tengo entendido que iba para maestra hasta que la moda se cruzó en su camino.
–Sí. Yo quería ser maestra porque me encantan los niños, ayudar, explicar las cosas, enseñar... pero también aprender de ellos. Los niños son maravillosos y únicos. Ahora soy feliz con mis dos nietos de 10 meses y 3 años y medio. ¡Me tienen loca!
–Una hermana fue la que le dio el empujón para hacer sus primeros pinitos como modelo, ¿cómo recuerda aquellos inicios?
–Mi hermana Paqui, a la que adoro. Ella me llamaba 'Pino' porque decía que era muy larga y me influyó mucho. Cosía y me hacía la ropa para que fuese vestida como a mí me gustaba. Fue ella la que me insistió en el año 77 para que me presentara a un concurso que oía anunciar en la radio. Siempre he sido muy tímida, yo sola no me hubiese decidido.
–Su hermana tuvo olfato porque acabó ganando aquel certamen...
–¡Sí! Fui Miss Costa del Sol con apenas 20 años y eso que yo me veía como una niña largirucha y llena de complejos. Poco después, en 1978, quedé cuarta en el concurso de 'Maja de España'. Fue toda una experiencia. En alta costura empecé en la boutique Patricio y Silvia, en calle Martínez. Un día entré con mi madre a comprar y los dueños me dijeron si quería servirles de modelo. A mi me gustaba la moda desde pequeñita, hacía trajes... lo llevaba dentro. En otra tienda malagueña, Trapos, conocí a una modelo argentina, Mari Ángeles que me enseñó muchísimo de pasarela.
– Y así, poco a poco, fue haciéndose hueco en este sector luchando contra una timidez que me consta que no ha superado.
–Salir en público, hablar en una rueda de prensa o en una presentación me ha costado y me sigue costando muchísimo. Yo donde disfruto es entre bambalinas, en el backstage, organizando desfiles o negociando con patrocinadores. Llevo mal la exposición. La timidez no se supera con los años.
– Unos años, por cierto, que le han tratado muy bien. Confiese qué pacto ha hecho con el diablo.
– (Risas) Pues uso buenas cremas y no tomo nada el sol o con muchísima protección. Nunca me acuesto sin limpiarme bien la piel y desmaquillarme. ¡Y camino mucho! También te digo que tengo una genética muy buena y por mucho que coma no engordo.
–¿Algún retoque?
–¡Nada de nada! Yo no temo a la arruga. Nunca me he hecho nada. Respeto a los que se los hacen y no digo que no me los vaya a hacer nunca -porque eso no se sabe-pero de momento no me apetecen. No me preocupa envejecer porque por dentro me sigo sintiendo una niña.
–Una niña que nunca ha olvidado sus raíces. ¿Qué queda de aquella María José de Medina Sidonia criada en pleno campo?
–Crecí en la finca Valcargado de Antonio Ordóñez, donde trabajaba mi padre entre toros de lidia, y queda mucho de mí de aquella etapa. Me sigue gustando mucho el campo, tengo la terraza llena de flores, árboles frutales y he montado un pequeño huerto. Cuido tomates, pimientos, un manzano, una parra, una higuerita, ¡hasta una papaya! No me dan mucho pero me relajan. Es una de mis válvulas de escape.
–Abrió Nueva Moda, cuando su hijo tenía un año. En un local alquilado y sin luz. No sería fácil, pero aquí sigue tras varias crisis y una pandemia. ¿qué momento ha sido más duro?
–Lo he pasado canutas económicamente en muchos momentos. Esa es una verdad como un templo. Empecé sin electricidad en un local que por suerte tenía mucha luz (risas). Con el Covid estuve un año y medio trabajando desde casa sin hacer ni un evento. Esta etapa nos ha dejado muy marcados a todos, pero aquí sigo con la ayuda de mis dos pilares: mi hijo Miguel y Maribel, mi otra pata.
–La Pasarela Larios es su gran proyecto. Un sueño que este septiembre cumplirá 11 ediciones. ¿Qué significa para usted?
–Larios es el broche de oro de todos mis eventos porque no hay otra como ella. Es la pasarela más larga del mundo y un gran escaparate para los diseñadores malagueños. Nos ha puesto en el foco internacional, pero a su vez implica un trabajo complicadísimo que requiere estar pendiente de cada detalle. Me quita muchas horas de sueño y es un reto motivador cada edición. Una semana antes me voy a las 6 de la mañana allí a contar las farolas, reviso los metros entre ellas con mis pasos para atar cada pase de los desfiles. Quien me vea pensará: «¡Esta mujer está loca!».
–¿La palabra jubilación no está en su diccionario?
–¡No lo está! Será cuando Dios quiera. No me he marcado plazos, me gusta mi trabajo. ¿Qué voy a hacer yo en mi casa?
–Si la buscáramos un día de vacaciones en Málaga, ¿dónde la encontraríamos?
–Paseando por la playa. Por la Misericordia o por la orilla de Sacaba. Eso sí, muy temprano. Mis planes favoritos son muy sencillos, así soy feliz. La felicidad está en las pequeñas cosas.
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